La práctica de la atención plena. Jon Kabat-Zinn

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La práctica de la atención plena - Jon Kabat-Zinn

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todos los seres que pueblan la Tierra. Y todo ello nos obliga a prestar atención, por más difícil que nos resulte de aceptar, al diagnóstico de enfermedad inmunológica y prestar también la necesaria atención al potencial curativo que supone abrazar colectivamente, mientras todavía estamos en condiciones de hacerlo, lo mejor y más profundo de nuestra naturaleza como seres vivos y, en consecuencia, como seres sensibles.

      Si de verdad queremos sanar al mundo no sólo en beneficio propio, sino en beneficio también de las generaciones venideras, debemos aprender, aunque sólo sea de manera provisional, a poner nuestras múltiples inteligencias al servicio de la vida, la libertad y la búsqueda de la auténtica felicidad. Y ello no sólo en beneficio de los estadounidenses y de los occidentales, sino de todos los habitantes de este planeta, sin importar el continente o la isla en la que vivan…, y hasta en beneficio de todos los seres del mundo natural y del mundo más que humano que los budistas suelen incluir en la expresión seres sensibles.

      Precisamente el término “sensibilidad” es la clave para restablecer el contacto con los sentidos y despertar a lo posible. Si renunciamos a la conciencia, es decir, si nos negamos a emplear, perfeccionar y habitar nuestra conciencia, la capacidad genética de ver con claridad y de actuar desinteresadamente, tanto en el interior de nuestra individualidad como en el seno de nuestras instituciones –que incluyen el mundo empresarial, el Congreso, el Senado, la Casa Blanca, las sedes del gobierno y las grandes organizaciones supranacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea–acabaremos condenándonos a una enfermedad inmunológica generada por nuestra propia ignorancia, de la que se deriva el interminable círculo vicioso de la ilusión, el engaño, la avaricia, el miedo, la crueldad, el autoengaño y, por último, la autodestrucción y la muerte.

      Ha llegado ya el momento de apostar por la vida y de reflexionar sobre las implicaciones de esa decisión. Y no me refiero ahora a ninguna abstracción y a ninguna generalización, porque ésa es una decisión muy concreta y en ella reside, precisamente, el meollo de la cuestión. Esta decisión está muy próxima a la sustancia y el fundamento del desarrollo de nuestra vida, tanto internamente (en forma de pensamientos y sentimientos) como externamente (a través de nuestras palabras y de nuestras acciones de un instante al siguiente).

      Nuestro mundo necesita de todas sus flores, por más que sean tan efímeras que sólo florezcan durante el breve período al que llamamos vida. A nosotros nos corresponde descubrir, tanto individual como colectivamente, el tipo de flores que somos, compartir nuestra singular belleza con el mundo durante el tiempo precioso de que disponemos y transmitir a nuestros hijos y nietos el legado de sabiduría y compasión que se encarna en nuestra manera de vivir, en nuestras instituciones y en la conciencia de la interconexión que nos une, tanto en el seno de nuestro hogar como en el mundo en general. ¿No les parece que ha llegado ya el momento de arriesgarnos a apostar por la salud, tanto en nuestra vida como en el mundo, que no sólo son reflejos el uno del otro, sino que también ponen claramente de manifiesto el genio de nuestra especie?

      Esta empresa, en la que nos jugamos nada menos que la salud del planeta, requiere del esfuerzo y la contribución creativa e imaginativa de todos y cada uno de nosotros. Bien podría decirse que nuestra especie está acabando con el mundo y que ha llegado ya el momento de restablecer el contacto con nuestros sentidos, de despertar a la plenitud de nuestra belleza, de emprender el trabajo de curarnos a nosotros mismos, a nuestras sociedades y al planeta, aprovechando todo lo que merezca la pena y que ahora está ya floreciendo. En este sentido, no hay intenciones pequeñas ni esfuerzos insignificantes, ya que todos los pasos son igualmente importantes. Además, y como veremos, la empresa requiere de la colaboración de todos y cada uno de nosotros.

      Cuando el lector emprenda la aventura que le proponemos en este libro descubrirá que está dividido en ocho partes; en cada una de ellas, he incluido historias procedentes de mi propia experiencia personal. Con ello pretendo transmitir al lector la paradójica sensación de que la práctica meditativa personal y concreta es, simultáneamente, impersonal y universal, y eludir así cualquier relato personal centrado en “mi” experiencia o en “mi” vida que pudiera estar urdiendo el persistente hábito egoísta de la mente. También es muy importante, habida cuenta del colosal sufrimiento al que, como seres humanos, estamos sometidos y de la fugacidad de esas lentes distorsionantes llamadas opiniones y visiones a las que, en un desesperado intento de dar sentido al mundo y a nosotros mismos, tan a menudo nos aferramos, tomarse muy en serio –aunque no de un modo estrictamente personal– y con una buena dosis de jovialidad y humor la propia experiencia.

      En la primera parte exploraremos lo que es y lo que no es la meditación y las implicaciones que acompañan al cultivo de la atención plena. En la segunda parte investigaremos las fuentes de nuestro sufrimiento y de nuestro “malestar”, pondremos de relieve el efecto liberador de la atención ecuánime y veremos el modo en que la atención plena se ha integrado en la práctica de la medicina, revelándonos dimensiones de nuestra mente y de nuestro corazón que pueden ser profundamente curativas y transformadoras. En la tercera parte exploraremos los “paisajes sensoriales” de nuestra vida y el modo en que la conciencia sensorial promueve el bienestar y enriquece nuestra vida y nuestro modo de conocer y de estar en el mundo y en nosotros. La cuarta parte proporciona al lector instrucciones detalladas para el cultivo de la atención plena a través de los distintos sentidos, apelando a un amplio abanico de prácticas meditativas formales que nos transmiten el sabor de su infinita riqueza, que, por cierto, podemos degustar en cualquier momento. La quinta parte explora el modo en que el cultivo de la atención plena puede conducir a la curación y a una mayor felicidad a través de una “revolución de la conciencia” que transforma por completo nuestro modo de percibir y actuar en el mundo. La sexta parte se ocupa del cultivo de la atención plena y ejemplifica el modo en que puede afectar a diversos aspectos de nuestra vida cotidiana, desde estar en donde estamos hasta ver o no la Superliga y “morir antes de morir”. La séptima parte se centra en el mundo de la política y de las tensiones a las que se halla sometido el mundo desde la perspectiva proporcionada por la medicina cuerpo-mente y sugiere algunas formas en que la atención plena puede contribuir a la curación y la transformación del cuerpo político y del mundo. La octava parte, por último, ubica nuestra vida y los retos a los que actualmente nos enfrentamos en un contexto mayor de la evolución y de nuestra especie, poniendo de relieve la existencia de dimensiones ocultas que pueden permitirnos vivir nuestra vida instante tras instante y día tras día como si realmente importase.

      PARTE I:

      LA MEDITACIÓN

      NO ES LO QUE CREEMOS

      El rango de lo que pensamos y hacemos está limitado por aquello que no advertimos.

      R.D. LAING

      Eso está en mí… no sé lo que es… pero sé perfectamente que está en mí.

      WALT WHITMAN

      No es fácil, en una época como la actual en la que las cosas discurren tan rápidamente, hablar de la belleza y de la riqueza eternas del momento presente. Pero lo cierto es que, cuanto más aprisa discurren las cosas, más importante es restablecer el contacto –hasta morar incluso– en lo atemporal porque, en caso contrario, corremos el riesgo de desconectarnos de dimensiones de nuestra humanidad esenciales para convertir el sufrimiento, la locura y la confusión del cuerpo y de la mente –a los que, genéricamente, nos referimos como “enfermedad”– en bienestar, felicidad y sabiduría. Porque, aunque no lo parezca y, en ocasiones, nos refiramos

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