Mujeres y educación en la España contemporánea. Raquel Vázquez Ramil
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Los manifiestos, a veces apocalípticos, lanzados por Costa en el momento de la pérdida colonial y la ultrajante derrota española, sacudieron las conciencias y colocaron el tema pedagógico en el candelero. Dice Giner:
[…] como fundamento para el porvenir, hay que formar gente nueva, por otro modo mejor que el que hemos logrado en nuestro tiempo nosotros; y después, irla agrupando en pequeños organismos nuevos homogéneos, libres de una tradición dolorosa y oscura[124].
La «llamada a la educación» encontrará esta vez oídos atentos en las esferas oficiales; decisión de la mayor trascendencia es la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900[125] para gestionar de forma directa todo lo referente a educación nacional. La voz de la ILE encuentra entonces un lugar para expresarse, unas veces con mayor y otras con menor intensidad, según el cariz político de los ministros del ramo.
Para fortalecer sus argumentos reformistas, a partir de 1901 la ILE incrementa su considerable labor de investigación sobre entidades educativas extranjeras y nuevas tendencias pedagógicas que se toman como modelo o estímulo. En lo concerniente a la mujer, domina esta tendencia de forma abrumadora.
La mirada al exterior otea horizontes cada vez más lejanos y alcanza Estados Unidos en el crítico momento que siguió al 98 y la llamada guerra hispano-norteamericana, precisamente. El BILE publica varios artículos sobre los colleges de mujeres y su organización[126], y sobre la coeducación y sus ventajas[127]. De Bélgica interesan las escuelas agrícolas femeninas, escalonadas en niveles de enseñanza muy eficaces[128]. Francia ofrece el consabido modelo de la Escuela Normal de Fontenay-aux-Roses[129], y también merecen algún comentario las escuelas femeninas alemanas.
Inglaterra fue punto de referencia habitual para los institucionistas, admiradores de la educación moral y el respeto a los valores éticos inculcados en sus ejemplares public schools (Eton, Harrow, Rugby, Winchester…), pero no sirvió tanto de modelo para la educación de la mujer como Estados Unidos, más adelantado en este terreno. No obstante, llamaron la atención movimientos en pro de la mejora de la condición femenina, como la Asociación para la Abolición de la Prostitución Reglamentada, promovida por Josephine Butler[130], y la extensión universitaria de las estudiantes británicas.
En esta segunda etapa los institucionistas abandonan la perspectiva humanitaria sobre la cuestión femenina, heredada de Fernando de Castro, y se centran en la observación de centros educativos extranjeros y corrientes pedagógicas nuevas; ponen mayor énfasis en la defensa de la coeducación como medio más económico y rápido de procurar la enseñanza secundaria y superior a las mujeres, preparando a ambos sexos para una sana convivencia cotidiana basada en el benéfico influjo de elementos diferentes pero complementarios.
El tema de la mujer pierde representatividad en las páginas del BILE y, en consecuencia, se difumina un tanto en la mente de los institucionistas; ello se debe a que la realidad no exige tantas demandas; con el nuevo siglo progresa, gracias a cierto desarrollo económico, la educación general y también la de la mujer.
Por Real Decreto de 17 de agosto de 1901 se reforman los programas de las Escuelas Normales, dotándolos de un sentido más práctico y pedagógico[131]. En 1909 se crea la Escuela Superior del Magisterio, centro mixto. Y la Real Orden de 8 de marzo de 1910 deroga la de 11 de junio de 1888 que exigía a las mujeres permiso previo de la superioridad para cursar estudios en establecimientos oficiales: era la franca apertura legal de las puertas de la universidad.
Por otro lado, en los primeros años del siglo XX el institucionismo penetra en la política social y educativa, y así, cuando se crea el Instituto de Reformas Sociales en 1903, la presidencia recae en Gumersindo de Azcárate, personalidad próxima a Giner, que da entrada en el nuevo organismo a hombres de la «casa» como Adolfo Posada, Buylla y Bernaldo de Quirós. Y en 1907 nace la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas con el fin de promover la investigación y conceder pensiones de estudio en el extranjero a maestros y licenciados[132]. La secretaría de la JAE es desempeñada por un discípulo de Giner, José Castillejo Duarte.
Ya no eran necesarias tantas llamadas a la educación, pues los hombres de la Institución comenzaban a tener en sus manos los resortes para mover el progreso intelectual del país.
Tercera etapa: 1915-1936: «Se fue el Maestro…»
Francisco Giner de los Ríos falleció en su casa de la Institución el 18 de febrero de 1915, a los setenta y cinco años. José Castillejo describe con hondo sentimiento el golpe:
Ayer enterramos a don Francisco en la más emocionante y solemne sencillez.
Se le había colocado sobre su cama envuelto en un sudario blanco y rodeado de romero, cantueso y mejorana del Pardo, violetas y alelíes.
Se le puso luego en la caja, entre las mismas plantas y flores.
Fue al cementerio en un furgón cerrado, sin más acompañamiento que un coche con su hermano, Rubio, Cossío y el Sr. Flórez.
Separadamente fue allá un centenar de personas de su intimidad.
Un antiguo alumno suyo, arquitecto, dirigió la construcción de la fosa y otro antiguo alumno albañil hizo la bóveda.
Y allá quedó bajo tierra y flores entre los dos que fueron sus maestros más queridos, don Julián Sanz del Río y don Fernando de Castro[133].
La muerte de Giner, aunque esperada, produjo gran conmoción e incluso dio lugar a polémicas entre clericales y anticlericales, como refleja la prensa de la época. Los principales periódicos comunicaron la noticia[134]. Muy expresivo es el encendido artículo publicado por el republicano José Nakens en El Motín con el título de «Los santos laicos», en el que afirma:
La prensa clerical, que no pudo difamar a Giner de los Ríos en vida y que tampoco se atreve a injuriarle después de muerto, porque la llenaríamos de salivazos, trata de hacer creer a los suyos que Giner de los Ríos era casi católico porque uno de la secta le ha dicho que lo vio comer carne un viernes y otro entrar en una iglesia un jueves santo[135].
El tono contrasta con la sobriedad de otro medio, la Revista General de Enseñanza y Bellas Artes, que comunica la noticia con respeto no exento de cierta crítica:
El Sr. Giner de los Ríos era una personalidad de indiscutible talento, de vasta cultura y con decidida vocación por la enseñanza, practicando la neutra en aquella Institución de la que han salido no pocos prosélitos.
Aunque no estamos conformes con la tendencia bien marcada que simboliza la creación de D. Francisco Giner de los Ríos, no obraríamos en justicia si no reconociéramos en el catedrático fallecido cultura extraordinaria y talentos sobresalientes, dignas de enaltecimiento. Descanse en paz