Johannes Kepler. Max Caspar
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WEIL DER STADT
Weil der Stadt fue y sigue siendo tan pequeña y recogida como orgullosos y ufanos se han mostrado siempre sus habitantes por la libertad que le procuraba el privilegio de ser ciudad imperial. Fundada por la dinastía de los Hohenstaufen, la pequeña localidad adquirió esta libertad imperial hacia finales del siglo XIII, después del interregno, bajo la soberanía de Rodolfo I. La imagen que ofrece en la actualidad aún permite hacerse una idea del aspecto que tenía en tiempos de Kepler. Las callejuelas, el mercado espacioso rodeado de casas con gabletes elevados, las torres y puertas de las murallas de la ciudad, conservadas en gran parte, se presentan a la vista igual que antaño, como un conjunto acogedor. La localidad, erigida en una pendiente suave que desciende por el ancho valle del riachuelo Würm, está inmersa en un paisaje ondulado en los márgenes de la Selva Negra, rodeada de jardines y prados, cultivos y bosques. La guinda del cuadro y su adorno más bello lo constituye la esbelta iglesia gótica de tres torres que, visible desde lejos, destaca entre la maraña de tejados como una catedral espléndida. Cual gallina clueca con sus polluelos, reúne las casas a su alrededor y las acoge bajo su protección; una presencia persuasiva para la mentalidad devota de los ciudadanos de antaño, conscientes de lo que debían ubicar en el punto central de su existencia. Con una diligencia suaba, sus habitantes procuraron mantener la ciudad con buen orden y salvaguardar sus fueros con un espíritu democrático. La mayoría de los campesinos y de los artesanos, entre los que destacaban curtidores y tejedores, debían restringir sus preocupaciones y sus esperanzas a lo imprescindible para vivir. Dejaban que el Sol, la Luna y las estrellas siguieran su curso, y la ciencia elevada quedaba lejos de su horizonte intelectual, si bien del municipio salieron algunas mentes brillantes. Teniendo en cuenta que en aquella época la comunidad consistía tan solo en unos doscientos vecinos con sus familias respectivas, se comprende que la ciudad imperial libre de Weil no tuviera ningún peso en los asuntos de Estado del Sacro Imperio Romano. Si una vez al siglo llegaba el emperador de visita, se convertía en todo un acontecimiento que se registraba con celo en los anales locales. Lo que alteraba los ánimos eran las desavenencias en cuanto a aranceles y leyes de caza con el vecino duque de Württemberg, cuyas tierras circundaban el municipio. También los acontecimientos bélicos apartaban sin duda a los ciudadanos de su quietud. Su disposición para alzarse en armas por defender la libertad la demuestra su participación, junto a la liga de ciudades, en la trágica batalla de 1388 contra el duque de Württemberg, que se libró en las inmediaciones de la cercana Döffingen y dejó sesenta ciudadanos tendidos en el campo de batalla.
La Reforma provocó tensiones y conflictos muy duraderos en Weil der Stadt. La doctrina evangélica encontró adeptos entre los lugareños bien poco después de la aparición de Lutero, pero no logró granjearse a la mayoría. La iglesia parroquial siempre estuvo en manos de los católicos, y en la época en que nació Kepler aún no existía ningún predicador evangélico en la ciudad. Años más tarde, los seguidores de la nueva doctrina, apoyados por el duque de Württemberg, se esforzaron en vano por conseguir que el concejo de la ciudad abrazara la creencia evangélica, que cediera una iglesia o capilla concreta y que autorizara el nombramiento de un pastor propio. El concejo estimó que haría una concesión especial a los ciudadanos evangélicos si les daba libertad para recibir aparte las prédicas y los sacramentos o si permitía que un pastor de su culto fuera a darles la comunión en caso de peligro de muerte. El bando evangélico consiguió todo un logro cuando pocos años después se autorizó el bautismo por el rito protestante en la localidad. La familia Kepler pertenecía al grupo de los partidarios más distinguidos y activos de la doctrina luterana, en especial el abuelo de Johannes, Sebald. El hecho de que ostentara el cargo de burgomaestre siendo mentor de sus correligionarios y a pesar de la supremacía católica, atestigua su valía y el gran respeto que supo granjearse entre sus conciudadanos. Casi al mismo tiempo, algunos miembros de la familia Fickler se sumaron a los impulsores de la causa católica; sobre todo Johannes Baptist Fickler, protonotario de príncipes-obispos4 de Salzburgo, quien durante la Contrarreforma actuó como influyente adversario del protestantismo. Sin embargo, a pesar de las diferencias doctrinales, las familias Kepler y Fickler mantenían un vínculo de maridaje y eso favoreció que, años más tarde, el hijo de Kepler, Ludwig, consiguiera la concesión de la beca que un miembro de la familia Fickler había creado en Tubinga [6]. Todas estas circunstancias explican que se desconozca el lugar donde se celebró el bautizo de Kepler, si se efectuó en la iglesia parroquial de un sacerdote católico o, lo que parece más probable, si lo realizó un pastor evangélico en alguna localidad vecina, posiblemente Magstadt.
Tal como se conserva desde antaño, la vivienda del abuelo Sebald quedaba algo apartada de una esquina de la plaza del mercado, en una calleja corta que conduce a la iglesia, de manera que desde la casa se divisaban la fuente del mercado con la estatua del emperador Carlos V y la imponente torre oriental del templo. El edificio fue víctima del incendio que asoló la ciudad en 1648, pero hay motivos para pensar que fue reconstruido con su aspecto original. Con certeza podemos considerarla la residencia donde nació nuestro Johannes, dado que su padre, Heinrich, siguió viviendo allí después de su boda, celebrada el 15 de mayo de 1571. Aunque desde fuera parece pequeña, la vivienda posee en su interior el espacio suficiente para albergar a una gran familia. Al parecer, el burgomaestre Sebald no incrementó su patrimonio hasta pasados unos años, sobre todo a través de la herencia.
SITUACIÓN FAMILIAR
A la edad aproximada de veinticinco años Johannes Kepler tomó apuntes de las