Psicología y psicoterapia transpersonal. Manuel Almendro
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Aurobindo encierra el mensaje planetario jamás conocido hasta ahora, el mensaje de que el vértice de la existencia biológica es el mensajero evolutivo de la supramentalidad, el secreto de los antiguos rishis. Sri Aurobindo y Madre, de nuevo síntesis Oriente-Occidente, nos legaron todo un proceso de evolución física como evolución de la supraconsciencia en la Tierra, descubriendo la consciencia-fuerza, la consciencia-alegría, la consciencia planetaria-solar-cósmica, en el cuerpo. En los últimos tiempos y a través de Satprem nos ha llegado una minuciosa explicación de esa inmersion de la fuerza supramental en el cuerpo y de su proceso de transformación en esa ley de expansión de la vida que encuentra en la muerte uno de sus principales obstáculos. También a través de él nos ha llegado la vibración íntima de Madre, sus relatos de Agenda, el escalofrío de un ser impresionado e impresionante que holla un mundo apenas revelado, que salta como un anfibio desde lo mental a lo supramental llevando sus células consigo, yendo más abajo de la mente física, más abajo de la materia, en una aventura de la consciencia que transgrede la mentira de la enfermedad y de la muerte, arribando desde un mástil terrenal a una salvación que es física, que arrastrará morfogenéticamente al resto de la especie: el secreto de los antiguos rishis, lo que lleva consigo un crepúsculo y un nuevo ser que investiga la fuerza de las mutaciones celulares. Todas sus enseñanzas son el acercamiento cauteloso a esa potencia.
Con la divulgación de las vivencias de Gopi Krishna (India, 1903-1984) se produjo una avalancha de practicantes de Kundalini, en comunidades o en solitario. También desde una perspectiva científica en el centro que fundó en Nueva Delhi (India) –Institute for Kundalini Research–, se investiga todo el proceso. Gopi Krishna reaviva el yoga, el yugo-unión con el cosmos a través de la unión con la Tierra. Critica las torturas autoinfligidas para conseguir saciarse de experiencia espiritual porque ello está lejos del conocimiento de una naturaleza que no tiene principio ni fin.
Gopi Krishna meditaba todas las mañanas antes de la salida del sol. Se le puede imaginar en esa placidez y quietud que da la India, sentado en algún lugar silencioso en su modesta casa; sin embargo, después de una subida de Kundalini «accidental», de una fulgurante explosión de luz, todo cambió y además todo se trastocó. A partir de aquí Gopi soportó un proceso doloroso que le hizo incluso dudar de su cordura y que le acercó a la enfermedad y la muerte, hasta que después de varios años llegó a comprender la naturaleza de su propio despertar: iluminación. De haberle sucedido en Occidente, probablemente se habría consumido en el rincón de un psiquiátrico… pero sucedió en la India. Tal vez, como él expone, el proceso tuvo que ser así, recorriéndolo y redescubriéndolo por sí mismo, para comprenderlo en su totalidad sin la mediación de las guías, sin la ayuda de los aparentemente sabios del lugar. Desde el día en que la luz estalló en su cabeza, Gopi Krishna no ha parado hasta su muerte.
Primero su arduo aprendizaje, después sus enseñanzas, fundando centros donde investigar, a fin de abrir a la humanidad a esa enorme fuerza de Kundalini: una energía activa en millones de seres inteligentes de todas las naciones, que crea incluso trastornos físicos y psíquicos, en gran parte debido a la ignorancia de las modernas terapias sobre este proceso. En fin, todo una vía de construcción por parte de la Naturaleza de un nuevo centro de consciencia de alta potencia en el cerebro. Es preciso que una corriente de energía psíquica potente suba desde la base de la espina dorsal hasta la cabeza para que la consciencia humana pueda trascender los límites ordinarios y el sistema cerebroespinal se someta a un cambio radical en un proceso biológico que conduce a cambios bioquímicos en la composición de la energía psíquica que alimenta el sistema nervioso y el cerebro, lo cual resulta en una transformación de la consciencia. Ésta sería la fase final del actual impulso evolutivo del hombre que guía a la humanidad, según Gopi Krishna. Sus experiencias conectan con las investigaciones sobre fisio-Kundalini del psiquiatra Lee Sannella. Todo esto no tiene nada que ver con el deseo incontrolado de poderes y dones psíquicos y milagrosos.
Dentro del legado de los indios americanos no quisiera olvidarme, por su impacto, de Alce Negro. El relato que hizo el maestro Alce Negro, hombre de conocimiento de la tribu de los oglala (sioux) a John Neihardt en 1931, representa una biblia chamánica que se regaló a la humanidad. Enseñanzas que posteriormente van a tener una enorme resonancia en las experiencias que Don Juan indujo en Carlos Castaneda, creándose una saga que despertará a millares de personas hacia el chamanismo y la búsqueda. En las enseñanzas de Alce Negro se pone de manifiesto el respeto vital por la tierra, por sus animales, sus plantas, sus ciclos, etc., en el mejor sentido que hoy se le pueda dar a la palabra “holista”, también en la esperanza de un reverdecer ante el holocausto indígena que se engendraba con la conquista y que tiene su escena patética en la matanza colectiva, en el hambre, y en el asesinato de Caballo Loco. Alce Negro le comunica a John su conexión con las fuerzas de la naturaleza, con los seres del trueno y de la lluvia, le relata su proceso de “locura terrorífica” durante su aprendizaje hacia el conocimiento, pero… «el mundo, compréndelo, es más feliz después del terror de la tormenta», sus canciones de energía y, lo que es más sorprendente, un proyecto futuro de reverdecimiento de un mundo real, al que Alce Negro tiene ya acceso y del que la existencia no es más que «un mortecino sueño remedado». Por eso tal vez Alce Negro habla de la ascensión del lucero del alba, hermosísimo y apacible: «lo ceñían nubes de cara de niño que me sonreían, las caras de los que no habían nacido aún». También de que diga que Wanekia (quien hace vivir) –el hijo del Gran Espíritu– «les narró que se aproximaba otro mundo, como una nube. Surgiría en un torbellino del oeste y destrozaría todo lo viejo y moribundo que hay en la Tierra».
Alce Negro viaja a Europa, conoce el origen de los wasichus (blancos), conoce Occidente y habla del hijo del Gran Espíritu que ya se presentó en época inmemorial a los wasichus, pero éstos le habían matado. En la visión de esa Tierra Nueva, Alce Negro la describe como un hermoso pais, límpido y verde en la luz viviente, además continúa con que «doce hombres me abordaron… veía a nuestro padre, el jefe bípedo… era un hombre erecto, con los brazos abiertos… le miré con atención y no pude descubrir a qué pueblo pertenecía, no era wasichu ni indio».
Vemos, pues, que no es la raza física lo que lo caracteriza.
Como despedida, Alce Negro lleva a sus discípulos a un monte sagrado –Harney Peak– para realizar su última oración; su fracaso fue su triunfo. Sus enseñanzas no podían estar reducidas a una tribu, su pueblo es toda la Tierra, en ella no caben wasichus ni indios, pues no caben separatividades. Neihardt, observando la oración del viejo guerrero en la montaña describe: «quienes escuchábamos advertimos que finas nubes se habían acumulado sobre nosotros. Empezó a caer lluvia menuda y fría, y resonó sordo, murmurante, un trueno sin relámpagos; mientras, Alce Negro ora: “En la angustia alzo mi voz ¡Oh seis poderes del mundo!… ¡haced que mi pueblo viva!” El anciano estuvo callado durante varios minutos, con la faz alzada, llorando bajo la llovizna… y poco después el firmamento se aclaró.»
Procedente del lejano Tibet, Chögyam Trungpa Rimpoché conecta con la visión del guerrero del corazón, senda que lleva a Shambhala. Trungpa, que huyó con la invasión china, es otro maestro de esa diáspora que nutrió a Occidente con las enseñanzas milenarias. Maestro de meditación, fundó el instituto Naropa en Boulder, Colorado, y fue presidente de la asociación Vajradatu, asociación budista que abarca más de cien centros en todo el mundo. Sus enseñanzas inciden en la vida cotidiana, concretándolas en el ajetreo occidental que él llega a conocer muy bien, y elevando la experiencia cotidiana al nivel de la sacralidad. Por ello son de gran valor. Reconoce que estas enseñanzas tienen una estrecha relación con los principios budistas, y su origen se remonta a las antiguas enseñanzas preindustriales del Tíbet, India, China, Japón y Corea.
Shambhala