El cerebro XX. Lisa Mosconi
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Trágicamente, lo que se sabe sobre el diagnóstico, el manejo y el tratamiento de estas condiciones se basa casi exclusivamente en estudios con gente blanca, sobre todo hombres. Las personas afroamericanas e hispanas conforman sólo entre 3 y 5 por ciento de los participantes en ensayos clínicos de alzhéimer, lo cual limita aún más nuestra capacidad para desarrollar intervenciones más específicas. Sin embargo, existe un esfuerzo continuo de producir datos de alta calidad en minorías raciales y étnicas para entender y tratar mejor cualquier riesgo mayor. En los próximos capítulos revisaremos la mejor evidencia que existe hasta el momento.
RIESGOS MÉDICOS
Existen varios factores que han sido vinculados a un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y alzhéimer en mujeres que en hombres. Éstos incluyen factores específicos sobre todo para las cardiopatías, la obesidad y la diabetes. Adicionalmente, la depresión durante la mediana edad puede tener un impacto en la memoria y en el estado de ánimo, y se cree que incrementa en las mujeres el riesgo de padecer alzhéimer. También existe cada vez más evidencia de que haber sufrido alguna lesión cerebral traumática o varias conmociones cerebrales tiene efectos negativos más duraderos en la salud cognitiva de las mujeres. La enfermedad tiroidea es otro gran riesgo, junto con infecciones e inflamación crónica.
Viendo el lado positivo, todas estas condiciones pueden identificarse con facilidad y comúnmente mitigarse, si no es que revertirse por completo, mediante el cuidado médico adecuado y los cambios al estilo de vida descritos más adelante. Cuanto más pronto los afrontes, mejor, porque puedes cambiar tu futuro literalmente.
Cardiopatías
En muchos países, las enfermedades cardiovasculares (un término paraguas para muchas condiciones que afectan al corazón, como el derrame cerebral, la angina de pecho y los ataques cardiacos) es la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres. También es un gran factor de riesgo para desarrollar deterioro cognitivo y demencia, donde hasta 25 por ciento de los casos de demencia se atribuye a derrames cerebrales y ataques isquémicos transitorios (TIA, por sus siglas en inglés) o “miniderrames cerebrales”.8
Aunque por lo general los hombres suelen sufrir más padecimientos cardiacos que las mujeres, una vez que una mujer llega a los cincuenta años, o la edad natural de la menopausia, su riesgo de padecer cardiopatías es igual al de un hombre de la misma edad. Por si esto fuera poco, los ataques cardiacos son más severos en mujeres que en hombres. En el año posterior a un ataque al corazón, las mujeres tienen más de 50 por ciento de probabilidad de morir que los hombres. En los siguientes cinco años, el 47 por ciento de las mujeres morirá, desarrollará insuficiencia cardiaca o sufrirá un derrame cerebral, en comparación con el 36 por ciento de los hombres.
¿A qué se debe esto? Una teoría es que, antes de la menopausia, el estrógeno mantiene bajos los niveles del colesterol malo (LDL), mientras mejora los del colesterol bueno (HDL), protegiendo así las arterias de las mujeres de la acumulación de la placa que contribuye al padecimiento de ataques cardiacos y derrames cerebrales. La caída en los niveles de estrógeno y el aumento en el colesterol LDL durante la menopausia son dos elementos clave que aumentan el riesgo de cardiopatías en mujeres, aunque se requiere mayor investigación para explorar todos los mecanismos involucrados. Dado que la salud cardiaca se encuentra sumamente conectada con la salud cerebral y que lo que es benéfico para el corazón también lo es para el cerebro, cuidar nuestro corazón también es crucial para proteger nuestro cerebro. Mientras que las cardiopatías y los derrames cerebrales comúnmente pueden tratarse con medicamentos y rehabilitación, llevar a cabo prácticas preventivas y procurar un estilo de vida que cuide al corazón es mucho más efectivo.
Trastornos metabólicos
La diabetes tipo 2 es un factor de riesgo para desarrollar alzhéimer y representa entre 6 y 8 por ciento de todos los pacientes con demencia.9 En especial, afecta a las mujeres mayores y posmenopáusicas. El síndrome metabólico (la resistencia a la insulina y la obesidad abdominal que incrementan el riesgo de diabetes y cardiopatías) también se está convirtiendo en un problema cada vez más prevalente para las mujeres posmenopáusicas. Junto con la resistencia a la insulina y la prediabetes, todas estas condiciones pueden afectar significativamente10 tanto el cuerpo como el cerebro, sobre todo al causar inflamación y acelerar la producción de radicales libres. Esto es algo grave, pues tanto la diabetes como la obesidad han alcanzado niveles epidémicos en muchos países. Hoy, casi la mitad de la población estadunidense tiene prediabetes o diabetes,11 ya sea diagnosticada o sin diagnosticar.
Una vez más, nuestras hormonas están involucradas. En términos generales, las hormonas femeninas tienen un efecto favorable en los niveles de glucosa en la sangre, los cuales promueven la sensibilidad a la insulina. La insulina es una hormona que ayuda a eliminar la glucosa del torrente sanguíneo al transportarla hacia nuestros músculos y otras células hambrientas para que podamos mover nuestro cuerpo y darle combustible a nuestro cerebro. La resistencia a la insulina ocurre cuando la insulina se vuelve incapaz de hacer su trabajo de forma efectiva. A medida que las mujeres envejecen, el estrógeno pierde su capacidad de mantener bajos los niveles de insulina. Como resultado, la glucosa permanece en nuestra sangre por más tiempo del que debería y es absorbida en forma de grasa en el vientre. Por eso la combinación de menopausia y resistencia a la insulina puede derivar en algo que las mujeres detestan: aumento de peso. Si a eso añadimos un metabolismo más lento, muchas mujeres se vuelven propensas a desarrollar diabetes tipo 2 después de la menopausia, un problema que abordaremos a fondo más adelante.
Otros riesgos relacionados con el corazón
Además de las cardiopatías, la diabetes y la obesidad, otros riesgos vasculares que hay que vigilar son la hipertensión, colesterol alto y altos niveles de triglicéridos. Todas estas condiciones afectan tu cerebro al igual que tu corazón y pueden aumentar el riesgo de que una mujer sufra un infarto y también ocasionar diversos problemas en el cerebro. El lado positivo es que éstos también pueden mitigarse y comúnmente revertirse por completo mediante el cuidado médico correcto y cambios concretos en el estilo de vida.
Lesión cerebral traumática
La lesión cerebral traumática es una condición provocada por una conmoción (un golpe o sacudida de cabeza). Esto puede afectar el suministro de sangre y oxígeno al cerebro, y producir inflamación. La inflamación cerebral traumática, sobre todo si a ésta le sigue una pérdida de conciencia, ha sido asociada con un mayor riesgo de pérdida de memoria y demencia en el futuro.12 Pero incluso las consecuencias inmediatas de una lesión cerebral traumática “leve” pueden ser incapacitantes al provocar dolores de cabeza, migrañas, altibajos emocionales y sueño interrumpido, así como lentitud para pensar y recordar palabras, dificultad para tomar decisiones y una menor capacidad para planear y funcionar de forma efectiva. Aunque estos síntomas pueden desaparecer en cuestión de meses, en algunos casos pueden durar años.
Durante décadas, las investigaciones sobre lesiones cerebrales traumáticas sufrieron el mismo sesgo de género presente en otros campos. Buena parte de la investigación realizada sobre las lesiones cerebrales se centraba en deportes dominados por hombres como hockey sobre hielo, boxeo, deportes de combate y futbol americano. De igual manera, casi todos los cerebros donados a los bancos cerebrales dedicados a la investigación de la lesión cerebral traumática eran masculinos, lo cual llevó a los médicos a tratar las conmociones cerebrales en hombres y mujeres de la misma forma. Un golpe a la cabeza era