Para una crítica del neoliberalismo. Rodrigo Castro
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Gran parte de las descripciones de Foucault sobre el neoliberalismo buscan precisamente desactivar alguna de estas tres hipótesis. Tomemos un momento en cuenta las referencias a las que alude Foucault en la cita anterior. Considerar al neoliberalismo como una forma de la sociedad de mercancías, a juicio de Foucault, implica asumir la vigencia del análisis de Marx sin modificaciones, no habría condiciones sociales esencialmente diferentes a las descritas por Marx. En algún momento Foucault menciona también a Sombart para mostrar esta postura, además enumera una serie de descripciones entrelazadas. Sería también «la sociedad de masas, la sociedad de consumo, la sociedad de mercancías, la sociedad del espectáculo, la sociedad de los simulacros, la sociedad de la velocidad» (Foucault, 2007: 182). En fin, se alude a una buena parte de los diagnósticos críticos del siglo xx. Ya veremos que la respuesta de Foucault es que estas hipótesis no dan en el blanco pues no ven algo nuevo en el neoliberalismo. Tomemos en cuenta la otra referencia: Solzhenitsyn, como ejemplo de una estatalización cada vez mayor, en algún momento también complementa: «sociedad mercantil y del espectáculo, universo concentracionario y gulag» (Foucault, 2007: 156) y finalmente remata el argumento:
Esa transferencia de los efectos políticos de un análisis histórico bajo la forma de una simple repetición es sin duda lo que hay que evitar a cualquier precio, y por eso insisto en ese problema del neoliberalismo para intentar desembarazarlo de las críticas que se plantearon a partir de matrices históricas lisa y llanamente traspuestas. El neoliberalismo no es Adam Smith; el neoliberalismo no es la sociedad mercantil; el neoliberalismo no es el gulag en la escala insidiosa del capitalismo (Foucault, 2007: 157).
Habría que preguntarse quién sostiene en efecto algo así, cuáles son las vocerías de estas tres hipótesis, a la distancia la identificación de estas posturas no resulta nada transparente. Por ejemplo, la primera, la hipótesis de la sociedad mercantil es presumiblemente más fácil. Pero asumir que el neoliberalismo equivaldría a una expansión estatal-disciplinaria es particularmente difícil de identificar.
Transparente u opaca, lo que quiero enfatizar es que esta triple afirmación anterior marca los temas que Foucault tratará del neoliberalismo y puede usarse como esquema, al menos provisorio, para revisar el tratamiento que Foucault dará a la cuestión del neoliberalismo en Nacimiento de la biopolítica. De modo que los desafíos fundamentales del análisis foucaultiano serán 1.- establecer que el neoliberalismo trata de realizar una sociedad de empresas basada en relaciones de competencia y desigualdad, 2.- que el neoliberalismo rompe con el principio económico naturalista del laissez faire, 3.- que el neoliberalismo implica una modificación de las estrategias de gobierno esencialmente diferente a las disciplinas.47
En este punto del argumento me parece hay que insertar el coloquio Lippmann. Su función como elemento argumental, al interior del discurso, consiste precisamente en evidenciar los elementos novedosos del neoliberalismo, que como recién he mostrado Foucault quiere hacer visibles. Así introduce Foucault el pasaje: «En el transcurso de la reunión, entonces, se definen —todo esto lo hallarán en el resumen, salpicado de otras tesis y de temas del liberalismo clásico— las propuestas específicas y propias del neoliberalismo» (2007: 161). Si tenemos a la vista la triple propuesta de análisis de Foucault, en rigor en el coloquio aparecerán sobre todo elementos de la segunda, es decir una crítica clara al laissez-faire, y formulaciones liberales no naturalistas, y por otra parte aparecerán elementos de la tercera propuesta, aunque de manera muy primitiva, podríamos decir axiomas más que estrategias. Es decir, algunos de los principios de lo que eventualmente, en el tiempo, podría llegar a ser una tecnología neoliberal de gobierno, por ejemplo, el principio de no intervención económica sobre el mecanismo de precios, especialmente la fijación de salarios conforme al modo de libre fijación de los precios, el sometimiento de los subsidios al equilibrio presupuestario. Como se ve, se trata de ciertos principios negativos, en el sentido de algo que no hay que traspasar. Hilando más fino, hay en el coloquio una aceptación tácita de los participantes de la necesidad de subsidios y algunas correcciones. Pero no aparecen rasgos claros de una «forma de gobernar». Dicho de otro modo, las ideas se orientan a desregular, generar las condiciones para que las cosas funcionen desreguladamente y arreglar problemas en el camino ya sean frutos de esa misma desregulación o de que aún no se desregula lo suficiente. Al contrario, un principio de gubernamentalidad implica algo diferente, implica regular de cierto modo específico y diferenciable. Esa profundidad gubernamental, que Foucault en Nacimiento de la biopolítica le atribuye a los ordoliberales, no aparece en el coloquio.48
La descripción de Foucault del coloquio puede sintetizarse en algunos puntos.
1 Desde el punto de vista genealógico, se trata de un pasaje de cierta relevancia para entender qué quiere decir neoliberalismo, porque aquí se encuentran algunos de los gérmenes, especialmente del neoliberalismo alemán.
2 La concepción jurídica sostenida especialmente por Lippmann durante el coloquio expresa un antinaturalismo que será un rasgo importante del neoliberalismo alemán
3 Se encuentran en el coloquio los principios de intervención liberal, el principio modelador de las «acciones conformes». En conjunto, se aprecian los elementos de discusión de una política social neoliberal.
Me gustaría hacer algunos comentarios generales sobre estos puntos. Respecto a lo primero, resulta indudable la importancia del coloquio en términos genealógicos, aunque el tratamiento de Foucault no corresponde al de un «hito inaugural» de todo el neoliberalismo, como a veces parece verse, sino que el coloquio resulta importante por dos razones esenciales, primero porque se realiza en Francia y porque expresa bien especialmente ciertas ideas ordoliberales, ambas razones son en definitiva convergentes, pues a juicio de Foucault es el «modelo alemán» el que ha podido difundirse en la política económica francesa. (2007: 216). Sin embargo, no parece que el coloquio sea tan importante respecto al neoliberalismo norteamericano. Hay que recordar que en la sesión posterior cuando Foucault analiza ese otro neoliberalismo, menciona dos textos escritos por Simon, el llamado «padre de la escuela de Chicago» (2007: 250). El primero de esos textos es de 1934 y el segundo de 1945. Se trata de una mención aún más anecdótica que la del Coloquio Lippmann, pero que muestra que se trata de un hilo diferente en la trama general. Un tema en el que Foucault no ahonda, pero que podría alertarnos sobre las diferencias y la necesaria comparación entre estos eventos germinales, es que el título del artículo de Simon alude a un programa positivo para el laissez faire, posición en principio diferente a la que Foucault observa como principio neoliberal en el coloquio.
Sobre esto, hay que comentar que para Foucault la crítica al laissez faire en el coloquio es un rasgo muy notorio, pero hay en realidad dos posturas sobre este asunto, una de ellas es en efecto la de Lippmann que se basa en un principio de jurídica positiva, es decir en el hecho incontestable de que el mercado para su funcionamiento requiere la construcción jurídica de una serie de objetos sin los cuales simplemente no podría funcionar. Pero hay un segundo argumento cerca del final del coloquio en el que Rüstow califica de error teológico-racional la perspectiva del automatismo del mercado y la naturalización de sus leyes, al contrario opone la necesidad de un estado fuerte que construya las condiciones de ese mercado (CWL: 470). Es importante mantener este doble argumento jurídico por una parte y sociológico por otro.
Sobre el tercer punto, es importante nuevamente hacer explícitas ciertas diferencias. La mayoría de los asistentes se alinearán durante la cuarta mesa del coloquio con la perspectiva de Rueff, este es un hecho al que Foucault no saca mucho provecho tomando en cuenta que después calificará las reformas de Rueff en 1958 como uno de los momentos en que el viejo liberalismo tensionará las perspectivas keynesianas en Francia (2007: 232-233). Aquí Rueff insiste en la tesis de que el crecimiento económico es el principal factor de política social, habiendo crecimiento, hay bienestar y en este sentido el liberalismo es el sistema que asegura las mejores condiciones de vida a los trabajadores (CWL: 466). Se trata de una posición que defiende el liberalismo clásico y tiende a explicar