Gobernanza china. Tyra Diez Ruiz
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Yang Zhenwu, director del People’s Daily
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Historias sobre el gobierno honesto: «la corrupción de los mandos debilita al gobierno»
EL RECHAZO DEL ORO POR LOS CUATRO TESTIGOS
Una de las historias famosas en China es la de Yang Zhen, un oficial de la dinastía Han del Este al que ordenaron transferir desde la prefectura de Jingzhou hasta la de Donglai. A su paso por Changyi, de camino para asumir el cargo, el gobernador del condado Wang Mi, que había accedido al puesto gracias a la ayuda y recomendación de Yang Zhen, fue a visitarlo en el día con las manos vacías, pero por la noche, quiso pagarle sus favores regalándole diez taeles de oro, diciéndole: «Ya es tarde y está oscuro, nadie lo sabrá», a lo que Yang replicó: «El cielo lo sabe, la tierra lo sabe, yo lo sé, tú lo sabes: son cuatro testigos, ¿cómo te atreves a decir que nadie lo sabrá?». Al oírlo, Wang Mi se sintió avergonzado.
Yang Zhen siempre fue un oficial recto y honesto, cuando sus mayores y amigos le recomendaban adquirir propiedades para sus descendientes, replicaba: «A ellos les dejaré en herencia el título de Descendientes de un Oficial Incorruptible, y ¿acaso no es este el mejor de los legados?». Verdaderamente, esta es la conciencia de la honestidad.
[Discurso en la Séptima Sesión Plenaria de la XVIII Comisión Central del PCCh para la Inspección Disciplinaria (6 de enero de 2017).] |
China cuenta en su tradición con numerosas historias sobre oficiales insobornables. Por ejemplo, Yang Xu ahogó al pez que sus subordinados le regalaron como rechazo a todo tipo de soborno, Zihan valoraba por encima de todo la rectitud, Kong Fen rechazó lucrar cuando fue destinado a una zona con una rica economía, y Bao Zheng no se llevó siquiera la piedra de la tinta cuando abandonó su cargo. De igual forma, la historia de Yang Zhen, conocida como «El rechazo del oro por los cuatro testigos» y su irreprochable conducta para con sus descendientes, perdura en nuestra memoria.
Yang Zhen, cuyo nombre de cortesía era Boqi, nació en Huayin, provincia de Shaanxi, y fue un renombrado letrado de la dinastía Han del Este. Se integró en el ámbito político a los cincuenta años, alcanzando finalmente una posición entre los tres más altos oficiales del estado. Durante toda su carrera se mantuvo recto e insobornable. La anécdota aquí referida aparece originalmente en El libro de los Han tardíos. Biografía de Yang Zhen, donde se atestigua: «Yang Zhen era tan justo e imparcial que siempre rechazaba favores personales. Sus hijos y nietos comían verduras a menudo y salían descalzos. Venerables ancianos le recomendaban adquirir propiedades, lo que reclinaba diciendo “A mis sucesores dejaré en herencia el título de Descendientes de un Oficial Incorruptible, ¿y acaso no es este el mejor de los legados?”».
Debido a esta anécdota, en generaciones venideras se le conoció como «Don Yang de los Cuatro Testigos» o «Prefecto Jefe de los Cuatro Testigos» o bien «Míster Cuatro Testigos»; asimismo, la sala ancestral en cuyo honor se llamó Sala de los Cuatro Testigos se conservó en el palacio gubernamental de Laizhou hasta la dinastía Ming. El poeta de la dinastía Tang Hu Ceng alabó su conducta en su poema histórico La tierra al oeste de Hanguguan: «El espíritu de Yang Zhen yace en las umbrías colinas de Mang, en las desoladas tierras al oeste de Hanguguan, pero la reputación que ganó con sus cuatro testigos perdurará en el mundo, eterna será junto al cielo y la tierra».
Yang Zhen no solo llevó una vida de rectitud y honestidad, sino que incluso criticó públicamente los malos hábitos que veía entre los círculos oficiales. No tuvo reparos siquiera para denunciar a la misma familia imperial. Muchos parientes imperiales, como Geng Bao, un tío por parte materna del emperador An de Han, o Yan Xian, hermano de la emperatriz, quisieron recomendar a sus familiares para desempeñar puestos oficiales. Pero Yang Zhen, sabiendo de su falta de moralidad y capacidad, siempre los rechazó lisa y llanamente.
Su extraordinaria conciencia moral y la forma de dirigir a su propia familia fue la noble herencia que legó a sus descendientes. Según recogen los registros históricos, su familia hizo gala de un comportamiento intachable durante cuatro generaciones. Su hijo, Yang Bing, vivió recluido en una aldea donde trabajó como maestro hasta que cumplió los cuarenta años, momento en el que comenzó su carrera oficial, con la misma determinación que su padre. En cierta ocasión, unos subordinados quisieron sobornarlo con una cantidad cuantiosa de dinero, y él «cerró la puerta sin aceptarlo, por pura rectitud». Tanto Yang Ci, que ejerció de gran comandante imperial, como todos los nietos de Yang Zhen, continuaron la tradición familiar manteniéndose incorruptibles y por ello su gran legado ha sido narrado una y otra vez durante siglos.
En la Séptima Sesión Plenaria de la XVIII Comisión Central para la Inspección Disciplinaria del PCCh, Xi Jinping quiso enfatizar esta idea: «Los líderes y cuadros del Partido deben enseñar esta conciencia incorruptible y ser por tanto insobornables. Solo siendo altamente conscientes es posible encontrar el lado correcto de la propia conducta». Y precisamente recurrió a la historia «El rechazo del oro por los cuatro testigos» y a la enseñanza que esta implica sobre el valor de un legado de rectitud, para ilustrar el profundo sentido de la conciencia en la vida social, profesional, cultural y moral del individuo. La conciencia nos permite distinguir el bien del mal, comprender la diferencia entre lo privado y lo público, y es también la herramienta de un partido para crear una atmósfera saludable evitando la perversidad. La conciencia es la «piedra angular» que pone a prueba la cualidad ideológica del individuo. Al encarar las contradicciones entre lo público y lo privado, lo justo y lo interesado, lo verdadero y lo falso, el mal y el bien, o la alegría y la amargura, solo de ella depende escoger el lado correcto.
LA LUCHA ANTICORRUPCIÓN NO ES HOUSE OF CARDS
Mientras seguimos profundizando en la lucha contra la corrupción, en nuestra sociedad han surgido un buen número de teorías que influyen o caldean la opinión pública. Algunas incluso se han hecho con un considerable mercado. Por ejemplo, hay quien defiende que la lucha anticorrupción no tiene nada que ver con el interés de los ciudadanos, que conduce a la pasividad de los funcionarios del Partido, que afecta al desarrollo económico, que es una mera lucha de poder, que debiera en todo caso implementarse gradualmente y demás ideas de esta índole. Contra estos discursos erróneos o confusos, hemos de aportar análisis claros que los denuncien y corrijan, disolver el ánimo negativo y deshacer malentendidos tendenciosos. Hemos de decir claramente que nuestra lucha contra la corrupción no es una élite de esnobs despreciando al pueblo ni tampoco una lucha de poder al estilo de House of Cards, y mucho menos, por supuesto, una suerte de «edificio inacabado» dejado a medias. Todo ello es crucial para profundizar en la construcción de una atmósfera favorable en la opinión pública respecto a la mejora de la conducta del Partido, la construcción de un gobierno limpio y la lucha anticorrupción.
[Discurso en la Sexta Sesión Plenaria de la XVIII Comisión Central del PCCh para la Inspección Disciplinaria (12 de enero de 2016).] |
House of Cards es una serie política que narra las peripecias de un congresista sin escrúpulos y de su mujer, tan ambiciosa como él, en su lucha cruenta por el poder y el dinero en la arena política estadounidense.
El protagonista de la serie, Francis Underwood, es un frío y calculador político sin apenas otras referencias: con la intención de hacer caer al que va a ser secretario de Estado, envía a un subordinado