Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh

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por parte de sus jueces; confiaban en los ilotas, hombres sin propiedades. Ambos defendían la justicia social, incluida la redistribución de tierras o la conservación de lo común. Ambos fueron «atajados de raíz», testimonio de la superior capacidad del espionaje británico, y perdieron el elemento histórico de la sorpresa.

      Emmet era un orador brillante, gracias a años de universidad en los que debatía cuestiones como las siguientes: «¿Fue el descubrimiento de América más ventajoso que perjudicial para la raza humana? ¿Era el campesino un miembro más útil de la sociedad que el militar? ¿Era buena la ley de Solón que declaraba la neutralidad en una insurrección infame? ¿Está un soldado obligado en todas las ocasiones a obedecer las órdenes de un oficial? En el discurso pronunciado en el patíbulo, Emmet habló de «la emancipación de mi país frente a la opresión superinhumana bajo la que durante tanto tiempo y con tanta paciencia ha trabajado». Robert compuso un poema alegórico sobre dos barcos, «Two Ships»:

      Sé que llevo a bordo algunos hombres

      que parecen en ocasiones rebeldes,

      ¿Pero cuál es la causa? Lo sabéis muy bien;

      la escasa paga hace a los hombres rebelarse;

      y tenéis muchas manos de seres

      que con las provisiones de mi tripulación comen;

      cada día debemos trabajar con una galleta,

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      Figura 5. Estatua de Robert Emmet en St. Stephen’s Green, Dublín. Foto del autor.

      «Aún no», respondió Robert Emmet cuando el verdugo concedió al patriota irlandés una última cortesía en el patíbulo, preguntándole a este joven de veinticinco años si estaba listo para la horca. Tras una pausa, volvió a preguntarle, «¿Estáis listo, señor?» y de nuevo Emmet respondió «Aún no». La tercera vez, el verdugo se impacientó y puso en movimiento todo el horrible peso de la ley, enviando a Robert Emmet a la eternidad. «¡Contemplad la cabeza de un traidor!», pronunció el verdugo mientras sujetaba la cabeza decapitada de Robert Emmet vertiendo una sangre que los perros lamían de los adoquines de Thomas Street.

      «Aún no» son, por lo tanto, palabras aplicables tanto al ansia de vida del hombre como a su anhelo del proyecto revolucionario. Despard y Emmet permanecieron silenciosos ante la propia ley. No se sabe dónde están enterrados. En busca de Edward y Catherine Despard, y en busca del significado de las últimas palabras de Emmet, este libro propone reivindicar los motivos y dar a conocer el proyecto de ambos, compartido con Emmet, de su oscuridad no inscrita. Los ilotas, el pueblo de la primera colonia de Inglaterra, desencadenaron la formación del Reino Unido en 1801; movilizaron el Atlántico (los marineros, los mozos de carga y descarga, los estibadores, los peones de obra); constituyeron la vanguardia del proletariado nacido del capitalismo mercantil; y fueron únicos en lenguas, religiones y tradiciones. Proporcionaron el fuego para las erupciones volcánicas del momento.

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