Agua segura como derecho humano. María Cristina Garros
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Conflictos actuales y futuros
Los científicos que estudian los cambios climáticos, la degradación de los recursos naturales y la desertificación aún se preguntan cuál es el límite de explotación que podrá soportar este planeta. A la vez que aumenta la cantidad de bocas por alimentar, disminuye la superficie cultivada; respecto de 1950, hay un 55 % menos de hectáreas dedicadas al cultivo de cereales.
Las pujas entre los países por el uso de los ríos, del agua para riego y la generación de energía hidroeléctrica se presume que constituirán las futuras hipótesis de conflicto, que ya existe.
Las cuencas de los ríos Tigris, Éufrates y Nilo son ejemplos de lo señalado. Irak, Siria y Turquía compiten por la cuenca del Éufrates como fuente primaria de agua. Y, peor aún, las proyecciones para dentro de unos 20 años auguran un aumento de la población entre las tres naciones de más del 50 %. El Fondo de Población para las Naciones Unidas (FPNU) ha advertido sobre la profundización del “efecto invernadero” causado por la emisión de gases, que haría subir entre 1 y 3,5 º C la temperatura global. Honda preocupación causan los efectos de la elevación del nivel de los mares “entre 15 y 95 centímetros en el siglo XXI”, sumados a inundaciones, aumento de la salinidad en espejos de agua y en napas, por efecto de la evaporación.
Los informes de Naciones Unidas señalan que es muy probable que siga variando el régimen de precipitaciones pluviales, el cual, potenciado por los cambios térmicos, alterará la productividad agrícola y generará un corrimiento de las franjas productivas.
La problemática del agua vinculada a la seguridad alimentaria
La declaración de la Comisión Mundial sobre el Agua para el siglo XXI, publicada el 22 de marzo de 2000 para conmemorar el Día Mundial del Agua, expresaba que esta Comisión constituía el primer esfuerzo realizado para unir los problemas de la escasez mundial de agua con la seguridad alimenticia.
“El agua es vida. La escasez de agua potable está vislumbrándose como el más serio obstáculo para la seguridad alimenticia, la reducción de la pobreza y la protección del medio ambiente”, manifestaba Ismail Serageldin, presidente de la Comisión sobre el Agua y vicepresidente del Banco Mundial para Programas Especiales. “Aunque hagamos todo lo posible para lograr que la agricultura de irrigación sea más eficiente con respecto al agua, la humanidad aún necesitará al menos un 17 % más de agua potable para alcanzar todas las necesidades alimenticias”, afirmaba el funcionario. “Si seguimos el patrón de consumo actual, todos los sectores del agua necesitarán un 56 % más de este recurso”.
Ya la mencionada comisión advertía:
Estamos enfrentando una escasez mundial del agua ahora, y la crisis empeorará. Las consecuencias de fracasar en dar una solución a esta escasez será un alza en los precios de los alimentos, y las importaciones de los mismos aumentarán para aquellos países con escasez de agua, que en su mayoría son pobres. Unos 1000 millones de personas ya están hambrientos porque no pueden comprar sus alimentos.
La Comisión Mundial sobre el Agua fue formada para atraer la atención pública a la crisis del agua y encontrar soluciones. Incluye a Premios Nobel, eminentes científicos y decisores políticos. Según sus informes, la escasez del agua, y no la insuficiencia de tierra, será el principal problema para el incremento de la producción agrícola en los países en desarrollo en los próximos años. Claro que se trata de recursos naturales y, por tanto, interdependientes, por lo que se deberá profundizar esta visión.
Recordemos que ya en el año 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamaba el derecho de todos a una alimentación adecuada. Sin embargo, el acceso a un alimento adecuado en las zonas rurales de muchos países en vías de desarrollo depende de forma sustancial del acceso a los recursos naturales, incluido el agua, necesarios para su producción.
El 28 de julio de 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el acceso seguro al agua potable y al saneamiento como un derecho humano. Pero el derecho al agua dentro del contexto del derecho al alimento es una cuestión compleja: mientras el agua de boca y el agua para cocinar sí se verían protegidas, no se verían cubiertos los niveles mínimos de agua necesarios para la producción de alimentos en las zonas áridas.
Según publicación del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (ONU-DAES), UN WATER, el programa “Decenio Internacional para la Acción “El agua fuente de vida” 2005-2015, contrariamente a lo anunciado, existe suficiente agua disponible para las necesidades futuras globales, pero este escenario esconde enormes áreas de absoluta escasez de agua que afectan a miles de millones de personas, muchas de las cuales son pobres y desfavorecidas. Son necesarios cambios fundamentales en la gestión y las políticas a lo largo de toda la cadena de producción agrícola para garantizar el mejor uso posible de los recursos hídricos y responder así a la creciente demanda de alimentos y de otros productos agrícolas (Portal sobre Hambre de la FAO; Datos sobre agua y seguridad alimentaria. FAO. 2008; 4º Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo. Unesco, ONU-Agua, WWAP. Marzo 2012; El derecho a la alimentación y el acceso a los recursos naturales. FAO. 2008.
El fenómeno de las grandes ciudades y conglomerados urbanos y la competencia por el uso del agua
Se espera que las poblaciones urbanas del mundo en desarrollo se tripliquen en los próximos veinte años. En 1950 había menos de 100 ciudades con una población de más de 1 millón; para el 2025, el número estimado se elevará a más de 650 millones. Actualmente, unas 25 ciudades —20 de ellas en el mundo en desarrollo— tienen una población que excede los 10 millones de habitantes. Pronto, más de la mitad de la población mundial vivirá en áreas urbanas.
Algunas de las más grandes ciudades del mundo, incluyendo Beijing, Buenos Aires, Dhaka, Lima y la ciudad de México, dependen en gran escala de las napas subterráneas para su suministro de agua, pero esa dependencia de los acuíferos, los cuales necesitan muchos años para renovarse, no es sustentable. El agua subterránea de los acuíferos debajo o cerca de la ciudad de México, por ejemplo, suministra más de 3.2 billones de litros por día, pero ya se ha registrado escasez en varias partes de la capital. Bankgok, que está agotando su acuífero para agua potable y saneamiento, literalmente se está hundiendo. La mayoría de las megaciudades del mundo están en la costa, donde el agotamiento de los acuíferos lleva a la intromisión de agua salada y a la contaminación de valiosa agua potable. “Es por ello por lo que estas megaciudades competirán por el agua para la agricultura”, afirman en la aludida Comisión Mundial sobre el Agua.
Debido a la competencia por el agua, podrían surgir conflictos severos por las “cada vez más irreconciliables disputas sobre el agua”, continúa advirtiendo Serageldin, cuyo llamado en 1995 sobre conflictos armados por el agua y los peligros de guerras generó un nuevo impulso en la colaboración internacional en el manejo del agua. La Sociedad Mundial del Agua y el Consejo Mundial sobre el Agua fueron creados y llevaron a la fundación de la Comisión Mundial.
Mirando el futuro
La comunidad internacional y las diversas instituciones vinculadas al agua vienen delineando diversos programas y recomendaciones para asegurar un más eficaz manejo de los escasos recursos del agua. Las estrategias incluyen mejores arreglos institucionales y medidas específicas para el logro de los objetivos, que incorporen soluciones radicales e innovadoras para incrementar los suministros de agua y reducir las pérdidas. Debe generarse, en todo caso, concientización pública, y a partir de ese cambio de conducta y de la voluntad política, crear un futuro mejor para el agua.
El agua, el clima, la Agenda 2030 y la proyección hacia nuevas regulaciones