El cerebro XX. Lisa Mosconi

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El cerebro XX - Lisa Mosconi Para estar bien

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y del estilo de vida, así como de las condiciones médicas coexistentes como la obesidad, la diabetes y las cardiopatías. Para las mujeres es crucial vigilar nuestras hormonas, además de darnos tiempo para manejar mejor nuestra salud. El cerebro de las mujeres experimenta alteraciones desencadenadas por cambios hormonales, los cuales pueden hacernos vulnerables al envejecimiento y al deterioro cognitivo. Aunque ésta no es una verdad absoluta para todas las mujeres, este riesgo puede reducirse mediante la medicina preventiva y haciendo modificaciones específicas en el estilo de vida.

      Ya contamos con muchas herramientas necesarias para evaluar factores de riesgo genéticos y no genéticos del envejecimiento cerebral y la demencia. Al asociar esta información con nuestras elecciones en términos de estilo de vida, tendremos en nuestras manos la clave para contrarrestar y reducir estos riesgos. Al considerar nuestra singularidad biológica y ser proactivos con las alternativas específicas para nuestras necesidades básicas, podríamos superar lo que hasta ahora se creía insuperable. Y en vez de conseguirlo mediante cirugía o fármacos, lo lograremos a través de la prevención.

      Nuestra individualidad biológica incluye, por supuesto, ser mujeres. Las investigaciones han mostrado cómo las mujeres experimentamos las cardiopatías de forma radicalmente distinta a los hombres, lo cual deriva en diferentes síntomas y resultados. Debemos estudiar la salud mental de forma similar. El cuerpo, el cerebro y la vida de las mujeres difieren de los de los hombres en maneras diversas que interfieren con la salud cognitiva y el estado de ánimo a nivel general, y que pueden desencadenar la pérdida de memoria y la demencia.

      El campo del alzhéimer ha proporcionado la evidencia más clara de que el cerebro femenino requiere un cuidado distinto al masculino al destacar la existencia de bases biológicas únicas que sustentan esa disparidad de género. Ahora está claro que hombres y mujeres recorren caminos distintos hacia la demencia. Varios científicos hemos identificado más de treinta factores genéticos, médicos, de estilo de vida, culturales y sociales que tienen un impacto distinto sobre el riesgo de deterioro cognitivo dependiendo del género. Gracias a una serie de aspectos únicos del cerebro femenino, algunos de estos factores incrementan el riesgo de forma más dramática en mujeres que en hombres, mientras que otros sólo aumentan el riesgo en las mujeres. Curiosamente, se ha visto que los cambios hormonales en los años previos y posteriores a la menopausia actúan como mecanismos subyacentes clave que pueden activar estos riesgos, así como predisposiciones existentes. Para muchas mujeres, la menopausia es el punto de inflexión donde los riesgos médicos pueden convertirse en verdaderos problemas de salud. También es el momento en que nuestro cerebro se vuelve particularmente vulnerable a los estresores de nuestro entorno y estilo de vida. Aunque quizá no todos estos riesgos sean aplicables a tu realidad en este momento, es de vital importancia que todas las mujeres entiendan con qué deben tener cuidado para garantizar su bienestar a futuro y para ayudar a otras mujeres a protegerse.

      En este capítulo, analizaremos los riesgos genéticos, médicos, hormonales y de estilo de vida que tienen un mayor impacto en las mujeres. A continuación se describen algunos de los principales factores y se explican a detalle a lo largo de todo el libro, acompañados de recomendaciones efectivas para minimizar y, aún mejor, erradicar sus efectos negativos en nuestro cerebro. Porque la realidad es que la pérdida de memoria no tiene que ver con la edad; en gran medida, está determinada por las elecciones que hacemos y las experiencias que tenemos a lo largo de la vida.

      RIESGOS GENÉTICOS

      Como se mencionó antes, para la mayoría de las personas el ADN no es tan determinante como alguna vez se pensó. Sin embargo, existen factores que están arraigados en nuestro ADN (aunque no siempre son causa de una enfermedad) que de cualquier modo pueden incrementar el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y demencia. Estos factores contemplan si tienes antecedentes familiares de demencia; algunas variantes de riesgo genético; y tu origen étnico.

      Antecedentes familiares

      Una vez palomeadas las casillas de (a) envejecer y (b) nacer mujer, tener antecedentes familiares de alzhéimer es el siguiente factor más importante para padecerlo (así como otras formas de demencia). Éste es el caso particular de las familias que se ven afectadas por las mutaciones genéticas que provocan enfermedades. Más adelante descubriremos cómo determinar si tú o alguno de tus seres queridos posee alguna de estas mutaciones. Sin embargo, algunos avances recientes en la investigación médica indican que optimizar nuestro cuidado médico y nuestro estilo de vida puede hacer maravillas para la salud cerebral, incluso para aquellos que poseen mutaciones genéticas que provocan enfermedades.

      Si en tu familia no existen mutaciones genéticas, si alguno o ambos padres tienen (o tuvieron) alzhéimer, se considera que tú estás en riesgo. Subrayo que, aunque uno de tus padres haya sido afectado por la enfermedad, no significa que tú también saldrás afectada; sin embargo, sí tienes una predisposición y debes prestar más atención a tu salud. Algo que también vale la pena mencionar es que implica más riesgo que tu madre haya sufrido alzhéimer a que tu padre haya padecido la enfermedad.1 Es comúnmente ignorado que las mujeres se encuentran en el centro del problema en ausencia de mutaciones genéticas. Pese a que aún no sabemos con certeza cómo los antecedentes familiares incrementan el riesgo, sí sabemos que un estilo de vida saludable puede reducir las posibilidades de desarrollar demencia incluso para quienes poseen un riesgo genético más alto.

      El gen ApoE

      Actualmente, el único factor de riesgo genético que tiene un impacto en la salud cognitiva se conoce con el nombre de apolipoproteína E, o de manera más sencilla, ApoE. Gracias a los medios de comunicación, este gen les ha dado a los médicos mucho trabajo extra, pues ha sido presentado de una manera que simplifica en exceso su influencia sobre la probabilidad de que una persona desarrolle alzhéimer. Vayamos, pues, al meollo del asunto: todos tenemos un gen ApoE que forma parte de nuestro ADN. Existen tres variantes distintas o “alelos”: épsilon 2, épsilon 3 y épsilon 4, los cuales abreviaré como ApoE-2, ApoE-3 y ApoE-4. Cada una de estas variantes tiene efectos distintos en la salud.2 La variante ApoE-2 protege contra la demencia. La variante ApoE-3 es ampliamente neutral. La variante ApoE-4 no provoca alzhéimer (sólo incrementa el riesgo de padecerlo). A pesar de esto, el ApoE-4 se ha promovido como una mutación genética peligrosa, a tal grado que algunos periodistas lo han llamado “el malvado gen del alzhéimer”, aunque innumerables portadores de ApoE-4 tienen vidas largas y felices sin ningún rastro de demencia; mientras que más de 60 por ciento de los pacientes con alzhéimer ni siquiera porta el gen ApoE-4.

      En todo caso, existen dos razones principales para tomar en cuenta el estatus ApoE de cada persona. Primero, aunque el ApoE-4 afecta tanto a hombres como a mujeres, las mujeres con ApoE-4 son más proclives a desarrollar deterioro cognitivo o alzhéimer.3 Las mujeres con ApoE-4 también son más propensas a tener un peor desempeño en términos de memoria, un mayor encogimiento cerebral y una mayor acumulación de placas de alzhéimer desde que alcanzan la mediana edad.4 Pero el motivo más importante para tomar en serio esta información es que los efectos del ApoE-4 pueden mitigarse al utilizar el programa descrito en este libro. En los próximos capítulos, destacaré todas las pruebas y recomendaciones que funcionan particularmente bien para aquellos con ApoE-4 y luego profundizaremos en cómo utilizar la información genética para decidir a qué intervenciones someternos.

      Otros riesgos genéticos

      Más de veinte “riesgos genéticos” o variantes genéticas adicionales se han vinculado a un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer.5 Sus asociaciones no son tan fuertes como las del ApoE y necesitan establecerse con mayor firmeza. Sin embargo, vale la pena prestarle atención al hecho de que la mayoría de estos genes tiene un efecto similar en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro: influye en nuestra respuesta a la inflamación. Como discutiremos más adelante, en el apartado de “Riesgos médicos”, la inflamación crónica suele afectar más al cerebro femenino que al masculino, un dato que debe tomarse muy en serio.

      Origen

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