Entre narcos y policías. Javier Auyero
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Entre narcos y policías - Javier Auyero страница 8
Los procesos judiciales no ofrecen una visión despejada del arcana imperii: los secretos del poder del Estado. Numerosa información crucial continúa siendo inaccesible. También somos conscientes del hecho de que algunos de estos procesos judiciales, o partes de su evidencia, podrían ser resultado de una lucha de poder entre agencias de seguridad rivales, políticos y actores del sistema judicial.[24] Aunque las oscuras guerras territoriales dentro del Estado están más allá de nuestro alcance, sería ingenuo de nuestra parte no considerar el hecho –por demás obvio– de que muchos casos podrían ser resultado de una disputa entre lo que Schneider y Schneider (2003: 34) llaman “partes del Estado”. Pero esto no hace que nuestra evidencia sea irredimiblemente fabricada. En cambio, señala su carácter siempre parcial. Puesto que en diferentes lugares de la Argentina hemos analizado casos que involucran a diferentes actores estatales, así como la cobertura mediática del tema, confiamos en la validez de nuestra evidencia sobre los patrones de conducta que operan en las conexiones clandestinas.
Para nosotros, la pregunta –formulada ad nauseam a los etnógrafos en particular y a los investigadores cualitativos en general– no es si las fuerzas de seguridad se comportan como describimos aquí en otros Estados o países. Una investigación empírica exhaustiva podría responder ese interrogante. La pregunta en verdad importante para nosotros es si el enfoque analítico y metodológico que proponemos en este libro –combinar la investigación etnográfica y de archivo para descifrar la colusión y analizar con minuciosidad sus efectos sobre las vidas cotidianas de las personas pobres– puede utilizarse para estudiar otros contextos. Albergamos la esperanza de que, al finalizar este volumen, los propios lectores den una respuesta afirmativa a nuestra pregunta.
Lo que no podemos hacer con la clase de datos de que disponemos es explicar por qué algunos narcotraficantes y agentes policiales participan en este tipo de actividad ilícita, o cuándo y por qué los atrapan. La colusión tiene sus límites. Las acusaciones y juicios que presentamos más adelante son evidencia de ello. Un estudio exhaustivo sobre cuándo, dónde y por qué comienzan algunas relaciones colusivas, y cuándo y por qué terminan en un juzgado, requeriría una información que –hasta donde nosotros sabemos– no está disponible (por ejemplo, sobre el universo de narcotraficantes activos con y sin vínculos estrechos con la policía). Debido a estas limitaciones, nuestro libro estudia cómo funciona la colusión, y no cuándo y por qué se desarrolla, triunfa o fracasa. Lo mismo puede decirse de la relación entre colusión y violencia. Dada la naturaleza de nuestra información, no podemos hablar de cambios absolutos en los niveles de violencia relacionada con la droga; en cambio, mostraremos cómo la colusión modela y canaliza la violencia interpersonal.
Acerca de estudiar la pobreza y la violencia
Las áreas como Arquitecto Tucci –y muchos otros barrios pobres en las Américas– son persistentemente estigmatizadas y criminalizadas por los Estados, los medios de comunicación y otros ciudadanos temerosos. Estos lugares y las personas que los habitan suelen ser homogeneizados para evocar un “imaginario criminal amenazador” (Schneider y Schneider, 2003: 352). En cuanto a nosotros, lo último que pretendemos hacer al estudiar y publicar las historias de vida de los vecinos de Arquitecto Tucci es reproducir esos estereotipos dominantes sobre los pobres. Nos enfocamos en esas experiencias porque son cruciales para comprender la despacificación de los espacios marginados y las dificultades que deben afrontar sus moradores en el día a día. Las personas como Carolina –vale la pena repetirlo– son las que más sufren la colusión y la escalada de violencia. Y si nos embarcamos en este proyecto, fue porque queríamos entender mejor cómo los actores estatales producían y perpetuaban sus aflicciones (y las de muchos otros).
Nuestro enfoque sobre las áreas pobres y estructuralmente desprotegidas y sobre los vínculos clandestinos entre narcotraficantes y miembros de las fuerzas de seguridad (casi siempre provenientes de los mismos barrios y con desventajas similares) no pretende sugerir que las relaciones ilícitas son inherentes a –o exclusivas de– la marginalidad urbana. No lo son. Para enfatizar este punto, proponemos una paráfrasis del informe de 1993 de la Comisión Antimafia del Parlamento italiano cuando declaró que:
La consideración de las conexiones con la mafia no debe focalizarse solo en “los estratos más bajos” de la política. Es impensable que el vasto fenómeno de colusión con la mafia en las comunidades del sur pueda haberse desarrollado como lo ha hecho sin alguna clase de participación de actores políticos de los niveles más altos (cit. en Della Porta y Vannucci, 1999: 220; el destacado es nuestro).
Aunque aquí no estudiamos a la mafia italiana, la caracterización general aplica. Las relaciones ilícitas no son exclusivas de los funcionarios policiales de bajo nivel o las áreas urbanas pobres o aisladas. Las investigaciones sobre lavado de dinero y campañas electorales, por ejemplo, muestran que también existen conexiones clandestinas entre actores de alto nivel y que estas plantean un grave peligro para la integridad de la democracia.[25] Otros estudios han develado y analizado las relaciones entre políticos, miembros del Poder Judicial, policías y actores criminales en una variedad de emprendimientos ilegales.[26] Por ejemplo, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) –la organización más destacada de derechos humanos en la Argentina– advierte que tanto los agentes de policía como los actores dentro del Poder Judicial “utilizan” la ley y los procedimientos administrativos y legales de manera “discrecional e instrumental” para “proteger aliados, castigar competidores y encubrir sus propios crímenes” (CELS, 2016: 109).[27] En otras palabras, lo que el sociólogo Matías Dewey (2015) llama con acierto “el orden clandestino” se prolonga mucho más allá del foco empírico específico de nuestro estudio e incluye a otros actores, además de los policías y los narcotraficantes (Sain, 2017). Uno de nosotros ha mostrado, por ejemplo, que las relaciones clandestinas entre policías y punteros políticos han sido centrales para la producción de episodios de violencia colectiva.[28]
Nuestro enfoque del funcionamiento interno de la colusión a nivel local fue conformado, en gran medida, por lo que observamos durante nuestro trabajo de campo en Arquitecto Tucci. Los numerosos relatos de colusión y rumores de extorsión que circulaban entre los vecinos orientaron nuestra búsqueda. Nuestro enfoque también fue determinado por la disponibilidad de información en el momento de la escritura: disponibilidad que también es funcional al poder de ciertos actores para evitar que los detecten. Sin embargo, los procesos judiciales que analizamos ofrecen un panorama sin precedentes de ciertas interacciones sociales, incluidas conversaciones privadas, que a menudo permanecen ocultas hasta para el etnógrafo más astuto e integrado.
Hasta donde sabemos, este es el primer libro que combina información etnográfica con evidencia recogida de procesos judiciales y transcripciones de escuchas telefónicas. En principio, la combinación de evidencia etnográfica y judicial podría ampliarse para examinar las conexiones clandestinas entre policías y criminales a nivel provincial y federal. También podría expandirse para estudiar otras clases de conexiones, como se insinúa en el caso de Los Pescadores (capítulo 6), aunque no se desarrolla por completo en los casos presentados. Más allá de estas estimulantes posibilidades, la disponibilidad de evidencia confiable continúa siendo el primer obstáculo para cualquier emprendimiento empírico y teórico de este tipo.
Descubrir lo encubierto
En referencia al predicamento del “escritor norteamericano” en los Estados Unidos de mediados del siglo XX, Philip Roth señala que este se ve sobrepasado por “los intentos de comprender, describir y volver creíble la realidad estadounidense. Esto embota, enferma, enfurece y en última instancia avergüenza a la propia y magra imaginación” (Roth, 2017: 27). La realidad oculta que reconstruimos en las páginas de este libro planteó un desafío similar a nuestra imaginación sociológica. Al excavar diferentes fuentes de información (trabajo de campo cualitativo y documentos judiciales) buscamos establecer