La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana Ensayo

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en los últimos años les estaba costando mucho mantener la endogamia de subcasta. Aun así, el estudio de G.K. Karanth mostró que casi todo el mundo se casó dentro de su propia subcasta.22

      EL MATRIMONIO

      El matrimonio (vivāha) es el más importante de todos los ritos de paso (saṃskāras) que marcan el ciclo de vida de un hindú.23 Ya lo decía hace 200 años el abad francés Jean-Antoine Dubois, que vivió mucho tiempo en el sur de la India:

      «El asunto más importante y esencial para todo indio, aquel del que más se habla y para el que se prepara con más antelación, es el matrimonio».24

      La frase de Dubois todavía está vigente. Si bien muchos ritos de paso tradicionales han perdido actualidad, el del matrimonio se mantiene en perfecto estado de salud. Sin marido o esposa, un hindú no puede acceder al estadio del gṛihastha o “cabeza de familia”: aquel y aquella que perpetúan los rituales sagrados y la estirpe. Para las mujeres es, en bastantes sentidos, el sacramento esencial.

      El matrimonio es el acto social por antonomasia. Las familias, los vecindarios o las castas se reúnen siempre con ocasión de unas nupcias. Y no se escatiman gastos. Incluso en la India profunda, donde el ahorro siempre ha estado muy valorado, se alienta el derroche y la ostentación con ocasión de las bodas. A medida que los valores consumistas van imponiéndose, la pompa y parafernalia no hacen más que crecer. El matrimonio, en especial el de una hija (que acarrea un plus en el que pronto entraremos), sigue siendo la principal causa de endeudamiento de las familias indias. (Compárese con el vecino mundo budista, donde son el funeral y el duelo los sacramentos que acaparan mayor atención social.)

      Para una joven india, el matrimonio es casi “obligatorio” [FIG. 5]. El número de solteras en la India es bajísimo. Mantener una soltera en casa está muy mal visto. Estar casada significa ser afortunada y auspiciosa. De hecho, el término clásico para una mujer casada –mientras su marido sigue vivo– es sumaṅgalī, que significa exactamente eso: “auspiciosa”. La presencia de un ser afortunado es imprescindible en cantidad de ceremonias y rituales. (Lo contrario de la viuda, que encarna lo “inauspicioso”.) A partir del momento de su boda podrá llevar el bindi, un punto rojo o una joyita en la frente que simboliza su poder favorable y generativo. (Por la misma razón, a muchas viudas se les retira el bindi; si bien hoy no es raro que jóvenes solteras, ancianas y hasta mujeres no hindúes lo luzcan.)

      5. Novia y familiares en una de las fiestas previas al desposorio. Diu (Diu). Foto: Agustín Pániker, 1997.

      Por el matrimonio, ella dejará de ser hija para convertirse en esposa (también cuñada y nuera) y, algún día, madre. A través de su fertilidad, el linaje y la casta se perpetúan. Desde el punto de vista hindú ortodoxo, el marido y la esposa tienen el deber sagrado de concebir un hijo; especialmente un varón (que es quien heredará los deberes religiosos de la familia). En el ritual de matrimonio suelen recitarse plegarias en este sentido. La esterilidad es considerada uno de los peores males. (Y, como era de esperar, cuando una pareja no puede tener hijos, casi siempre se asume que el problema es de la esposa.) Una mujer estéril es tan inauspiciosa como una viuda. El linaje ha de transmitirse a toda costa; motivo por el cual la adopción nunca ha estado mal vista en la India hindú.

      Esto es igualmente válido para los homosexuales (bien que muy pocos en India admiten serlo). Sudhir y Katharina Kakar ponen el ejemplo de un famoso activista gay que contaba que cuando era joven, ante la presión familiar para que se casara, acabó por estallar y confesar que le gustaba “follar con hombres”. A lo que su tía replicó: «Me da lo mismo si fornicas con cocodrilos o elefantes, pero ¿por qué no puedes casarte?».25 Es decir, mientras uno cumpla con el deber de prolongar la estirpe, casi que da igual el tipo de juego erótico que realice luego en sus horas de ocio. De forma similar, hace dos mil años el Manu-smṛiti recomendaba al rey arrojar a una adúltera a una jauría de perros y quemar vivo al adúltero con hierro incandescente. En cambio, la multa para una mujer que tuviera relaciones lésbicas era sólo de 200 rupias.26 Este punto es importante. La fantasía sexual y hasta el goce sexual no tienen por qué formar parte de esa institución que llamamos “matrimonio”, cuyo objetivo esencial es la perpetuación del linaje.

      De hecho, el matrimonio indio está diseñado precisamente para lo contrario del amor pasional. A los no indios les choca ver la falta de romanticismo, de erotismo o de ternura en las parejas indias. Hasta que no se entiende el paradigma sobre el que se asienta la relación de pareja, para una mirada extranjera es difícil comprender esta institución. [Volveremos sobre el tema.]

      Como ha visto Uma Chakravarti, es en el matrimonio donde se reproduce y se mantiene el orden social: la familia, la estirpe, la propiedad de las tierras y el estatus de casta.27 Por tanto, uno de los ejes del sistema de castas y de las reglas matrimoniales es el control de la sexualidad femenina. Para casar a una hija no basta con que la chica sea físicamente presentable, tenga estudios o se muestre discreta y recatada. Para ser una buena esposa y futura nuera-y-cuñada, la chica ha de ser pura. El honor de la familia depende del comportamiento sexual (también dietético y religioso) de sus mujeres, que son quienes encadenan el linaje. Porque «es a través de las mujeres (y no de los hombres) como la “pureza” de la comunidad de casta se asegura y preserva», en palabras de Nur Yalman.28 Si los hombres de casta inferior tuvieran acceso a las mujeres de la casta (lo cual sería la fatídica hipogamia), no sólo la pureza de las damas, sino la del grupo entero, se vería afectada. Urge, pues, controlar la sexualidad de las mujeres. [También profundizaremos en todo eso en el próximo capítulo.]

      En el pasado, otros dos principios tan importantes como la endogamia servían para dicho control: que la chica se casara con un chico mayor que ella, y que lo hiciera antes de que fuera sexualmente madura. Con el primer principio –todavía activo– se reafirmaba la jerarquía de género. Con el segundo se protegía el deshonor potencial de una chica sexualmente madura que hubiera tenido contactos con hombres.29 La virginidad de la chica en el primer matrimonio es asimismo imprescindible para los musulmanes.

      Como el matrimonio infantil es hoy ilegal (lo que no significa que haya desaparecido [FIG. 9]), la alternativa para una chica sexualmente madura es seguir la pardā (anglohindi: purdah). Por pardā se entiende la restricción de movimientos en los espacios públicos y ciertas zonas de la casa, el uso del velo y una conducta basada en la modestia [FIG. 58]. Se trata de trabar la sociabilización con miembros del género opuesto que en potencia pudieran ser pareja sexual. La institución atraviesa fronteras religiosas, ya que se da lo mismo entre musulmanas que entre hindúes, aunque en ningún lugar del Qur’ān o de los Dharma-śāstras se menciona que la mujer tenga que velarse o cubrirse de arriba a abajo. El punto esencial es la modestia: «que cubran su escote con el chal y no exhiban sus adornos sino a sus maridos, a sus padres, a sus suegros», dice el Qur’ān.30 Para el Manu-smṛiti hindú, «día y noche, los hombres deberían vigilar que sus mujeres no actúen de forma independiente; apegadas como están a los placeres sensuales».31

      Todo esto es todavía más cierto en los pactos hipergámicos. Recordemos: cuando la mujer desposa a un varón de casta superior. Eso significa que la familia de la novia va a mejorar su estatus (al equipararse a la casta o subcasta más alta de la familia del novio). Por tanto, para mejorar la elegibilidad matrimonial y el honor familiar, la pureza de la chica ha de estar fuera de toda duda. Así, el estatus de casta y el control sexual de las mujeres quedan inextricablemente ligados.32

      La sexualidad se controla con el matrimonio pactado, el matrimonio infantil (o la alternativa moderna de la pardā), las trabas al divorcio, la estricta monogamia para las mujeres y la prohibición de segundas nupcias para las viudas. Cualquier chica que muestre públicamente un cierto interés sexual,

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