Mujeres y educación en la España contemporánea. Raquel Vázquez Ramil
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En la constitución de la nueva entidad participan, junto a Giner, Salmerón, Figuerola, Azcárate, González de Linares, Ruiz de Quevedo, Moret, Montero Ríos… Pretende ser una institución ajena a cualquier principio político o confesión religiosa, y para ello se ampara en la colaboración económica de un grupo de particulares, que suscribieron acciones nominales de 250 pesetas[27].
Este sistema garantizaba la independencia a que aspiraba la nueva obra, cuyo modelo era la universidad de Londres, creada en 1828 como universidad libre por un grupo de profesores anglicanos disidentes de la rígida ortodoxia de Oxford y Cambridge. Su carácter se define nítidamente en el artículo decimoquinto de los Estatutos fundacionales:
La Institución Libre de Enseñanza es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político; proclamando tan sólo el principio de la libertad e inviolabilidad de la Ciencia y la consiguiente independencia de su indagación y exposición respecto de cualquiera otra autoridad que la propia conciencia del profesor, único responsable de su doctrina[28].
Con estas premisas abre sus puertas el 29 de octubre de 1876 en la casa número 9 de la calle de Esparteros[29]. La Institución Libre se consagró en principio a las enseñanzas de Bachillerato y preparatorio universitario y a la divulgación de cuestiones de cultura general; los resultados académicos de esta empresa fueron notables, no así los económicos; por ello, a partir del curso 1878-1879 se eliminan las poco concurridas y deficitarias enseñanzas superiores, dedicándose la Institución a los niveles primario y secundario.
En estas secciones, los profesores de la nueva entidad pondrán en práctica una serie de principios innovadores, cuya línea matriz arranca de la pedagogía fröbeliana; por ejemplo, la enseñanza intuitiva, el aprendizaje lúdico, la supresión del libro de texto, la enseñanza oral y antidogmática frente al memorismo y las explicaciones abstrusas, y la vivencia activa del proceso de aprendizaje por parte del alumno, a través del contacto directo con la naturaleza, los monumentos artísticos, las tradiciones populares, etc. Se procuró, asimismo, imponer el sistema cíclico, sin divorcios bruscos entre la primera y segunda enseñanza.
Poco a poco, se introdujeron nuevos métodos y experiencias tomados, en su mayor parte, de países extranjeros y adaptados a las necesidades nacionales. El «antiacademicismo» de la Institución tropezó con algún que otro problema, como minuciosamente describe la profesora Gómez Molleda[30], pero impuso un modelo educativo que tendrá gran trascendencia en el siglo XX, como tendremos ocasión de ver.
En este periodo de creación y afianzamiento de la Institución Libre de Enseñanza, el krausismo español (nunca ortodoxo, como hemos visto) experimenta el aporte teórico y metodológico de una corriente entonces naciente, el positivismo entreverado con matices calvinistas y materialistas; de su mezcla surge una nueva tendencia, el krausopositivismo, caracterizado por el afán de armonizar la especulación krausista con la experiencia positivista, como mejor fórmula de superar la dualidad del mundo moderno[31].
Fueron krausopositivistas Nicolás Salmerón y Urbano González Serrano, Adolfo Posada y Gumersindo de Azcárate en Sociología, y Manuel Sales y Ferré en Antropología; Francisco Giner responde menos a esta línea, salvo en sus escritos de psicología, y se mantiene más fiel al ejemplo originario de Sanz del Río. En palabras de Adolfo Posada:
La filosofía de Giner, con sus perspectivas metafísicas, se puede definir como una filosofía jurídica, social, política y de la educación: en síntesis, la filosofía de don Francisco, de modo más inmediato que la de Krause y aún que la de Sanz del Río, es una filosofía de la conducta, o sea una ética y una estética: es una filosofía de principios, no de abstracciones, de principios que han de vivirse[32].
La Institución Libre de Enseñanza conecta así, a través de su fundador, con el krausismo que había removido la filosofía española y, subsecuentemente, resalta aspectos como la moral y la pedagogía, en los que puso especial énfasis. La conexión o enlace viene dada por una entidad de la que hablamos en el epígrafe anterior, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, «primera institución docente estable creada por los discípulos de Sanz del Río» según el profesor Vicente Cacho[33], cuya vida presentará muchas concomitancias con la de la propia Institución Libre.
Los presidentes de la Junta Directiva de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer fueron siempre hombres de la Institución Libre de Enseñanza: Manuel Ruiz de Quevedo lo es desde 1874 hasta su muerte en abril 1898; lo sucede Gumersindo de Azcárate hasta su fallecimiento en diciembre de 1917 y, a partir de esta fecha, José M.a Pedregal. Igualmente, entre el profesorado de las varias escuelas de la Asociación hemos de citar a numerosos institucionistas: Manuel M.a José de Galdo, Manuel M.a del Valle, Juan Facundo Riaño, Rafael Torres Campos, Ilirio Guimerá, Germán Flórez, Joaquín Sama y el propio Francisco Giner de los Ríos, quien impartió Psicología en la Escuela de Institutrices y escribió un tratado de dicha asignatura, Lecciones sumarias de Psicología (1874).
Será también un hombre de la Institución Libre Aniceto Sela, el que impulse la Institución para la Enseñanza de la Mujer de Valencia[34].
Si nos fijamos en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, que comienza a publicarse en 1877, observamos a lo largo de los años ochenta del siglo XIX el interés por el tema de la Asociación y por consignar noticias relativas a la misma; son los más preocupados en este sentido Manuel Ruiz de Quevedo y Aniceto Sela.
Aun valorando muy justamente el papel de hombres como Azcárate, Ruiz de Quevedo o Cossío, hemos de ver la Institución Libre de Enseñanza como obra fundamental de Francisco Giner de los Ríos; él fue la encarnación paradigmática del institucionismo, como Sanz del Río lo había sido del krausismo. Pensamos, por ello, que es de interés analizar su visión de la condición de la mujer a través de su obra escrita y de las empresas por él respaldadas para mejorar la educación femenina.
La condición de la mujer española vista por Francisco Giner de los Ríos
Actitudes vitales
Francisco Giner de los Ríos nació en Ronda el 10 de octubre de 1839. Comenzó sus estudios universitarios en Barcelona, donde recibió las primeras nociones de filosofía en la cátedra de Llorens, del que fue discípulo predilecto; remató la carrera de Derecho en Granada: allí se inicia en la Filosofía Alemana y en los estudios de Literatura y Estética, de la mano de Francisco Fernández y González, y conoce al que será uno de sus grandes amigos, Nicolás Salmerón (uno de los breves presidentes de la Primera República en 1873). En 1863, a instancias de su tío Antonio de los Ríos Rosas, acude a Madrid e ingresa en el Ministerio de Estado como agregado diplomático. Aprovecha su tiempo libre