El cerebro XX. Lisa Mosconi

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El cerebro XX - Lisa Mosconi Para estar bien

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sin embargo, están refutando esa noción. Resulta que las mujeres son más vulnerables y responden de forma distinta a las lesiones cerebrales traumáticas. Las mujeres suelen sufrir más conmociones que los hombres en deportes similares, presentan más síntomas y tardan más tiempo en recuperarse.13 Las hormonas, junto con la fisiología más delicada de los huesos del cráneo y los músculos del cuello femenino, son posibles explicaciones de por qué las mujeres viven las conmociones de manera distinta. Por ejemplo, las atletas femeninas suelen experimentar un mayor riesgo de conmoción dependiendo de la etapa del ciclo mensual en que se encuentren. El tiempo de recuperación también varía de acuerdo con los niveles hormonales.

      Aunque la mayor parte de las investigaciones sobre lesiones cerebrales traumáticas se centra en atletas, es importante reconocer que existe otro grupo de mujeres que ha estado sufriendo conmociones, aunque en su mayoría en silencio: las sobrevivientes de violencia doméstica. Los datos sobre este tema son escasos, porque todavía existe un gran estigma alrededor de la violencia doméstica y aún se reporta poco. No obstante, se estima que, tan sólo en Estados Unidos, la violencia doméstica afecta al menos a 10 millones de personas cada año, en los cuales las lesiones de cabeza y cuello son algunos de los problemas más comunes, que ahora sabemos causan más daño a las mujeres. Aunque también hay hombres víctimas de violencia doméstica, la experiencia es mucho mayor entre las mujeres.14 La diferencia más significativa entre los sexos se encuentra en el ámbito de la violencia sexual, ya que las mujeres son cinco veces más propensas que los hombres a ser atacadas sexualmente.15 Las mujeres también padecen más violencia repetida y sistemática, ataques y lesiones más graves, y son hospitalizadas con mayor frecuencia que los hombres. Claramente, esto debe cambiar. Este libro no pretende ofrecer estrategias o soluciones a la violencia doméstica, sino brindar otro tipo de recomendaciones. Me gustaría enfatizar que el apoyo a las víctimas debe ir más allá de la asesoría psicológica y legal (ambas sumamente necesarias) para incluir estrategias médicas y abordar posibles consecuencias neurológicas, sobre todo relacionadas con la inflamación.

      Inflamación

      La inflamación puede ocurrir de diversas formas. Ya sea que una bacteria o un virus dañino entre a tu cuerpo, que te raspes la rodilla o que tengas un absceso en un diente, cada uno de estos eventos le envía una señal a tu cuerpo para que ponga en marcha sus defensas. Nuestro cuerpo posee células centinela que alertan al sistema inmunitario de la presencia de invasores. Luego se liberan sustancias químicas que preparan al cuerpo para pelear, rodeando a los “intrusos” y frenando su avance. Otro grupo de guardaespaldas, llamados macrófagos, libera citoquinas, luchadores de gérmenes altamente especializados. En el cerebro existe una primera línea de defensa similar, donde versiones neurales de macrófagos, llamados microglía, patrullan constantemente. Producen inflamación para defender al tejido cerebral contra aquellas cosas que no deberían estar ahí, incluyendo virus, bacterias, células cancerígenas y placas de alzhéimer. Una vez que han cumplido su misión, el sistema inmunitario les indica que se retiren y todo vuelve a la normalidad.

      A veces, por distintas razones, la respuesta inflamatoria no logra apagarse y entonces sobreviene la inflamación crónica. A diferencia de la inflamación aguda que sigue a una infección o lesión repentina, la inflamación crónica produce un exceso de actividad continua y tenue que, de no atenderse en el largo plazo, puede contribuir al desarrollo de muchas enfermedades.

      Ahora existen pruebas consistentes de que la inflamación cerebral crónica de bajo grado está relacionada con el desarrollo de deterioro cognitivo e incluso alzhéimer. Aunque la inflamación no provoca estas condiciones, diversos estudios han indicado que podría acelerar el proceso, posiblemente al actuar como un detonante.16 Casualmente, al parecer, este proceso es peor en las mujeres.17 Las investigaciones sugieren que, debido a las diferencias hormonales, las células microgliales están conformadas de manera distinta en cada sexo, lo cual podría ocasionar una respuesta inmunológica menos eficiente en las mujeres. No debería sorprendernos entonces que 75 por ciento de los estadunidenses diagnosticados con enfermedades autoinmunes como lupus y artritis reumatoide sean mujeres.

      Por otro lado, la inflamación de bajo grado es un actor oculto dentro de los factores de riesgo para la demencia que hemos mencionado hasta ahora, incluidas las cardiopatías, la obesidad, la diabetes y las conmociones cerebrales, los cuales resultan muy nocivos para el cerebro femenino. Por si esto fuera poco, la inflamación puede afectar terriblemente los niveles hormonales tanto en tu cuerpo como en tu cerebro.

      Entonces, ¿qué podemos hacer? Tratar la inflamación crónica no es tan sencillo como parece. Los antiinflamatorios están disponibles en todas partes, pero la información que se tiene sobre su eficacia es tema de debate, sobre todo cuando se trata de la salud cerebral. En general, los ensayos clínicos con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE, como el ibuprofeno y el naproxeno) no han mostrado ningún beneficio e incluso han llegado a empeorar los síntomas en pacientes con demencia. Algunos datos recientes sugieren ciertos efectos protectores si se inicia la terapia con AINE antes de que se presenten síntomas, pero eso aún está por validarse.18

      Para la mayoría de las personas, mantener la inflamación bajo control se reduce a cuestiones básicas como evitar aquello que provoque inflamación y practicar aquello que ayuda a disminuirla. Como discutiremos a detalle en el capítulo 10, éstas incluyen comer bien (con un enfoque en alimentos antiinflamatorios), mover tu cuerpo con regularidad, descansar más, bajar de peso si es necesario y dejar de fumar. Otras opciones son buscar tratamiento para cualquier fuente de inflamación como exposición a toxinas, colesterol alto, bacterias nocivas e incluso enfermedad de las encías. Seguir estas recomendaciones al pie de la letra ayudará a frenar la inflamación crónica antes de que se extienda por todas partes, y a aliviarla si está presente. Hablando de bacterias…

      Infecciones

      Sabemos desde hace tiempo que otra causa de inflamación, la infección sistémica, puede ocasionar problemas cognitivos que se asemejan a la demencia. En el diagnóstico de demencia, rutinariamente revisamos a nuestros pacientes para ver si existen infecciones bacterianas o virales como infecciones del tracto urinario, herpes o enfermedades transmitidas sexualmente, como sífilis o VIH. Otras condiciones que debemos monitorear son el virus Epstein-Barr, la enfermedad de Lyme y la babesiosis. Si descubrimos algún hallazgo positivo lo abordamos de inmediato, lo cual suele mitigar cualquier síntoma cognitivo.

      Tradicionalmente, este tipo de infecciones han sido consideradas como algo que debe descartarse durante el proceso de diagnóstico. Después de todo, gracias al sistema de defensa incorporado del cerebro, conocido como la barrera hematoencefálica, estos patógenos son incapaces de introducirse en el cerebro. Sin embargo, las investigaciones más recientes muestran que quizás hayamos subestimado el problema al ignorar un factor clave. A medida que envejecemos, la barrera hematoencefálica pierde fuerza, por ende más virus y bacterias consiguen atravesar y alcanzar el cerebro, y pueden acelerar el avance del alzhéimer, quizás incluso son capaces de desencadenar su aparición.19

      Este último descubrimiento es relevante para hombres y mujeres, pero con una excepción: en primer lugar, las mujeres son más susceptibles a las infecciones. Por ejemplo, las mujeres sufren síntomas de gripe más severos que los hombres, pese a que en realidad suelen albergar menos virus (¡y suelen quejarse menos!). Las mujeres también tienen mayor riesgo de desarrollar infecciones del tracto urinario. Esto se debe a que las infecciones pueden desestabilizar nuestro equilibrio hormonal, provocando que nuestros ciclos se descontrolen.20 Este desequilibrio debilita nuestra respuesta inmunológica, volviéndonos más vulnerables a nuevos gérmenes y más inflamación. No puedo evitar pensar que la relación entre la inflamación y el alzhéimer adquirirá mayor importancia a medida que desentrañemos las asociaciones entre las toxinas y la disrupción que provocan en el cuerpo y en el cerebro. Pronto ahondaremos en ello.

      Depresión

      La depresión es

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