Psicología y psicoterapia transpersonal. Manuel Almendro

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Psicología y psicoterapia transpersonal - Manuel Almendro Psicología

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no resueltos; superando las restricciones ejercidas sobre la respiración natural, causa y efecto de la ansiedad. La terapia se define como un autodescubrimiento, viaje que previamente ha de haber recorrido el terapeuta, que no podrá ayudar más allá de su propio límite, marcado por el miedo y el dolor, barreras de las viejas estructuras que han de desmoronarse para dar paso a nuevas situaciones, si ese dolor-miedo no lo impide debilitando a la persona. Con ello la bionergética incorpora el cuerpo a los procesos psicotera-péuticos para holizar la terapia con la unidad cuerpo-mente.

      Apuntes. La contribución de Reich a la psicología tiene en ese holismo, que va desde el “análisis del carácter” hasta la “vegetoterapia analítica”, un significado del que creo que queda aún mucho por reconocerle e investigar. También el concepto de “armadura” representa una dirección para entender el cuerpo en la neurosis producida por la tensión de protección que, reprimiendo los sentimientos sexuales junto a lo caracterológico que lo acompaña, impide la descarga. Todos esos traumas y sentimientos sexuales son reprimidos por complejas tensiones musculares: la armadura del carácter bajo la influencia represiva de la sociedad. Por ello Reich, con sus técnicas, se dirige hacia la liberación de esa armadura mediante movimientos involuntarios y espontáneos, hiperventilaciones, catarsis, descargas, para conseguir el “reflejo orgásmico”.

      Con ello se dirige hacia la existencia de una energía cósmica primordial –orgón–que mueve lo mecánico, lo inorgánico y la materia viva. El orgón mueve el universo. Tanto en los procesos bioenergéticos como en las correlaciones psicosomáticas, Reich contribuye enormemente a la etiología y la naturaleza de la neurosis bajo ese contexto energético que todo lo mueve y que queda demostrado que interrelaciona proporcionalmente entre lo psicológico y lo corporal, con unas técnicas comprobadas de una eficacia hoy incuestionable.

      Encuentro un desacuerdo en que se connote totalmente esa energía de sexual, en los procesos corporales, así como la validez del orgasmo completo como terapéutico, sin obviar por supuesto su importancia, sino que hay otros muchos procesos en la vida que no pasan por la exclusividad sexual que Reich heredó de la concepción psicoanalítica freudiana. A medida que profundizaba en sus investigaciones, Reich se acercó, como muchos otros, a los planos transpersonales, pero, como reconoce la crítica, jamás se desligó de la materia biológica. El orgón era algo concreto y mensurable, mezclaba el misticismo con distorsiones espirituales que consideraba como antinaturales y antiorgónicas, y como impulsos biológicos mal comprendidos, oponiéndose a Jung. Alineándose todavía con las reminiscencias de su materialismo y del psicoanálisis, para él, Dios es el orgasmo, y el diablo, la armadura.

      En el avance hacia connotacioens espirituales, Lowen afirma en La espiritualidad del cuerpo que el sentimiento espiritual es un fenómeno corporal, y afecta a todo el ser. Al romperse las fachadas que esconden el verdadero yo, se abrirá una nueva profundidad y una riqueza, que es la plenitud del espíritu y que sólo el cuerpo puede ofrecer con su vida interna. Lowen toma a Jung como referencia.

      También Pierrakos avanza en ese sentido de la espiritualidad del cuerpo. Con él trabajó Bárbara Brennan. Su ternura en la sala de terapias es sobrecogedora.

SEGUNDA PARTE: LO TRANSPERSONAL

      5. LA CUARTA FUERZA: LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

      Antes de entrar en los conceptos explicativos de esta disciplina convendría echar un vistazo al proceso de aparición y desarrollo de lo considerado como transpersonal. Lo transpersonal recoge una llama que, por la simple razón de que forma parte de la semilla de la vida, siempre ha estado encendida dentro de la concepción occidental, y la reconduce en el mantel racional e industrializado de nuestra actualidad. Los hijos de esta cultura consumista se rebelan desde lo transpersonal ante un todopoderso y soberbio confort materializado que se ahoga en su propio propósito.

      La psicología transpersonal se une a los parámetros emergentes de su tiempo, a lo cuántico y relativista, deja atrás el positivismo newtoniano del conductismo y del freudianismo, sin negarles un sitio en el espectro psicológico. Es decir que algo nuevo emerge en la concepción cultural actual, a pesar de las posibles divergencias. Materia=consciencia=energía se transconceptualizan, y los hechos lo prueban. Lo meta –y lo trans– son prefijos que claman una urgente dirección, pues las condiciones de este hermoso pedrusco así lo requieren, sólo con escuchar el menú de los telediarios. De todas formas, los cambios no son de un día para otro.

      Lo transpersonal trabaja para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia, sin vincularse a la mezquindad de un materialismo ciego. Es el objetivo de la filosofía perenne. La influencia filosófica de los tiempos actúa poderosamente sobre el tipo general de vida, de ahí que para que la vida cambie haya de cambiar la perspectiva que asumen los habitantes. El pensamiento newtoniano concibe el ser como una máquina biológica dirigida por impulsos instintivos y el universo como un autómata hecho de materia inerte. El cartesianismo separa la res cogitans de la res extensa, mente y cuerpo, separatividad de gravísimas consecuencias. Todo ello lleva a considerar a la consciencia como un producto de la materia; no hay sentimientos, no hay amor, no hay consciencia espiritual; la vida es producto del accidente, del azar; el mundo es concebido exclusivamente como competencia y supervivencia del más fuerte. La escala de estos valores se mide por la acumulación y el éxito material, en el que la ciencia llega antes que la consciencia, con una negligencia del enfoque holístico que confunde crecimiento con evolución, hoy preocupante por el poder de destrucción de nuestros inventos. La utilización de Newton y Descartes ha sido parcial, pues Newton era además astrólogo y, junto con Descartes, se fundamentaba en la unidad de Dios. Todo este pensamiento científico se ha ocupado de lo cuantitativo y deja de lado lo cualitativo, considerándolo casi degradante; e incluso al científico que se aparta y genera controversia, hay quien lo tacha de enfermo mental. En la ciencia oficial se abre un abismo entre sujeto y objeto, el científico ocupa la plaza de un dios inmaculado organizador de un entramado que no parece afectarle, sus sentimientos son tabú, incluso para él mismo. El mecanicismo ciego de reacciones químicas aleatorias que confunde los fallos en los componentes del televisor con la programación debe su reconocimiento a sus aplicaciones tecnológicas indudables, pero al carecer de un sentido de globalidad, de holismo interrelacionador, tiene visos de convertir a este planeta en un basurero de residuos, todo ello unido a la desacralización existente que ha tapado el sentido de la vida, despreciando el proceso natural del conocimiento interior y potenciando un proceso acumulativo de saber, de objetos. etc. La psicología materialista considera a los procesos mentales como reacciones del organismo ante el medio, o lo supeditan todo a flujos cerebrales. Las respuestas científicas de personas como D. Bohm, Ilya Prigogine, Sheldrake, Pribram, etc.,de las que se podrían obtener las críticas expresadas, y que estaban sugeridas en otros como Einstein, Bohr, Oppenheimer, comienzan a expandirse a pasos agigantados, tal vez porque hay necesidad de ello.

      La psicología transpersonal se mueve dentro de estos presupuestos. Como tradicionalmente sabemos, psicología viene de Psijé (espíritu, alma, vida, aliento), lo que está un poco lejos de sumar y restar ratas. “Trans” significa más allá de, a través de y “persona”, máscara. Muy importante lo de “a través de”, pues en ningún momento se pretende una evasión de lo personal. Con ello entramos en que lo transpersonal busca, a través de la práctica en estados que transcienden el ego, integrar lo transcendental o espiritual en las dimensiones personales, realizando nuestra dimensión profunda, fluyendo en el devenir pero siendo sensibles a los destellos de lo eterno. Como dato cronológico tenemos que a finales de los sesenta la psicología transpersonal surge de la psicología humanista, al acercarse hacia la espiritualidad oriental. Anthony Sutich, colega de Maslow, editaría los primeros Journal of Transpersonal Psychology.

      La psicología transpersonal está fundamentada en el indeterminismo atómico, en la relación cuántica más allá de la materia, en la tendencia hacia la unificación de sujeto-objeto. Omnijectividad que supera los estados

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