El arbitraje al derecho y al revés. Francisco González de Cossío

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El arbitraje al derecho y al revés - Francisco González de Cossío Litigio arbitral

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conclusión son que (i) los árbitros tienen el deber de dictar un laudo válido y ejecutable, (ii) el incumplimiento de dicho deber puede generar una reclamación por daños y perjuicios, y (iii) dado que tienen (o deben tener) ‘interés jurídico’, las personas a quienes se les causa un agravio personal y directo y una sentencia que anula un laudo les causa un agravio que reúne el requisito de ‘personal y directo’:274 perjudica el prestigio de los árbitros.

      Considero que la teoría merece escrutinio tanto por lo agudo de su contenido como por la autoridad de quien la emite.

      En mi opinión, procura algo plausible: busca dar derecho de acción a quien (supuestamente) sufrió una lesión por un hecho. En ausencia de dicho derecho, el árbitro tendría que permanecer como espectador ante iniciativas que en passant ponen en tela de juicio su pericia (y a veces su ética). Y ello puede ser insoportable. No es inusual que la parte que no prevalece en un arbitraje no depare en la cantidad de argumentos –con frecuencia falaces y en ocasiones hasta falsos– para denostar el proceso que dio origen al laudo que desea combatir.

      Sin embargo, disiento de que las premisas –de suyo correctas– arrojen la conclusión que se postula. Ello por tres motivos: (a) dichas circunstancias no generan un agravio ‘personal y directo’ como lo ha definido la judicatura; (b) en caso de que se anulara el laudo y ello motivara una acción indemnizatoria en contra de los árbitros, es en dicho procedimiento que los árbitros tendrían oportunidad de atacar tanto los motivos de la nulidad como su suficiencia para generar responsabilidad profesional; y (c) adoptar dicha teoría podría ser contrario a los requisitos de independencia e imparcialidad de los árbitros. Abordaré cada uno por separado.

      a) Ausencia de un agravio personal y directo

      Curiosamente uno puede seguir los mismos pasos argumentativos de la postura comentada y llegar a la conclusión contraria. Dichos distinguidos practicantes argumentan que existen dos motivos separados que justifican el que el árbitro cuente con interés jurídico para atacar la sentencia de nulidad del laudo: (i) la reputación de los árbitros; y (ii) el deber de emitir un laudo válido y ejecutable, aunado a la posible responsabilidad que su incumplimiento puede generar.

      Con respecto a la reputación, el fenómeno es cierto pero insuficiente para la conclusión que se pretende apoyar. La jurisprudencia citada dice, en su parte relevante:

      b) Oportunidad de hacer valer derechos en acción indemnizatoria

      Anulado el laudo, se abre la posibilidad de que la (o las) parte(s) demanden al árbitro por responsabilidad profesional: por el incumplimiento de sus deberes como árbitro.

      En esta coyuntura, se vislumbran dos escenarios: que la demanda tenga lugar o que no tenga lugar. No es evidente que tenga. Después de todo, será un nivel de prueba alto el que se tenga que cumplir (como se tratará en la siguiente sección).

      Tomemos el caso de que tenga lugar. En caso de que se enderece una acción en contra de los árbitros, tendrían oportunidad para demostrar si la causal de nulidad en verdad existió y si ello genera responsabilidad. Un aspecto difícil es si el juez que decida sobre la responsabilidad dará por existente la causal que el tribunal de nulidad decidió, o si lo analizará de nuevo. Considero que tendría que relitigarse. Aunque una primera reacción podría ser que se acepte por demostrada la causal –pues así lo sostuvo el juez de nulidad– considero que tendría que relitigarse pues no existe identidad de partes entre el primero y segundo juicio, por lo que –so pena de dejar al árbitro en estado de indefensión con respecto a la demostración de la existencia de la causal– tendría que relitigarse la existencia de la misma –aunque se corra el riesgo de que se incurra en contradicción (se determine que la causal no se materializó, contrario a lo que haya sostenido el juez de nulidad).

      Pensemos ahora en la situación en que la demanda no tenga lugar. Si bien una primera reacción podría ser de alivio, la verdadera reacción puede (paradójicamente) ser perfectamente opuesta: el árbitro vería anulado el laudo sin oportunidad de manifestar por qué la causal que se ventila no se actualiza. Ello puede ser difícil de soportar si se toma en cuenta que puede estarse defendiendo el caso de una manera distinta o menos contundente de lo que haría el árbitro. Y dicha difícil situación podría tornarse en intolerable si se hacen valer aseveraciones por las partes que sean falsas o que cuestionen la ética o pericia del árbitro.

      Si ecuánime contemplas que la verdad los pícaros retuercen y a los necios atrapan en su red (…)

      la tierra será tuya y, lo que es más, hijo mío

      ¡un Hombre tú serás (…)!

      c) Posible generación de dudas sobre su imparcialidad

      2. La responsabilidad del árbitro

      ¿Debe un árbitro ser responsable por la forma en que cumple con su misión? Diferentes judicaturas dan respuestas distintas, mismas que pueden dividirse en dos grandes (y opuestas) familias: por un lado, inmunidad absoluta; por el otro, responsabilidad calificada.

      Podría cuestionarse los motivos detrás de desear brindar inmunidad. Después de todo, el árbitro –como toda persona– debe ser responsable por sus actos u omisiones ilícitos. ¿De qué privilegios goza?

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