Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Roja esfera ardiente - Peter Linebaugh страница 24
CIUDADANOS, soldados, milicias, regimientos, paisanos, y familia de sangre, ¿mataréis a vuestros hermanos, de cuyas entrañas y harapos se ha extraído hasta ahora la parte principal de vuestra miserable paga?
¡OH Irlanda! ¡Si tus gobernantes permanecen sordos ante tu grito pidiendo pan, no desesperes, ni te destruyas por divisiones partidistas o intestinas!… Busca tu libertad. ¡Y manifiesta tu voluntad con una voz, y su poder irresistible para conmoverla, tal vez esté en las alas del viento!»[12].
Una gran multitud se reunió en Downpatrick, condado de Down, Irlanda, para presenciar el ahorcamiento de Thomas Russell, la mañana del 21 de octubre de 1803. Era la quintaesencia del irlandés unido, desde la fundación de esta sociedad en 1791 hasta su última manifestación, en 1803[13]. Alto, atractivo, poético, espiritual, atlético, Russell poseía capacidades de notable movilidad: entre Belfast y Dublín, entre protestantes y católicos, entre proletarios urbanos y campesinos rurales, entre ciudad y campo, entre Inglaterra e Irlanda, entre burgueses y plebeyos, entre Europa y Asia. Como Oswald o Stewart, Thomas Russell fue uno de los grandes caminantes de la década. Fue emisario itinerante, abarcando distancias inmensas, difundiendo el evangelio del republicanismo mediante la peregrinación de propaganda política, periódicos, panfletos, folletos. De acuerdo con su sobrino, mientras se dirigía al patíbulo exclamó «¿Es este el sitio?». Este sentido de coordenadas geográficas inciertas se transmite en una balada escrita sobre él, «The Man from God Knows Where» [El hombre de Dios sabe dónde][14].
Russell pronunció también el juramento de los Irlandeses Unidos –«Haré todo lo que esté en mi mano para forjar una hermandad de afecto, una identidad de intereses, una comunión de derechos, y una unión de la fuerza entre los irlandeses de todas las confesiones religiosas, sin la que cualquier reforma sería parcial, no nacional, inadecuada para las necesidades, engañosa para los deseos e insuficiente para la libertad y la felicidad de este país»– tan impresionante si sus expresiones se interpretan políticamente. Russell criticaba las condiciones insanas de las fábricas de algodón, y elogiaba las asociaciones de los obreros. «La pobreza es una especie de crimen», dijo. Le entristeció el Acta de la Unión y la conversión del edificio del Parlamento irlandés en un banco, «un templo de la avaricia». Era abolicionista y escribió poemas contra la esclavitud[15].
«¡No soy ningún traidor! Muero siendo un hombre perseguido que defiende un país perseguido.» Eso declaró William Orr –un granjero próspero y joven del condado de Antrim, presbítero y miembro de la Sociedad de los Irlandeses Unidos–, ahorcado el 14 de octubre de 1797. Orr fue detenido por sembrar lino, la base de los célebres tejidos irlandeses. Por infringir la reciente Ley contra la Insurrección, fue ahorcado por jurar con dos soldados del regimiento de Fifeshire «perseverar en el esfuerzo de formar una hermandad de afecto entre irlandeses de todas las confesiones religiosas»[16]. Aquellos soldados formaban parte del ejército británico de ocupación y, sin que Orr lo supiera, eran delatores. Lo llevaron del tribunal de Carrickfergus al Campo del Patíbulo. La población silenciosa y hosca se negó a asistir a la ejecución, aunque miles de personas llenaron las carreteras y los montes adyacentes durante el entierro. Dejaba una viuda embarazada, Isabella, y cinco niños. Al año siguiente, los casacas rojas incendiaron su casa, dejándola «solo con la tierra de Dios bajo sus pies y el cielo sobre su cabeza»[17]. La expresión «¡Recuerda a Orr!» se convirtió en grito de batalla de los Irlandeses Unidos antes de comenzar el levantamiento de 1798, y fue su lema mientras esta duró. «Remember Orr!» estaba escrito en paredes y suelos. Las palabras se escribieron en fichas monetiformes. Se grabaron en mangos de picas. Las imprentas produjeron tarjetas por su causa, «los DERECHOS DEL HOMBRE lesionados». Recordad a Orr.
Un testigo del ahorcamiento señalaba: «un pobre que era su inquilino se quedó llorando a su lado, y él le entregó el sombrero, ofreciéndoselo como símbolo de amistad y recuerdo». A comienzos del siglo XX, Francis Joseph Bigger, abogado presbiteriano e intelectual del Ulster, accedió a la tradición oral de Antrim. Aunque enterrado como presbiteriano, el «pobre hombre» era sin duda de procedencia católica, «un resto de los “meros irlandeses” que quedaron después de que la plantación hubiera barrido el país, y que se aferraban a su viejo patrimonio, incluso bajo la forma de subinquilinos». Lejos de «pobres», en otro tiempo habían sido señores de Rathmore. El gesto de pasar el sombrero era símbolo de compartir la hegemonía de la tierra, así como de solidaridad, por parte de la «nobleza oculta»[18]. Y en consecuencia, recordamos a Orr porque nos proporciona una ventana a la nobleza oculta y al paisaje oculto antes de que se distribuyeran las propiedades de los dominadores anglo-irlandeses. Un tema que aborda este libro es la amplia posibilidad de que en 1802 existiera un proyecto trasatlántico multiétnico y no sectario de establecer una república compuesta por ciudadanos y gentes del común, aquellos que carecían de propiedades, que compartían cosas comunes: la res plebeia. A menudo lo encontramos en la práctica. Mientras Orr estaba encarcelado, un vecino organizó la siembra de maíz y patata, y el labrado de la tierra para su esposa, y cientos de personas acudieron a ayudarle[19].
Para que el imperio de la ley sea eficaz como ideología, y logre que los Muchos admitan ser gobernados por los Pocos, es necesario efectuar persecuciones de individuos de la clase gobernante en tiempos cuidadosamente seleccionados. Joseph Wall, ahorcado un año antes que Despard, fue uno de esos individuos. Como Edward Despard, Joseph Wall (1737-1802) era anglo-irlandés, nacido, como Despard, en el condado de Laois. Asimismo, como gobernador de Senegambia, fue también, como Despard, agente del Imperio. Pero ahí acaban las similitudes. El gobernador Joseph Wall fue juzgado y condenado el 20 de enero de 1802 por asesinar en 1782 a un soldado, Benjamin Armstrong, en la isla de Goree, en la desembocadura del río Gambia. La cultura esclavista de África occidental que imperaba en la isla deriva de mediados del siglo XVII. Era la fuente del oro, el querido oro, el origen del todopoderoso fetiche inglés. Pero era también la fuente de un recurso mucho más valioso, la fuerza de trabajo humano.
En 1780, cuando Wall era subgobernador de Goree, una guarnición descontenta amenazó con amotinarse por la mala administración de los almacenes de provisiones. Wall mandó azotar a tres soldados a los que consideraba los cabecillas. Ordenó también al ejecutor que se tomara en serio su trabajo, y los tres fallecieron como consecuencia. A su regreso a Inglaterra, se presentó contra él una acusación por asesinato, pero logró huir a Nápoles, donde permaneció durante veinte años. En la prisión de Newgate, fue ahorcado ante una multitud enfervorecida, principalmente soldados y marineros, «todos aquellos que la consideraban una causa personal». «Su júbilo al verlo aparecer en el patíbulo fue tan grande, que lanzaron tres hurras, un ejemplo de ferocidad jamás visto». Wall pidió al verdugo que acelerase su trabajo. «¡Las cesteras irlandesas que vendían frutas bajo el patíbulo brindaban por su condena en una mezcla de ginebra y azufre!» El verdugo estaba borracho y no ajustó adecuadamente la soga, de modo que Wall colgó lentamente durante once minutos hasta que alguien se apiadó de él y le tiró de los pies[20]. El ahorcamiento pretendía demostrar que la ley era imparcial, puesto que castigaba tanto a los poderosos como a los pobres.
La revuelta de Robert Emmet, en julio de 1803, y la conspiración de Despard, en noviembre de 1802, compartían significativas similitudes. Ambos tenían el mismo objetivo, la independencia de Irlanda, pero uno dependía de una configuración de alianzas con base en Dublín, y el otro