Rodolfo Walsh en Cuba. Enrique Arrosagaray

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Rodolfo Walsh en Cuba - Enrique Arrosagaray

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tanto de foco. Sólo decimos que en la segunda mitad de la década del ‘30 Frondizi apoyó públicamen­te a los republicanos durante la Guerra Civil Española; que fue secretario de la Liga por los Derechos del Hombre y que gestio­nó por la libertad del dirigente guerrillero y comunista brasileño Luis Carlos Prestes5.

      Lili Mazzaferro no anda bien de salud pero ese pesar no le impide siempre estar muy elegante. Tiene en su andar un aire aristocrático como Poupée, aunque putée en cada oración, tam­bién como Poupée. Hay, evidentemente, cierta matriz común con la Blanchard aunque haya abismos en las simpatías políticas. La Mazzaferro, cara afilada, voz ronca, cabellos cortos, se siente más cómoda en el campo que en la ciudad. Siente placer por estar con sus plantas y siempre que puede, aún hoy, se va de su casa capi­talina en Colegiales. La política no le interesaba y menos la mi­litancia, hasta que asesinaron a su hijo veinteañero en 1971. No mucho tiempo después de ese día se hizo militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y luego montonera.

      Ella recuerda las caras divertidas en aquellas reuniones del 58, tan informales y tan impredecibles y ratifica su desinterés por la política en aquellos días aunque sólo admite una excepción: “era tan fuerte lo que uno sentía por otras cosas, por Cuba por ejemplo”.

      ¿Lo de los cubanos en la sierra lo conocían y lo admiraban desde antes del triunfo de la revolución?

      ¡¡Pirí era una católica de mierda!! -lo enfatiza para duplicar la importancia del giro-. Cuando yo me separo, le pido a Pirí que me salga de testigo, y se negó -por sus prejuicios religiosos-. ¿Sabe quiénes fueron mis testigos de separación? Beatriz Guido y Leopoldo Torre Nilsson.

      Estaba contando algo de los Córdova Iturburu…

      Mazzaferro: …le decía que a lo de Pirí iban las hijas de Córdova Iturburu. Ellas eran muy amigas del Che -en realidad eran primas y habían tenido un trato estrecho en la provincia de Córdoba cuando eran muchachitos-. Y en las reuniones en lo de Pirí ellas empiezan a contar -lo del Che en Cuba antes del triun­fo de la revolución- y uno empezó a interesarse.

      Iban además a las reuniones en el Palacio de los Patos, los her­manos Sanz, las hijas de Nalé Roxlo, amigos de Carlos y Pirí cuando eran jóvenes. Cuando Pirí se muda, las reuniones siguen pero cambian algunos de los personajes. Las reuniones en lo de Pirí comenzaron por el 48 y siguen en sus otros domicilios. Las de Poupée comienzan ya con Rodolfo.

      Un dato más: los poetas Conrado Nalé Roxlo y Cayetano Córdova Iturburu eran amigos desde la década del ‘20. Incluso fueron compañeros de trabajo en más de un proyecto y vecinos en el barrio cercano al Parque Rivadavia.

      ¿Usted iba seguido al Palacio de los Patos?

      ¿Viñas era siempre de carácter difícil?

      Mazzaferro: Síííííííí, todos decíamos eso…-se ríe pero deja traslucir que algo de cierto hay en lo que dice-. Yo cada vez que pienso que tarde por medio me iba a charlar con Macedonio Fernández y que una o dos veces por semana nos reuníamos en lo de Bioy, con Silvina, con Borges…, nos reíamos. Borges me acompañaba desde Ecuador y Santa Fe caminando hasta mi casa.

      Se me hace difícil entender que esta mujer que está delante mío, en cama porque no se siente bien, es la misma que acompañaba Borges con su cortesía inglesa y que también es la que frecuenta­ba casas pobres de Florencio Varela y la que marchaba luego en las columnas montoneras intimidando incluso a Perón. De esta nebulosa me saca Timossi.

      Usted Timossi, ¿recuerda que se hablara de política en las reunio­nes de los viernes?

      Timossi: No, de política no se hablaba. Esas reuniones fueron durante el 57 y el 58. Hasta que alguna vez apareció el tema de Cuba. Ni sabíamos muy bien en dónde estaba ese país, y los bar­budos de la sierra y Fidel.

      ¿Recuerda quién trajo el tema de Cuba?

      ¿Y le hiciste caso?

      Timossi: Una de las primeras cosas que yo escribí fue un lar­go artículo que se llamó “Todavía existe la mita en Bolivia”, y le adjunté una primera foto que saqué en mi vida y salió una foto sensacional de unos mineros bajando en un winch…-Timossi no puede sujetar el relato y se le desboca hacia su experiencia perso­nal-. Yo estuve con los mineros noventa metros bajo tierra. Salían de ahí como fantasmas, con pelotas verdes de humedad por todo el cuerpo. Claro, tenían que pasar una semana abajo para que sus familias, arriba, que vivían en la roca, como en cuevas, pudieran comer -Timossi frena, respira y retoma-. Ese artículo salió aquí, en el periódico Revolución, en julio del 59. Yo lo tengo todavía.

      ¿Se te dificultó trabajar de periodista sin serlo, en ese viaje?

      Timossi: …-duda en contar, pero cuenta-. Es que Rodolfo nos había falsificado unas credenciales como si fuéramos periodistas del diario La Nación -y

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