Curso de sociología general 2. Pierre Bourdieu
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Respecto de esta cuestión, la distinción entre campo y sistema se afirma de manera muy simple y muy clara. Un sistema se define por su finitud y su cierre, y no es pensable definirlo de otra manera que como un sistema de relaciones entre un conjunto finito de elementos que sostienen relaciones completamente definidas, y donde cada cual se define como parte constituida en su realidad relacional por su posición en el espacio del sistema. La noción de campo, al contrario, se define por ser abierta: un campo es un espacio cuyas fronteras mismas están realmente en tela de juicio en el espacio considerado. (En este momento explico el malestar al cual me refería al comienzo: bastaría con tomar un ejemplo concreto para que todo se vuelva luminoso; pero ese ejemplo concreto tomaría diez minutos y ustedes perderían por completo el hilo. Creo que unas cuantas de las cosas que digo en este momento van a aclararse en los últimos momentos de la clase). Un subcampo no es una parte de un campo. Cuando se pasa de un campo a un subcampo hay un salto, un cambio cualitativo, y así ocurre en cada nivel de división. Por ejemplo, el subcampo de la crítica tiene una lógica distinta a la del campo literario. Sus leyes de funcionamiento son diferentes, no pueden deducirse del conocimiento del campo que lo engloba: las apuestas son diferentes, al igual que las formas de capital que funcionan en él. El subcampo, por lo tanto, no funciona según la lógica de la parte.
A continuación, la cuestión de las relaciones del subcampo con el campo que lo engloba va a plantearse en forma de relaciones de dominación, luchas entre partidarios de la autonomía y partidarios de la heteronomía. Me limito a elucidar este punto, y dentro de un rato [en la segunda hora] daré un ejemplo de un análisis concreto en el cual una de las apuestas es la relación entre el campo del periodismo y el campo intelectual. Podemos decir que en sí mismos esos dos campos son subcampos del campo de producción cultural. Entonces, desde un comienzo veremos que la relación entre los dos universos no puede definirse en términos de fronteras jurídicas y que, precisamente, una de las apuestas fundamentales de cada uno de los subcampos es la lucha por la definición de las fronteras entre los campos.
Por consiguiente, el sociólogo no construye de manera arbitraria sus campos, y cambiar de campo no es simplemente cambiar de escala. Podría decirse, desde una perspectiva constructivista, idealista, que la construcción de un campo depende del nivel en el cual se sitúe el analista. No es falso: por ejemplo, cuando me sitúo en el nivel del crítico, estoy en una escala más pequeña que cuando paso al nivel del campo de la crítica en su conjunto. Al cambiar de escala, el sociólogo transforma el estatus de los elementos de los que se ocupa: cosas que podrían presentarse como todos se convierten en partes. Por ejemplo, una vez constituido el campo literario, se puede cambiar de escala y pasar al campo de un género: digamos, el campo del teatro, donde encontraré oposiciones homólogas a las que encontraba en el campo en su conjunto.
Pero esta visión operacionalista y constructivista deja escapar una propiedad de la noción de campo que, como dije varias veces el año pasado, me parece fundamental: el enfoque [en términos de campo] lleva a plantear con referencia a cada caso una serie de cuestiones generales sobre las relaciones en juego en el espacio social, pero lo que va a permitir responder a esas cuestiones es el caso particular. En otras palabras, la noción de campo permite plantear cuestiones generales con referencia a cada campo; pero la experimentación y el trabajo van a proporcionar el conjunto de las respuestas, en especial acerca de los límites y las fronteras. Tomo un ejemplo: un gran principio de diferencia entre los campos radica en el hecho de que algunos de ellos tienen fronteras definidas, fronteras rígidas, con numerus clausus, muy fuertemente controladas por las personas que los dominan; por el contrario, otros tienen fronteras muy permeables, muy mal definidas, muy vagas. Por ejemplo, las luchas dentro de un campo pueden tener por objeto, en determinados momentos, la disolución de un subcampo en un campo o, al contrario, la reconquista de la autonomía de un campo.[15] De paso, se advertirá que la autonomía, que es una de las propiedades mediante las cuales se define un campo, no puede constituirse de una vez y para siempre: la autonomía o la heteronomía de un campo están a cada instante en tela de juicio en él. Tienen ustedes ahí el ejemplo mismo de la cuestión universal: se puede plantear a cualquier campo la cuestión de su autonomía, para la cual solo hay una respuesta histórica y particular. En el fondo, la principal virtud de este método es la de plantear cuestiones universales a las cuales solo puede responderse mediante la investigación, la historía,[16] la experimentación empírica.
La relación entre autonomía y frontera me parece importante: los límites de los campos no son sino por excepción fronteras jurídicas. En cierto modo, la mayoría de las veces –esta es una cuestión universal más, que puede plantearse a cualquier campo– son frentes, lugares, loci incerti[17] donde la lucha es particularmente acalorada. Por ejemplo, podríamos recordar la historia de las disciplinas [y mencionar] las relaciones entre la psicología y la sociología en el siglo XIX, o las luchas por la división del trabajo entre los biólogos de nuestros días. Las fronteras son lugares donde se juega la definición misma del campo. Por consiguiente, la postura operacionalista que consiste en decir “tengo todo el derecho de decir que la crítica es un subcampo porque, en el fondo, la noción de campo es un puro constructum, pura construcción teórica, y yo construyo y cambio de escala como quiero” solo es parcialmente verdadera: si bien es indudable que todo concepto científico es construido (en el sentido de que no se lo extrae inductivamente de la realidad), es operación constructora en cuanto cuestión general que recibirá su realidad del trabajo científico de construcción empírica y de la confrontación con las observaciones.
En otras palabras, podríamos decir que una de las maneras de zanjar la cuestión de los límites de un campo es conocer el lugar donde, en cierto modo, se debilita lo que podemos llamar “efecto de campo”. Pienso en un artículo de Actes de la Recherche en Sciences Sociales sobre las relaciones entre centro y periferia en la pintura italiana,[18] que se pregunta si es legítimo poner a los pintores aviñoneses en el campo de esa pintura, por ejemplo, en los siglos XIV y XV. Para empezar, no hay respuesta universal: la pintura aviñonesa puede estar en el campo en cierto momento y luego dejar de estar, lo cual es una información sobre el campo y su extensión. Al mismo tiempo, en sí misma, su presencia o no en el campo está de algún modo en función de la potencia del campo, su capacidad de producir efectos de campo y efectos de dominación. Hoy en día, por ejemplo, podrá decirse que la pintura francesa está en el campo de la pintura estadounidense: se ponen de manifiesto efectos de campo, por ejemplo, en el hecho de que los pintores se vean obligados a exponer al menos una vez en los Estados Unidos. Por consiguiente, solo podría responder a esta cuestión de los límites por medio de la investigación empírica, que me informará sobre la extensión de los efectos de campo.
Dicho esto, volvamos una vez más a la oposición entre campo y sistema: cabe suponer que en cada campo hay una tendencia al cierre, que cada campo tiende a constituirse en sistema o, para ser más exacto (porque aquí cometo un error que siempre denuncio: he puesto una abstracción como sujeto de una proposición), que en cada campo los dominantes tienden a cerrarlo, esto es, a transformarlo en sistema. Se necesitarían horas para explicitar esta proposición: el numerus clausus es una manera de constituir como barrera jurídica lo que es una frontera, en el sentido fuerte del término, un frente permeable con personas que lo atraviesan, que salen, que, si pueden pagar el derecho de entrada, podrán ser aceptadas y convertirse en agentes del campo.[19] Por ende, la tendencia a formar un sistema cerrado, a cerrarse, está presente siempre como una posibilidad del campo y es más fuerte, me parece, cuando los agentes que lo dominan tienen más medios para excluir a los nuevos ingresantes, es decir, para erigir lo que los economistas llaman barreras de entrada: de hacer que, en cierto modo, sea más alto el costo de instalación. Aquí, una vez más, las nociones de autonomía relativa, frontera y efecto de campo son absolutamente inseparables. En el fondo, estos son interrogantes generales.
El campo de los campos
Otra pregunta que me hicieron respecto de las clases del año pasado: ¿hay algo así como un campo de los campos? Aquí, para quienes no las tengan presentes, debo especificar las premisas de lo que cuento: la noción de campo nace del esfuerzo por explicar que dentro de esa cosa complicada que