El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova
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Pero en los años de posguerra todo era mucho más complicado; los profesores trabajaban como podían. En el verano de 1946, Tókarev organizó una práctica estudiantil de etnografía en los alrededores de Moscú. La expedición se dirigió al pueblo de Velednikovo, donde Serguei Aleksándrovich rentaba su casa de campo. Estaba muy cerca de Pavlovskaya Sloboda, que se ubica en la región de Istra. Ahora esto se determina como kilómetro18 desde MKAD (el periférico de Moscú), por la autopista Novorizhski. Las primeras memorias oficiales acerca de Pavlovskaya Sloboda aparecen a principios del siglo xvi, pero ahora ha quedado muy poco de la antigüedad: las colonias residenciales «privadas» han terminado con todo. Después de la guerra, cuando en Velednikovo ni siquiera había electricidad, los estudiantes se pasaban todo el verano midiendo las viejas casas, e incluso los graneros y los objetos guardados en las casas… En pocas palabras, los estudiantes tenían verdaderas prácticas.
En septiembre de 1946, comenzaron las clases del cuarto curso, donde estaba Yuri. La derogación de tarjetas en Moscú fue el gran acontecimiento de aquel tiempo. Esto fue a finales del año, el 17 de diciembre. Ese día, desde muy temprano los estudiantes encontraron las mesas cubiertas con sábanas blancas en los largos pasillos altos del primer piso de la Universidad. Ahí estaban entregando dinero. Al principio, con el dinero se podía comprar solamente pan blanco y azúcar; pero esto significaba que la vida estaba mejorando poco a poco… Precisamente en esos días, a Yuri le ofrecieron una cama en la residencia estudiantil; sin embargo, a menudo pasaba las noches en otros sitios, en casas de diferentes compañeros, entre los cuales de preferencia estaba su amigo Genia Troinik. Incluso después, cuando Knórosov ya se había instalado en Leningrado y viajaba a Moscú, él se hospedaba a menudo en casa de Guenia, quien después de la universidad daba clases en una escuela e incluso se había vuelto su director.
Yuri Knórosov nunca daba la impresión de tener buena salud. Ni siquiera tenía 25 años pero se veía… medio encorvado, absolutamente «no combatiente», para nada deportivo. Su forma de caminar daba la sospecha de que tenía los pies bastantes planos; tosía un poco. Pero los ojos… Debajo de las cejas espesas, él tenía los ojos de un color azul profundo que siempre brillaban y embrujaban a sus interlocutores. Y, por supuesto, los ojos atraían a las damas.
A Yuri le encantaba estudiar los cultos chamánicos en la cátedra de etnografía, y al mismo tiempo trataba de entender la escritura maya. Tolstóv y Tókarev estaban muy contentos con este estudiante prometedor; cada uno soñaba con incorporarlo en el desarrollo de sus propios «proyectos», como se diría ahora. A Tolstóv, Knórosov le parecía aceptable en cualquier tipo de temas: fuera chamanismo o estudios americanistas, que era una nueva área apenas creada por él en el Instituto de Etnografía.
Pero Yuri, sobre todo después de haber leído el artículo de Thompson de la colección Smithsoniana, estaba obsesionado con la idea del desciframiento de la escritura maya. En la Facultad de Historia no enseñaban lingüística. Yuri había comenzado a estudiar estas materias por su propia cuenta. No era casualidad que Knórosov conociera el artículo del renombrado mayista alemán Paul Schellhas, titulado «¿El desciframiento de jeroglíficos mayas es un problema sin solución?».[5] El propio Knórosov lo menciona en la entrevista a Tiahoga Ruge en 1996, para la película documental, insistiendo en que no era nada casual y había sucedido todavía en Moscú.
Hay que tomar en cuenta que la Biblioteca Estatal Lenin (la principal biblioteca nacional), con sus enormes fondos, se encontraba en aquellos tiempos muy cerca de la Facultad de Historia, a cinco minutos de camino. La literatura necesaria estaba también en los fondos del Instituto de Etnografía, donde el asesor de Knórosov, Serguei Tókarev, encabezaba el área de estudios americanistas y podía solicitar cualquier publicación necesaria, como se acostumbraba hacer en la Academia de Ciencias. Además, el importante trabajo de Schellhas relativo a mitología y lectura de jeroglíficos con las denominaciones de los dioses mayas (Representation of Deities of the Maya Manuscript), publicado en Estados Unidos en 1904, se volvió a publicar repetidamente.
Pero ¿cómo había llegado la publicación hasta el estudiante? Lo más probable es que el mismo Tókarev se lo diera a Yuri. Precisamente a este tiempo se remonta la historia oficial relativa a la pregunta que posteriormente le hacían siempre a Knórosov: ¿Cómo se había animado a dedicarse al desciframiento maya? Yuri Valentínovich me explicó que todo se decidió prácticamente «en una apuesta».
De cualquier forma, en 1945 llegó a las manos de Knórosov el artículo recién publicado del investigador alemán Paul Schellhas, titulado «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». Según la versión del periodista Agranovski, que tras la famosa defensa publicó su ensayo «Los felices», donde se contaba del descubrimiento de Knórosov, fue Tókarev quien le dio el artículo a Yuri.
—¿Vio? ¿Leyó? –preguntó el profesor Tókarev, agitando la revista extranjera recién recibida.
—No, Serguei Aleksándrovich, no vi –contestó Knórosov.
—¡Mira qué es lo que está escrito aquí!
En la revista había un artículo de un gran lingüista alemán, Paul Schellhas, con un melancólico título: «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». El autor llegó a esta conclusión después de haber gastado 50 años de su vida resolviendo el antiguo enigma. Él escribía que en la escritura maya no había frases, tampoco había formas gramaticales. Sólo había nociones rituales. Todos los intentos de leerlas fueron inútiles... [6]
Luego, el autor narra de un modo pintoresco que Tókarev propuso a Knórosov estudiar a los mayas y Yuri se había quedado pensando e imaginando los años perdidos sin sentido. Y decidió: «¡Aquí está la verdadera obra con la que soñaba!» Y fue ahí cuando Tókarev le ofreció al estudiante: «¿No quiere estudiar eso, Yura? El asunto es sumamente complicado. Pero supongo que Schellhas no tiene razón, y habrá que contestarle y defender el prestigio de la ciencia».[7]
No cabe duda de que entre Tókarev y Knórosov tenía que haber sucedido algún tipo de conversación sobre el desciframiento de la escritura maya. En primer lugar, porque Yuri ya estudiaba a los mayas, y por eso mismo Tókarev le llevó a él, un simple estudiante, el artículo extranjero recién publicado. Es probable que Tókarev quisiera demostrar que este tema ya estaba definitivamente «cerrado». Además, responder a un famoso científico no le tocaba a un estudiante desconocido. Se suponía que, por el estatus, eso le correspondía a un científico realizado, un investigador del instituto académico. Es evidente que Knórosov, quien hacía tiempo ya se había sumergido en los estudios de la escritura maya, tomó las palabras de su asesor como un desafío o estímulo personal: contestaremos a Schellhas y descifraremos la escritura. Entonces, en aquel glorioso 1945, se hizo una especie de apuesta sobre el desciframiento de la escritura maya. Knórosov estaba convencido de que Tókarev no creía en él y que hacía todo solo por hacer rabiar a Tolstóv, a quien «detestaba».
En todo caso, el artículo alemán de alguna manera puso de relieve sus propios planes científicos. Incluso Yuri dejó durante un tiempo los estudios de prácticas chamánicas para responder al desafío de Schellhas: «¿Cómo que este problema no tiene solución? Lo que fue creado por una mente humana tiene que ser entendido por otra mente humana. ¡Desde este punto de vista, no existen problemas que no tengan