Para una crítica del neoliberalismo. Rodrigo Castro

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Para una crítica del neoliberalismo - Rodrigo Castro Fuera de serie

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Marjolin y también Hayek y Mises y se produce un consenso tácito respecto de la intervención estatal que tiene como límite intocable la libre fijación de precios, al mismo tiempo que se admite la existencia de un seguro de desempleo basado en el modelo de la ley de pobres inglesa a sugerencia de Hayek (CWL: 464). Pero este plegamiento recibirá las críticas de Rüstow, quien considerará que es necesaria una mayor profundidad sociológica en el planteamiento de modo que se requiere no solo una política de pobres, sino una política sobre la sociedad, orientada a una mayor cohesión o integración. Es un punto importante. Es cierto que en la primera posición ya se habían planteado principios liberales de intervención estatal siguiendo la expresión de Rueff, pero estos límites son más bien negativos. La perspectiva de Rüstow abogará por un tipo de intervención afirmativa en el sentido de un programa de sociedad, más que de meros límites. Esta intervención generará el momento de mayor conflictividad durante el coloquio, de modo que en la quinta mesa Mises y Rüstow protagonizarán un intercambio al límite de las «buenas maneras». En términos generales, la narración de Foucault es buena, tampoco el coloquio tiene propuestas tan interesantes, Foucault sabe sacarle partido al pasaje en términos del argumento ordoliberal. Es cierto que algunos elementos como los recién mencionados podrían permitir más juego al análisis y quisiera centrarme a continuación precisamente en algunos de esos tópicos al interior del coloquio.

      5. El coloquio como cuestión filosófico-política

      5.1. Cuestiones de moral instrumental

      Una de las claves filosóficas del coloquio corresponde al problema moral que aparece al comienzo como un punto de antagonismo al economicismo. Se trata de una posición crítica respecto al manchesterianismo. Se puede comprender sobre todo como una llamada a evitar el sufrimiento de las masas. En este momento del coloquio es donde mejor se expresa la crítica al laissez faire que para Foucault será una cuestión clave. En todo caso, esta crítica al laissez faire no aparece en los diálogos del coloquio como una crítica claramente económica, con la excepción de Rüstow; sino más bien como una crítica política, en el sentido de abandono de un campo.

      […] los males de nuestro tiempo. Estos males son principalmente de orden espiritual; ellos derivan de una doble confusión que poco a poco ha capturado el espíritu de las masas y de los intelectuales. La primera consiste en la antítesis planteada entre el socialismo y el fascismo, el socialismo se considera como la última salvaguarda de las democracias en peligro, el fascismo se considera la última trinchera del capitalismo bajo asedio. (Rougier, en CWL: 413)

      La idea de la justicia coexiste para algunos de nosotros con la idea de libertad y nos diferencia de los liberales manchesterianos. El fin del liberalismo es para mí el fin del régimen que admite como intocable el dogma del «laissez-faire, laissez-passer» (Detoeuf, en CWL: 431)

      Por otra parte se asume, como veíamos en la anterior intervención de Rougier, que el socialismo es observado por el público general como salvaguarda de la democracia y esto hace más urgente incluso la renovación del liberalismo y la denuncia de toda forma de intervención económica como totalitaria. De modo que «lejos de ser más moral y racional, una tal economía no podría ser sino una economía ciega, arbitraria y tiránica, causando un gran despilfarro» (Rougier, en CWL: 413).

      En este punto es importante visibilizar que, a pesar de las denuncias directas al nazismo, el coloquio tiene una relación muy directa con la extrema derecha. Denord (2009: 47) nos recuerda que la Librería de Médicis —que antes del coloquio y también después se hará cargo de las publicaciones de este liberalismo renovado— tiene financistas que han aportado a movimientos fascistas como el partido popular de Doriot. El prologuista del libro de Lippmann, André Maurois, que en un gesto extremadamente curioso no llega a participar en el coloquio, tiene estas mismas cercanías. Por otra parte, Ptak nos recordará que entre los ordoliberales si bien Röpke y Rüstow fueron exiliados por el régimen nazi, también encontraremos a Müller-Armack que a juicio de Ptak luego de la guerra experimenta una «transición de ferviente partidario del fascismo italiano y miembro del Partido Nazi en Alemania durante la década de 1930 a un proselitista del cristianismo (protestante)» (2009: 116). Por otra parte, el propio Röpke tiene vínculos reconocidos con grupos religiosos fundamentalistas. A lo largo del coloquio atestiguaremos a un Rüstow particularmente conservador y defensor de una estructura social fija. Audier (232 y ss.) caracteriza a Baudin como un conservador católico y difusor del libre mercado. En esta misma línea Denord nos recuerda que Rougier y Lippmann apenas se conocían antes del coloquio y sugiere que nada menos que Hayek en Ginebra habría ayudado a convencer a Lippmann, quien albergaría sospechas sobre esta reunión (Denord, 2009: 116). De modo que según Denord, el coloquio habría cambiado de una cena a un evento abierto y vuelto a cambiar otra vez por una reunión privada, como la que se efectuó, y de hecho se habrían bajado algunos invitados más abiertamente cercanos a la ultraderecha francesa.

      Estos elementos ayudan a sopesar el reclamo moral del coloquio. No se trata por supuesto de desmentir los tímidos llamados a la justicia o los más amplios a mitigar el sufrimiento de las masas. Sin embargo es importante sopesar estos llamados de correcta bonhomía, con el economicismo resultante y con el contexto de alianza con una derecha autoritaria, juzgada a veces en los discursos, respaldada también muchas otras veces y definitivamente cercana en las influencias y la financiación.

      5.2. La querella de la democracia liberal

      Un segundo tema importante consiste en establecer si las perspectivas del coloquio permiten concebir esta reunión como heredera del liberalismo clásico. Foucault señala que en el coloquio había un sector que representaba el viejo liberalismo, por otra parte los miembros de la escuela de Friburgo como Röpke y Rüstow, y de la escuela austríaca. En cualquier caso para Foucault estarían algunos de los elementos clave del neoliberalismo. A pesar de este

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