La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela
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Se trata, en efecto, de una cuestión bastante polémica, que no concita acuerdos unánimes entre los especialistas que se dedican a este tema. Sin embargo, F. Bravo López ha puesto de manifiesto que el relato de esta intervención judía en favor de los musulmanes contaba con una nula base documental para sostenerlo, no siendo más que un mito creado a principios del siglo XIII por Lucas de Tuy[94]. Según este autor, su vigencia en el tiempo vendría dada por la adopción de dicho mito en la Primera crónica general de España de Alfonso X, obra en la que se entremezcla la narración de Jiménez de Rada con el relato de la traición fabricado por el obispo de Tuy[95]. La traición hebraica en la «pérdida de España» constituiría, pues, el primero de los factores que justificarían la posterior expulsión de los judíos y, además, ayudaría a incrementar la animadversión hacia dicha comunidad, puesto que habrían dado suficientes razones para ganarse el odio cristiano.
En definitiva, parece no caber duda de que la situación judía tras la conquista, más allá de que la intervención de los judíos hubiese o no ocurrido, mejoró notoriamente. Esta idea la expresa Y. Yovel al preguntarse: «How could they feel allegiance to a Christian kingdom that had for a whole century tried to erradicate them?»[96], dando por hecho que la traición hebraica se habría debido a una venganza propiciada por más de un siglo de persecuciones. Esto ayudaría a explicar, en gran parte, el éxito de un mito construido en época medieval, repetido de forma acrítica en la historiografía contemporánea y asociado a los prejuicios del antisemitismo.
[1] G. Pasamar, «Las “historias de España” a lo largo del siglo XX», p. 301.
[2] J. Vives (ed.), Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona, Instituto Enrique Flórez, 1963, p. 382.
[3] F. S. Lear, Treason, p. 6. Supera Lear con este libro otros trabajos que tuvieron por objeto arrojar luz acerca de la traición en época visigoda, como es el caso de J. García González, «Traición y alevosía en la Alta Edad Media», Anuario de Historia del Derecho Español 32 (1962), pp. 323-346.
[4] Ibid., p. 13.
[5] Ibid., p. 86.
[6] P. D. King, Derecho y sociedad en el reino visigodo, Madrid, Alianza, 1981, p. 61. Anota King que la noción de alta traición no tenía precedentes en la sociedad germánica.
[7] Lex Visigothorum (L. V.) II, 1, 7: De fidelitate novis principibus reddenda et pena huius transgressionis.
[8] P. D. King, Derecho y sociedad, p. 62.
[9] J. de Mariana, Historia, vol. 1, p. 299.
[10] Ibid., p. 299.
[11] Ibid., p. 300.
[12] Así, dice que «los vicios principalmente, y la deshonestidad, los tenían de todo punto estragados y el castigo de Dios los hizo despeñar en desgracias tan grandes», ibid., p. 305.
[13] L. A. García Moreno, El fin del reino visigodo de Toledo, Madrid, Universidad Autónoma, 1975, pp. 22-29.
[14] Algunos ejemplos que explican la «pérdida de España» como un Iudicium Dei: Rot., 7, «Y como abandonaron al Señor, para no servirle en justicia y verdad, fueron abandonados por el Señor»; Ad Seb., 7, «aplastados por la mole de los pecados de los obispos y de los suyos propios», J. Gil Fernández, J. L. Moralejo y J. I. Ruiz de la Peña Solar (eds.), Crónicas Asturianas, Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1986. Naj., I, 211, «Y por que abandonaron al Señor para no servirle en justicia y en verdad, abandonados fueron de Dios para que no vivieran en una tierra deseable», J. A. Estévez Sola (ed.), Crónica Najerense, Madrid, Akal, 2003. Sil., 15, «Ciertamente, la mano del Señor se había desviado de España por la inveterada malicia de sus reyes, a fin de que no la protegiese al tiempo de esta ruina», M. Gómez-Moreno (ed.), Introducción a la historia silense, Madrid, 1921.
[15] Afirmaba el toledano que «por los pecados de Witiza y del postrer Rodrigo y de otros reyes anteriores […] estalló la ira de Dios y apartó de la presencia de su Majestad a la gloria de los godos», R. Jiménez de Rada, Historia de los hechos de España, J. Fernández Valverde (ed.), Madrid, Alianza, 1989, III, XII.
[16] G. Pasamar, Apologia and Criticism. Historians and the History of Spain, 1500-2000, Bern, Peter Lang, 2010, pp. 71-77.
[17] M. Lafuente, Historia, vol. 1, p. 540.
[18] P. de Corral, Crónica del Rey don Rodrigo, J. D. Fogelquist (ed.), Madrid, Castalia, 2001, p. 54.
[19] Dice la Silense: «violada hija, que el rey Rodrigo le había tomado arteramente, no para esposa, sino, porque le parecía bella, para concubina», Sil., 14.
[20] M. Lafuente, Historia, vol. 1, p. 541.
[21] M. de Luna, Historia verdadera del rey don Rodrigo, L. F. Bernabé Pons (ed.), Granada, Universidad de Granada, 2001, p. XXXVIII.
[22] F. Márquez Villanueva, El problema morisco desde otras laderas, Madrid, Proudhufi, 1991, p. 51.
[23] Caro Baroja considera a Luna inferior, como ficción, a Pedro de Corral, véase Falsificaciones de la Historia (en relación con la de España), Barcelona, Círculo de Lectores, 1991, p. 126; Ramón Menéndez Pidal lo definió como un «pedestre inventor sin inventiva», El rey Rodrigo en la literatura, Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1924, p. 128.
[24] A. Fernández Guerra, E. de Hinojosa y J. de Dios de la Rada y Delgado, Historia de España desde la invasión de los pueblos germánicos hasta la caída de la monarquía visigoda, en A. Cánovas del Castillo (dir.), Historia general de España,