Política económica para decidir en tiempos difíciles. Juan Carlos de Pablo

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Política económica para decidir en tiempos difíciles - Juan Carlos de Pablo

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enfoque no requiere que las personas sean siempre “racionales”, o que las instituciones elijan de manera racional. La perspectiva basada en la elección racional genera una teoría de la cual surgen predicciones empíricamente refutables, con respecto a las instituciones que podrían prevalecer en determinada situación… Esto implica un par de cosas: cómo son seleccionadas las instituciones y cómo se motiva a la población para que se inserte en patrones institucionalizados de comportamiento. Un enfoque, el de “instituciones-como-reglas”, enfatiza la importancia de la teoría de la selección de instituciones; otro, el de “instituciones-como-equilibrio”, privilegia la importancia de la teoría de la motivación… Ambos enfoques son complementarios.

      La clave del enfoque “instituciones-como-equilibrio” es que el comportamiento y el esperado comportamiento de los otros, más que las reglas en sí, es lo que en última instancia induce a que la gente se comporte como lo hace… La corrupción que se desarrolla dentro de ciertos sistemas políticos en el mundo no se debe a la ausencia de reglas que la califican como un delito, sino a las particulares regularidades del comportamiento… En dicho enfoque las reglas son instituciones y las instituciones son las reglas… En el enfoque “instituciones-como-reglas” las creencias influencian el comportamiento a través de su impacto en las reglas. Según North (2005) “la clave para entender el proceso de cambio pasa por la intencionalidad de los participantes en promulgar el cambio institucional y su comprensión de las cuestiones en juego”. (Greif y Kingston, 2011).

      Coase

      En 1991 le otorgaron el Premio Nobel de Economía, “por su descubrimiento y clarificación del significado de los costos de transacción y los derechos de propiedad, sobre la estructura institucional y el funcionamiento de la economía”. No sorprendentemente, su conferencia Nobel (Coase, 1991) se titula La estructura institucional de la producción. Su reputación se basa en dos artículos, publicados en 1937 y 1960.

      Brillante idea, como muestra la experiencia. Es más, en algunos casos –el de la fotocopiadora, por ejemplo– genera una dinámica, cuando el responsable de una empresa, horrorizado por el desperdicio que genera el hecho de que cuando la máquina está en la empresa los empleados actúan como si fotocopiar fuera gratis, decide tercerizar el servicio. Pero al tiempo, horrorizado por la cuenta que le llega de la empresa tercerizada, vuelve a instalar una fotocopiadora dentro de su empresa. En la década de 1980 el servicio de cafetería del MIT estaba a cargo de Marriot, porque como me dijo Rudiger Wilhelm Dornbusch, “nosotros sabemos dictar clases, no preparar café”.

      A veces la decisión de tercerizar no tiene tanto que ver con la tecnología, o la toma de decisiones individual, cuanto con razones impositivas o judiciales. ¿Quién se hace cargo de un accidente laboral, la empresa contratista o la que realiza determinada tarea? Aquí también se plantea una cuestión dinámica, porque la tercerización de ciertas labores, para los tribunales del trabajo, no siempre elimina la responsabilidad de la empresa que contrató el trabajo.

      En El problema del costo social Coase (1960) afirmó que se necesita un cambio de enfoque, abandonando el propuesto por Arthur Cecil Pigou, de penalizar a quien genera deseconomías externas, y alentar a quien genera economías externas. En sus palabras:

      La monografía “tuvo una influencia inmensa entre los abo­gados, pero no entre los economistas. Donde aparecen los costos de transacción surge naturalmente la importancia del sistema legal. En los mercados no se transan cantidades físicas, sino el derecho a realizar ciertas acciones” (Coase, 1991).

      El “teorema” de Coase tiene una implicancia nítida e importante: antes de encargarle al Estado que solucione el problema, redúzcanse los costos de transacción para ver si las partes no pueden ponerse de acuerdo. Mi ejemplo preferido: un edificio de departamentos linda con un terreno baldío. Por imposición de las autoridades municipales, la pared medianera no puede tener aberturas, “una pérdida de bienestar derivada de una decisión pública”, diría Coase. Él recomendaría, por ejemplo, que los dueños de los departamentos se reunieran con el propietario del terreno y que negociaran que hasta que este último construyera un edificio, los primeros pudieran instalar ventanas sobre la pared medianera, pagándole al dueño del terreno los impuestos municipales, o afrontando los gastos para mantenerlo limpio.

      “El enfoque de los costos de transacción no provee un encuadre analítico, sino una conceptualización poco precisa, para sistematizar los varios modelos existentes… Muchas prácticas empresariales, aparentemente ineficientes, analizadas en profundidad se explican como intentos para enfrentar difíciles costos de transacción… Es necesario mejorar y profundizar la teoría política estándar referida a los resultados ineficientes” (Dixit, 1996). “El teorema de Coase tiene que ver con la responsabilidad, depende de que alguien sea responsable o no, de los daños que pueda causar… La ley de propiedad determina quién es dueño de algo, pero el mercado determina cómo será utilizado… La gente no contamina porque le guste contaminar. Lo hace porque es más barato producir de esa manera. La manera más barata de producir es el lado bueno, la pérdida de valor que tenés por contaminar es el lado malo. Hay que comparar los dos. Esa es la forma de mirarlo” (Coase, en Hazlett, 2001).

      “¿Por qué importa el proceso político en el que se desarrolla la política económica? En el mundo planteado por el teorema de Coase es irrelevante, pero dicho teorema no describe la realidad, sino que es una idealización para explicar por qué la realidad difiere del ideal. En las relaciones económicas el teorema de Coase falla por la existencia de ‘costos de transacción’” (Dixit, 1996). Ocurre exactamente lo mismo con el análisis de la igualación del precio de los factores (Samuelson, 1948 y 1949) y la independencia del valor de una firma con respecto a su estructura de financiamiento (Miller y Modigliani, 1958; Modigliani y Miller, 1961). Al mostrar las condiciones bajo las cuales se dan los citados resultados, Samuelson en un caso y Modigliani y Miller en el otro, explicaron por qué nada de esto se verifica en la práctica.

      North

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