Mujeres y educación en la España contemporánea. Raquel Vázquez Ramil

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Mujeres y educación en la España contemporánea -  Raquel Vázquez Ramil Universitaria

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de los hombres cultos y previsores en pro de las clases obreras y absolutamente desamparadas»[112].

      Labra se ocupa del movimiento en pro del sufragio femenino, iniciado en Estados Unidos hacia 1840 al tiempo que la campaña favorable a la redención de la esclavitud, y de la situación jurídica de la mujer en los códigos civiles de varios países europeos.

      Trabajo muy documentado e interesante, el ensayo de Labra refleja la preocupación por las cuestiones sociales más candentes del momento, entre ellas las reivindicaciones obreras y feministas, y por investigar sus raíces. Como es norma en los institucionistas, Labra introduce numerosos ejemplos extranjeros y emplea el método comparativo para concluir resaltando el atraso de nuestro país en este terreno. Las reclamaciones feministas toman cuerpo primero en los países capitalistas y de tradición protestante, como Estados Unidos e Inglaterra, y tienen especial éxito entre los sectores burgueses, muy endebles en España; no es de extrañar, por tanto, que hasta nosotros llegasen con gran retraso y muy tamizadas y que no encontrasen canal asociativo adecuado hasta bien entrado el siglo XX.

      No obstante, los hombres de la Institución Libre de Enseñanza (y ya es significativo que casi siempre fuesen hombres) perciben el problema y se apuran a exponerlo y a buscar vías para encauzarlo; lo consideran cuestión de «regeneración» moral y social de la mitad del género humano, no asunto político como en otros lugares, regeneración sin la que es imposible el progreso humano. Atentos a las nuevas circunstancias, mantienen el afán inicial de alcanzar la humanidad unida, sin enfrentamientos de clases, sexos o caracteres; ese afán los empuja, cuando adquiere pujanza el movimiento obrero, a ensayar medidas paliativas como la extensión universitaria, cuyos mayores logros se alcanzaron en la universidad de Oviedo. Los institucionistas defendieron la vía pedagógica para superar antagonismos de todo tipo; sus resultados fueron cualitativamente muy relevantes pero cuantitativamente muy restringidos.

      Advierte leves avances, aunque muy lentos, y se resiste a hablar de emancipación social o política mientras la dependencia económica sea un hecho extendido y someta a la mujer a todo tipo de esclavitudes.

      El realista análisis de Concepción Arenal manifiesta cierta irritación ante un hecho que considera socialmente injusto y denigratorio de la mujer como persona, punto este en el que la autora puso especial énfasis en todas sus obras. No deja de ser ilustrativo que se publique por primera vez en las páginas del Boletín, cada vez más atento a estas cuestiones e interesado, sin duda, en rendir homenaje a la ilustre pensadora, fallecida poco antes, el 4 de febrero de 1893.

      A finales del siglo XIX la preocupación por la condición femenina y el movimiento feminista extranjero encuentra acogida en el BILE; no en vano los progresos exteriores eran ya notables en el terreno educativo, menos en el laboral e incipientes en el político. Y así, sólo Nueva Zelanda reconoció el sufragio femenino antes del siglo XX, concretamente en 1893; en 1902 se establece en Austria, en 1906 en Finlandia y, progresivamente, en otros países nórdicos y europeos.

      Segunda etapa: 1901-1915. Tras el «Desastre», la solución exterior

      Tras el «Desastre», el regeneracionismo costiano (en algunos aspectos muy conectado con el reformismo institucionista) propaga la idea de que el problema de España es la endeblez moral y los conceptos aferrados al pasado.

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