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Khmunu:[60] la «Ciudad de los Ocho», destacando así la «Ogdoada Sagrada» surgida del agua y del limón, constituida por ocho deidades (más concretamente cuatro masculinas y cuatro femeninas), que crearon la Luz mientras daban vida simultáneamente al demiurgo:

      El niño sacrosanto, el heredero perfecto nacido de la Ogdoada,

      simiente divina de los primeros dioses anteriores.[61]

      Este demiurgo sería el dios Tot,[62] que se uniría a la Ogdoada para constituir de nuevo la Enéada Sagrada:

      Tot, el dos veces grande, el más viejo, el señor de la ciudad de Hermópolis la grande, el gran Neter en Tentyris, el soberano Dios creador del Bien, corazón de Ra, lengua de Atum, garganta del Dios cuyo nombre está oculto (Amón), Señor del Tiempo, rey de los años, escriba de los anales de la Enéada.[63]

      Los misterios tebanos

      Fue en la ciudad de Tebas donde se veneró principalmente al dios Amón.

      Su función es ampliamente evocada en un papiro que data del periodo ramésida, el Papiro de Leyde:

      Tres dioses son todos los dioses: Amón, Ra y Ptah; no tienen igual. El de naturaleza [literalmente, el nombre] misteriosa es Amón; Ra es la cabeza; Ptah es el cuerpo. Sus ciudades en la tierra, establecidas para la eternidad, son Tebas, Heliópolis y Menfis, para siempre. Cuando llega un mensaje del cielo, se oye en Heliópolis; se repite en Menfis a Ptah; y se envía una carta, escrita con caracteres de Tot, hacia la ciudad de Amón (Tebas) con todo lo relacionado. La respuesta y la decisión se dan en Tebas, y lo que sale va dirigido a la Enéada divina, todo lo que sale de su boca, la de Amón. Los dioses son establecidos por él, según sus mandamientos.

      El mensaje consiste en matar o dar vida. Vida y muerte dependen de él para todos los seres, excepto para sí mismo, Amón, y para Ra o Ptah, unidad-trinidad.

      A pesar de esta noción triunitaria, Amón – el dios de nombre oculto– parece gozar de preeminencia en este contexto «tebano».

      Como señala acertadamente Schwaller de Lubicz:[64] «Tebas representa la última fase del primer devenir real. Así es como la tríada cósmica que domina en Tebas, y cuya historia será el tema principal del templo de Karnak, está formada por Amón, Mut y el hijo de ambos, Jonsu (mientras que el templo de Luxor es el cumplimiento, el resumen humano de la Obra Cósmica, el templo de la concepción y del nacimiento del Hombre Regio)».

      Tebas, la nueva capital de Egipto, por tanto, manifestará una auténtica hierofanía, como lo expresa con claridad el siguiente himno a Amón:

      Homenaje a ti, Amón-Ra, señor de Karnak, residente en Tebas […]. Tu eres único en tu antigüedad entre todos los dioses, toro de la gran enéada divina, jefe de todos los dioses, señor de la verdad, Padre de los dioses, autor de los humanos, creador de los animales, maestro de todo lo que existe. Tú has creado los árboles frutales, has hecho las hierbas para el ganado. Primogénito de Ptah, hijo del amor, a ti dirigen sus adoraciones los dioses, a ti, autor de las cosas de arriba y de las cosas de abajo, que iluminas las dos tierras.

      Maspero, por su parte, evoca a Amón como el Dios supremo de los teólogos tebanos: «El uno único, el que existe por esencia, el único que vive en sustancia, el único generador en el Cielo y la Tierra que no ha sido engendrado, el padre de los padres, la madre de las madres».

      Versión egipcia del Génesis y del Diluvio

      El Libro de los Muertos, entre otros textos, nos transmite una versión bastante singular del Diluvio. Tras su salida del «caos» original, Ra, que irradiaba en el firmamento y «visitaba las doce provincias de su reino, pasando una hora en cada una de ellas», perdió uno de sus ojos. Sus dos hijos mayores salieron en busca del ojo sagrado de su padre.[65] Sin embargo, el otro ojo, por el sufrimiento de Ra, se puso a llorar, y de este torrente de lágrimas (erme) nacieron los humanos.

      El ojo que faltaba fue luego encontrado, pero mientras tanto «había crecido» otro ojo en la órbita vacía, lo cual dio lugar al tercer ojo de Ra, que se lo colocó en el centro de la frente.[66]

      Así pues, Ra fue quien dio origen a la humanidad. Esta reacción, sin embargo, no fue considerada digna de su creador, que decidió hacerla desaparecer luego por un diluvio. Ra blandió entonces su ojo divino, que adoptó esta vez la forma de la diosa Sakhmet con cabeza de leona.[67] Esta llevó a cabo una carnicería tal que Ra se vio obligado a provocar un diluvio para tranquilizar a la diosa y acabar con su acción destructora.

      En este caso, se trata de una concepción muy particular del Diluvio, ya que este estaba constituido por el contenido de «siete mil cántaros» de un brebaje particular que se extendía por el suelo.[68] De hecho, se trataba de una mezcla de bebida fermentada[69] y zumo de granada. Este licor rojo alcoholizado, que recordaba hábilmente a la sangre por su color, desvió la atención de la diosa por la carne humana y consiguió que se emborrachara. La especie humana fue entonces salvada de una destrucción total.

      Ra reorganizó a continuación la Tierra antes de abandonarla definitivamente, montado sobre la diosa Nut metamorfoseada en vaca,[70] que lo llevó hasta su morada celeste.

      ¡Cabe reconocer aquí la imagen de la Vaca cósmica «regente y cuerpo» del cielo!

      La leyenda de Isis y Osiris

      La pareja divina formada por Osiris e Isis desempeña un papel preponderante en el panteón egipcio.

      Plutarco, en el siglo ii d. de C., transmite el relato íntegro de su leyenda en el texto titulado De Iside et Osiride.

      Osiris aparece como un rey legendario que gobernó Egipto con un gran sentido de la justicia, dando a conocer a su pueblo los frutos de la tierra y las leyes cósmicas.

      Su hermano Set-Tifón[71] lo invita durante una comida a probar un gran cofre de madera decorada que había confeccionado en honor de aquel invitado que lo llenara exactamente. Evidentemente entonces Osiris fue asesinado por todos los invitados. Set se deshizo enseguida del cofre en el Nilo, para que su cuerpo llegara hasta el mar por la «desembocadura de Tanis».

      Isis, su hermana y esposa –¿podemos ver en ello una alusión al álter ego, al «alma gemela» que expresa la perfecta complementariedad con el dios? – , es informada del terrible drama de la muerte de Osiris y, después de deambular desesperada, la viuda decide buscar los restos de su difunto esposo. Se entera, por unos niños que lo habían visto, del lugar en el que se encontraba el cofre.

      Isis descubre también que «Osiris enamorado había tenido, por error, relaciones con Neftis, hermana de Isis, al confundirla con esta».[72] De la unión de Osiris con Neftis, esposa de Set (Tifón), había nacido un niño llamado Anubis, que se convertiría en el dios cinocéfalo psicopompo, conductor de almas.[73]

      Asimismo, Isis descubre que un tamarindo

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<p>60</p>

Su antiguo nombre civil era Un.

<p>61</p>

Véase Mircea Eliade, op. cit.

<p>62</p>

Aunque en algunas versiones se trataría, de hecho, del propio dios Ptah.

<p>63</p>

R. P. Festugière, La Révélation d’Hermès Trismégiste, París, 1944.

<p>64</p>

Schwaller de Lubicz, op. cit.

<p>65</p>

El ojo de Ra, Uadjit.

<p>66</p>

Como el chakra o centro, ajna, en la tradición brahmánica.

<p>67</p>

Según algunas versiones, podría tratarse también de la diosa Hathor (con cabeza de vaca) que simboliza la feminidad, así como la fecundidad y la fertilidad.

<p>68</p>

Las tradiciones cananeas se sirven de un mito similar.

<p>69</p>

Probablemente se tratara de cerveza.

<p>70</p>

Lo que recuerda a otra diosa que adopta la forma de un bóvido: la diosa Mehurt.

<p>71</p>

Tifón se asemeja al griego tupeiv, que significa «ahumar», «cegar». Como indica Plutarco, «Tifón es cegado por el humo de la ignorancia y del error» (De Iside et Osiride). Plutarco apunta también más adelante que Set, por su parte, significa «fuerza opresora y apremiante».

<p>72</p>

Plutarco, De Iside et Osiride.

<p>73</p>

En el mito de la concepción de Anubis encontramos la intervención de la luz (Osiris) y la oscuridad (Neftis, como hermana y esposa de Set) situando «al que abre los caminos» fúnebres en relación simbólica con la puesta de sol crepuscular…