La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana Ensayo

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sus hermanas.33 (Lo cual, huelga decirlo, no quiere decir que no exista adulterio en la India.)a El honor (izzat, ijjat) de la familia entera depende del comportamiento de sus mujeres. De donde la consabida y polémica costumbre en el Punjab (indio o paquistaní) de que los hermanos vigilen a sus hermanas. El concepto de biradārī cubre a las hermanas e hijas (no a las esposas), de ahí que en el Punjab el hermano sea considerado el verdadero protector de la mujer.34 Esta cultura del “honor” o izzat atraviesa castas, clases sociales y religiones. Explica tanto la proverbial hospitalidad panyabí, como la represión de las mujeres y la violencia que la acompaña. La encontramos incluso en megápolis como Delhi o Lahore. En Bangladesh, es incluso el izzat del pueblo el que puede peligrar por un comportamiento indecoroso. En todo el Sur de Asia es inaceptable que un niño nazca de una madre soltera. Leela Dube señala que los trabajadores sociales estiman que un 85% de bebés de los orfanatos de la India son hijos de madres solteras.35

      No sólo la pureza, el honor y el prestigio de la familia se preservan y aseguran a través de las mujeres. Es el de la casta entera el que está en juego. De ahí la gran preocupación por ritualizar la sexualidad femenina y por impedir matrimonios inapropiados.

      Pacto entre familias

      No existe una definición de “matrimonio” que sea universal y atraviese particularismos culturales. Baste mirar los tipos de emparejamiento que hoy en día nos rodean para darse cuenta de que existen muchas variables. En la India sucede –y ha sucedido– lo mismo. Existen incontables fórmulas de desposorio y maneras de concebir el “matrimonio”.b

      El “matrimonio por amor”, por ejemplo, se ha dado y se sigue dando en el Sur de Asia. Hace 2.000 años, el Manu-smṛiti lo describía así:

      «Cuando una joven y su amante hacen el amor voluntariamente, esto es el matrimonio gāndharva, que se basa en la unión sexual que se origina en el amor».36

      Poco después, Vātsyāyana, en su Kāma-sūtra, lo alababa en estos términos:

      «El amor es la meta de la unión matrimonial, y, aunque el matrimonio gāndharva no es el más recomendado, sigue siendo el mejor».37

      Este tipo de enlaces aumenta en la India del siglo XXI. Más con la legislación actual, que permite el matrimonio civil. Sin embargo, lo hace a un ritmo más glaciar de lo que se suponía. Tradicionalmente, los matrimonios por amor han sido más comunes entre las castas bajas y entre los círculos aristocráticos. Pero aun así, la proporción es muy baja. En una encuesta realizada entre los mālās (ex-intocables) del distrito de Chitoor (Andhra Pradesh), a principios de los 1990s, más del 95% respondió haber tenido un matrimonio pactado, sólo un 3% siguió la fórmula del matrimonio por amor y un 1% había tenido un matrimonio mixto no endogámico.38 Por lo general, se sigue desconfiando de los “matrimonios por amor”. Otro estudio realizado con hombres y mujeres de distintas castas en 15 pueblos de Tamil Nadu, reveló que sólo 5 de las 70 mujeres habían tenido matrimonios que no habían sido pactados. De esas 5 mujeres, 4 lamentaban su decisión. La hostilidad recibida por la familia del marido las había hecho muy infelices. Para colmo, tampoco habían recibido apoyo de su familia natal.39 Ni la modernidad ni la globalización han eliminado la imagen negativa que el matrimonio por amor tiene en India.

      Desde hace siglos, el matrimonio más habitual en el Sur de Asia es el de la vieja fórmula de la “donación de la joven” (kanyā dāna); enlace llamado brāhma en los textos en sánscrito. Es decir, el pacto y transacción entre dos familias, no entre dos individuos. Es el tipo de nupcias que recomiendan los textos brahmánicos.

      Aunque los musulmanes enfocan la cuestión desde otro ángulo, tres de las cuatro escuelas jurídicas islámicas consideran el matrimonio una institución obligatoria. El matrimonio islámico (nikāḥ) es un contrato entre los padres del novio y el padre o el hermano de la novia. Aunque en teoría el islam reconoce que una chica puede negarse a desposar en contra de su voluntad, la realidad es que la presión familiar hace de esta prerrogativa algo remoto. A diferencia del mundo hindú, no obstante, la finalidad primaria del matrimonio en el islam no es la procreación, sino la legitimación de la sexualidad.

      No hay datos oficiales, pero se conjetura que alrededor de un 90% de los indios sigue casándose con la pareja aconsejada por sus progenitores.40 El matrimonio pactado trasciende las barreras de clase social, religión, casta o lengua. Es panindio. (De hecho, es panasiático; y muy extendido en cantidad de países allende el hemisferio occidental.) Aunque la edad de matrimonio se haya retrasado considerablemente, todavía la inmensa mayoría de los jóvenes indios acepta la autoridad parental. No se vive como una imposición.41

      No hay pesadilla mayor para unos padres que no encontrar novios y novias para su descendencia. Desde hace muchos siglos, la casta de los barberos ha ejercido de intermediaria entre las familias que tratan de sellar un pacto (rol de casta que, no obstante, tiende a desaparecer). Las negociaciones pueden durar meses. Los sacerdotes y astrólogos son regularmente consultados. Hoy, las secciones de “Matrimonials” o “Contactos” en los periódicos o en internet son muy importantes para dar con la pareja apropiada.

      La fórmula más tradicional (por la cual los novios no se conocían hasta el mismo día de la boda) casi ha desaparecido. Ahora, los jóvenes comentan más que antaño la cuestión y se les concede cierto derecho al veto. En los medios urbanos modernos puede que la distinción entre matrimonio pactado y por amor no sea tan evidente, ya que los jóvenes incluso intervienen a la hora de escoger la pareja; pero siempre se hace dentro del marco de los candidatos o candidatas “aceptados” por los padres. Lo que ahora aparece en el horizonte es el llamado “matrimonio pactado por amor” (arranged love marriage), por el cual unos jóvenes pueden llegar a tener una relación durante algún tiempo, que finalmente es aceptada y aprobada por los padres (seguramente antes de poner la reputación de la familia en entredicho). Pero, una vez más, incluso en esos casos la inmensa mayoría atañe a jóvenes de los mismos grupos sociales y hasta de una misma casta.

      La fórmula de pacto entre familias cuesta de entender para quien ha crecido en un medio donde imperan modelos diferentes. En India, el enlace sirve para resaltar los vínculos de parentesco (el linaje, el clan, la casta). De ahí que la naturaleza del matrimonio en la India –como en el pueblo gitano [véase Costumbres matrimoniales]– no se base en el amor romántico o en la libre elección de los pretendientes, sino en un pacto entre familias que, de esta forma, perpetúan una comunidad. Recordemos que su principal finalidad es la procreación. El amor, si se da, vendrá después.

      En sociedades “individualistas” –como las del mundo occidental contemporáneo–, la selección de la pareja resulta de un ejercicio de elección individual. El principal criterio de selección suele ser la atracción personal y el enamoramiento. En dichas sociedades, el matrimonio acostumbra a ir precedido de un período de cortejo. El divorcio es aceptable si el amor romántico se desvanece. En cambio, en sociedades “comunitaristas” –como las del Sur de Asia–, en especial en las que predomina el modelo de “familia extensa” [véase La “familia extensa” india], como en India, la elección de la pareja no es un asunto individual, sino una responsabilidad familiar. La fórmula preferida es el matrimonio pactado. En este tipo de enlaces, la satisfacción marital no depende de las necesidades emocionales y personales. De hecho, los niños y niñas indios son sociabilizados para ver el matrimonio como una obligación que conduce a una vida más plena, pero no necesariamente más apasionada. De ahí la mala reputación del matrimonio por amor, considerado una amenaza para la estabilidad marital. Por ello, Christopher Fuller señala que «el patrón del matrimonio convenido es posiblemente el fundamento más firme de la supervivencia del sistema de castas».42

      Lo

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