Para una crítica del neoliberalismo. Rodrigo Castro

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Para una crítica del neoliberalismo - Rodrigo Castro Fuera de serie

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one of the few ways open to all of us to help, bit by bit, to prevent o third world war» (Rüstow, 2017a: 175).

      10 Rüstow se mostraba además muy preocupado por la cuestión de los cambios en la situación de la mujer y por su destino de «infelicidad, así como la que afecta a los maridos y los hijos» (2017a: 172-173). En todo caso, como se ha dicho, el ordoliberalismo no propone un homo economicus. Röpke creía más bien que era un homo religiosus.

      11 Así, Gertenbach, tras hablar de las «indirekter Intervetion» (2008: 81), pasa a decir que la política económica neoliberal no es ya “Wirtschaftspolitik”, sino política social que “nicht mehr auf die Sphäre der Ökonomie beschränkt bleibt” (2008: 82). Esto es así porque “Alles ist prinzipiell ökonomisierbar oder in ökonomistischer Termini zu fassen”. Tendríamos así una “ökonomistischer Gesellschaftspolitik”. Para Gertenbach esto sería lo mismo que la “Form einer Universalisierung des ökonomischen theoretisch-analytischen Modells”. La conclusión es la de Foucault: ambas escuelas son para este autor las dos caras de la misma moneda, la ocupación de un mismo espacio epistemológico desde dos direcciones diferentes. Para ambas lo no económico es solo lo «Noch–Nicht–Ökonomischen» (2008: 3). Esto no es una premisa ordoliberal, pero es difícil que sea un planteamiento de Hayek.

      12 De la misma manera, Brigitte Young se pregunta: «Sobre qué base el ordoliberalismo ha llegado a ser visto como el "Peligro para Europa" y si esta escuela de pensamiento ha constituido la principal influencia en la gestión alemana de la crisis de la eurozona» (2017: 225).

      13 Que se extrae de Stützel, 1981: 39-42.

      14 Lars Gertenbach dirá al respecto: «La cuestión básica del ordoliberalismo es la idea de que el liberalismo tiene que ser abordado desde la cuestión del orden. [...] Proyecta esa idea como una convergencia entre las disciplinas que representan: la economía y el derecho. Este llamamiento a la alianza entre la economía política y la jurisprudencia debe entenderse como el postulado fundacional del ordoliberalismo, especialmente porque los sitúa en una posición claramente enfrentada a las escuelas de pensamiento económico dominantes en la época» (2017: 240).

      15 Los ordoliberales como Rüstow invocaban a Freiherr von Stein con admiración (Rüstow, 2017a: 173) y despreciaban a los románticos como Savigny y la Escuela Histórica de Schmöller por destruir las bases de la economía política (Böhm, Eucken y Grossmann-Doerth, 2017: 33). Admiraban a Federico II y dejaban claro que «the economic constitution must be understood as a general political decision as to how the economic life of the nation is to be structured» (Böhm, Eucken y Grossmann-Doerth, 2017: 36). En realidad, los ordoliberales justificaban su posición sobre una comprensión de historia universal acerca de la evolución de la relación entre Estado y sociedad civil y daban un diagnóstico a la luz de estos procesos políticos históricos. Sin conocerlos, es muy difícil comprender el sentido de su propuesta. Véase Eucken, 2017: 55.

      16 Los ordoliberales creían, como Schmitt, que el Estado se había debilitado en extremo y llamaban a su fortalecimiento. «Close integration with the economy has undermined independent decision-making of the parte of the state, something upon which its very existence depends» (Eucken, 2017: 59).

      17 «Este proceso de expansión [...] no produjo el fortalecimiento del Estado, sino, por el contrario, su debilitamiento». (Eucken, 2017: 59). Aquí citó Eucken, en 1932, a Schmitt (1931: 72 y ss).

      18 Como ha dicho Andreas A. Böhmler, «los ordoliberales no creen factible un orden societario desde la simple conjugación entre economía y ética, sin consideración de la dimensión propiamente política de la vida social» (1998, 431).

      19 Es importante comparar la conferencia de Rüstow, «Free Economy, Strong State», que luego cambió el título por «State Policy and the Necessary Conditions for Economic Liberalism» (Rüstow, 2017b: 143-151), con la de Carl Schmitt, «Strong State, Sound Economy». Sano para los ordoliberales era equivalente a ordo. Por supuesto que Eucken y Rüstow, como Hegel, deseaban separar al Estado de lo que consideraban males de la democracia de masas, pero también de los males de los intereses privados (Rüstow, 2017b: 146).

      20 Para los elementos de esta agenda, descrita como fases de transiciones de la economía de guerra a la economía de paz, véase Rieter y Schmolz, 1993. Sobre todo la sección III del artículo, donde se defiende que «Todos ellos estuvieron, sin embargo, de acuerdo en que el orden (permanente) de la economía de mercado debía introducirse gradualmente (a través de un orden de transición) y no de manera abrupta». Como es natural confirman, sobre todo en la sección IV que «los elementos clave -ahora ampliamente olvidados- que constituyeron el imperativo de Friburgo -la consecución de un orden social y económico libre y humano duradero- en los años cuarenta».

      21 Por supuesto que era una divisa, pero cuando se tradujo al español una obra de Müller-Armack, el título que se le puso fue Entre el capitalismo y el comunismo, un tercer camino? Esto era frecuente. En realidad se caracterizaba como un social-liberalismo y Franz Opperheimer lo llamó Dritten Weg. Véase: Grebing y Euchner, 2005.

      22 Rüstow sin embargo se lo tomaba en serio (2017c: 155). El liberalismo le parecía una teología metafísica por la «validez incondicional de las leyes económicas» y el socialismo por la necesidad de su autoeliminación.

      23 Por supuesto, Foucault, que siempre se había mostrado muy crítico e insensible a Marx, ahora llega a acusar a los líderes socialistas de traidores por abandonar a Marx. «Abandonos, herejías, traiciones, como lo prefieran», dijo (Foucault, 2007: 114). El resto, la búsqueda de una igualdad más fácil por la competencia, parecía una desnuda hipocresía.

      24 Podría serlo en 1963, cuando quince años después la economía no la necesitaba. Pero Foucault quiere marcar el clímax de que la planificación era siempre la mínima posible. Cuando Schiller afirmó que toda planificación era peligrosa, Foucault pudo decir con alegre rotundidad: «Asunto terminado» (2007: 116).

      25 Véase este texto de Rüstow: «La competencia como tal, apelando como lo hace únicamente al egoísmo como fuerza motivadora, no puede mejorar la moral de los individuos ni contribuir a la integración social; por esta razón es tanto más dependiente de otras fuerzas éticas y sociológicas cohesionadoras» (2017c: 155).

      26 Pierre Dardot y Christian Laval (2013) exponen la competencia a partir del darwinismo del siglo xix (44 y ss.), que lanzan a la nueva racionalidad de los años 1980 (191 y ss.).

      27 Rustow dijo que «la necesidad de solidaridad es una de las más

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