La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela

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La traición en la historia de España - Bruno Padín Portela Universitaria

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ausencia, es decir, consistiría básicamente en un proceso de evocación[31]. Por ello es pertinente indicar en trabajos de esta naturaleza, donde los testimonios de que disponemos son pocos, tardíos y responden a intereses muy variados, que, además de fragmentario, el conocimiento histórico implica el empleo de la imaginación. Como ha indicado Bermejo, la historia no es una rememoración, ya que la sociedad no tiene memoria, sino una invención[32]. Al historiador, incapaz de prolongarse en el tiempo, solo le quedaría imaginar, ya que no puede recordar. Tendríamos, de acuerdo con las indicaciones de Bermejo, dos tipos de imaginación histórica. En primer lugar la imaginación constituyente, que tendría que ver con la capacidad de evocar y formarnos una idea del pasado, y, por otro lado, la imaginación reguladora, encargada de establecer los límites de la primera[33].

      Pero, ¿qué interés tiene toda la historiografía española en presentar la jura de Santa Gadea como un episodio histórico? Como hemos visto, se conjugan una serie de elementos cuyo trasfondo religioso nos interesa subrayar. Parece claro que el objetivo que se persigue es doble. Por un lado, se pretende justificar, en base a la humillación de la que habría sido víctima, la actuación posterior del monarca respecto de su vasallo en los dos destierros. Por otro lado, y quizá sea lo más importante, se busca liberar al Campeador de cualquier tipo de culpa, dejando el terreno preparado para que los historiadores no tengan más que apelar al resentimiento de Alfonso VI y a la envidia provocada por las extraordinarias virtudes que encarnaba el Cid para justificar los motivos que explicarían su caída en desgracia. Esto es fundamental, puesto que un héroe castellano, y por extensión español, de la envergadura del Cid, depositario de las más honorables virtudes que habrían de jalonar el particular carácter colectivo patrio, no podía estar manchado por ninguna mala conducta.

      EL CID COMO TRAIDOR

      El papel del Cid como traidor debe asociarse necesariamente a los dos destierros impuestos por su soberano Alfonso VI. Para ello habría que repasar, al menos someramente, el contexto en el que se producen algunos de los aspectos legales más importantes relativos a la idea de traición y traidor en la Edad Media, las implicaciones que conllevaba dicha consideración, las disposiciones que algunos de los códigos legales contemplaban y el objetivo que se persigue en la historiografía española al presentar una determinada visión sobre las expulsiones sufridas por el Campeador.

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