Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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a través del mercado. “El mercado asume ahora tareas de integración social como sistema de autogobierno individualizado, anónimo y no político. De hecho, el mercado debe sustituir la política […]. Por un lado, le corresponde reproducir la estructura de desigualdades, dándole a esta una representación puramente monetaria. Por otro lado, tiene que sustituir al Estado, hasta donde sea posible, en la producción de bienes de uso colectivo, atomizando la demanda respecto a ellos y sometiéndolos al poder (de compra) de los individuos […]” (Brunner, 1980k: 11).

      Por sus características propias, el disciplinamiento “excluye la posibilidad de construir un mundo de sentidos, y reduce la comunicación a un condicionamiento operante de los comportamientos a partir de los estímulos provistos por la situación disciplinaria. En estas condiciones, un problema principal que enfrenta la sociedad disciplinaria es un déficit de sentidos” (Brunner, 1980k: 20).

      Frente a ello, en la sociedad autoritaria se desarrollan simultáneamente tres estrategias: (1) estrategia de neutralización de los agentes comunicativos, (2) estrategia de recuperación de los sentidos por vía del mercado, y (3) estrategia de producción ideológica. La segunda es una estrategia clave y que opera con una discursividad débil, a diferencia de la estrategia ideológica, pero con gran fuerza práctica, con capacidad para inducir motivaciones de comportamiento adaptativo. Bajo la dominación autoritaria, el mercado se convierte en “la esfera principal del intercambio de sentidos, bajo la forma del intercambio de objetos y símbolos consumibles […]. Se trata, en este caso, de crear una pseudo esfera de comunicación donde los individuos concurren todos dotados de un poder fáctico: el dinero” (Brunner, 1980k: 22). Conjuntamente con la operación y efectividad fáctica del mercado, es en torno a él que se construye el discurso ideológico central del autoritarismo, destacando sus potencialidades como mecanismo de asignación de oportunidades y recursos. Es un discurso con efectos prácticos. “El discurso del mercado es un poderoso instrumento ideológico [que] se identifica […] con una de las tradiciones ideológicas burguesas más arraigadas en la cultura de occidente: el liberalismo” (Brunner, 1980k: 23, 24).

      Con tal concepción, Brunner dice que reservará la noción de ideología exclusivamente para los discursos intelectuales de elaboración racionalizada sobre determinados sentidos que generan cuerpos relativamente coherentes de enunciados, capaces de lograr reconocimiento y de fomentar la producción de sentidos en esa misma perspectiva interpretativa (Brunner, 1980k: 7). El discurso central del autoritarismo es el del mercado. Las construcciones ideológicas han sido de menor importancia, y más bien coyunturales, como es el caso de la doctrina de seguridad nacional o el discurso integrista católico.

      De tal modo, en su análisis sobre la sociedad bajo la dictadura de Pinochet, Brunner progresivamente le va dando un lugar central al mercado, tanto por sus efectos prácticos como en cuanto a eje de un nuevo discurso que había ido adquiriendo mayor consistencia y difusión. Al respecto, cita, por ejemplo, el trabajo de Moulian y Vergara (1979a, 1979b), que hemos comentado previamente. Es una materia relevante para el discurso de la izquierda que hasta ahora tenía poco o nada que decir en la materia. El mercado carecía de presencia significativa en el relato. Brunner es uno de los intelectuales que contribuyen a incorporarlo a tal relato, a través de una elaboración discursiva en que lo conecta con diversos otros elementos: clases, poder, dominación, reproducción de la desigualdad, etc.

      En los años 1970 y 1980, en Chile, Brunner es probablemente el más importante elaborador de un relato sociológico que pone como actor central al mercado, mostrando la profundidad y amplitud de sus efectos. Describe sus mecanismos que operan destruyendo un orden comunicativo que permitía el diálogo democrático y generando la ilusión de igualdad y de participación social, ocultando la desigualdad y contribuyendo a reproducirla.

      Este relato sobre el mercado, en los años siguientes a su elaboración, tendrá amplia circulación. Fue parte de los relatos que contribuyeron al desgaste de la dictadura, aunque en tal momento no fue probablemente el discurso central. Pero seguirá difundiéndose y enriqueciéndose con otros relatos. Tendrá una larga permanencia como discurso crítico, aunque no dominante. El mismo Moulian apelará a él a fines de los años 1990. A mediados de la década del 2000 comenzará nuevamente a adquirir importancia, ahora no impulsado desde la academia, sino que desde el movimiento estudiantil. En manos de este adquiere el carácter de discurso de combate, confrontacional, con menor argumentación, usado en términos casi exclusivamente normativos y con bajo contenido analítico, como discurso acusatorio y tajantemente condenatorio.

      Desde fines de los años 1970, Brunner se embarca en investigaciones sistemáticas sobre la educación, que algunos años después concentrará fundamentalmente en el nivel de educación superior y que a fines del 2017 reunía más de 250 publicaciones104. Ya en sus textos más teóricos había comenzado a incluir referencias y análisis al tema educacional, pero en los dos textos que publica durante 1979 en la materia lo hace con mucha mayor focalización y con una compleja interpretación y análisis de materiales empíricos, cualitativos y cuantitativos.

      En “El diseño autoritario de la educación en Chile” (1979f) hace una revisión de la situación de la educación desde 1960 hasta el momento en que escribe, es decir hasta 1979. Comienza posicionando la educación en relación a las clases y la cultura, y, como es típico en él, discute enfoques teóricos que estima pertinentes.

      La educación, en los términos de Brunner, “es el conjunto de procesos por medio de los cuales una sociedad elabora y transmite el aprendizaje colectivo de su creatividad” (1979f: 57). En su visión sobre la sociología de la educación, esta ubica sus referentes teóricos en el terreno “donde se entrelazan complejamente hegemonía, creatividad y división social del trabajo”. En otras palabras, su interés es “explicar el papel de la educación por referencia a la economía y el poder, dejando atrás las interpretaciones simplistas que conciben la educación preferentemente como una adquisición individual” (1979f: 3). Sobre esa base, articula planteamientos de Durkheim; Althusser; Baudelot y Establet, Bowles y Gintis; Bourdieu y Bernstein.

      De Bourdieu, quien hasta ahora no había aparecido más que secundariamente en sus obras, Brunner dice que es “quien más ha contribuido al desarrollo de la sociología contemporánea de la educación dentro de la perspectiva que aquí nos interesa” (1979f: 7). Dentro de los planteamientos suyos que incluye menciono un par, en las palabras de Brunner:

      “Aquellos que han adquirido su formación cultural a lo largo de una carrera escolar y académica poseen un sistema de categorías de percepción, lenguaje, pensamiento y apreciación que los distingue netamente de aquellos cuyo único entrenamiento se debe al trabajo y los contactos sociales con sus pares del mismo grupo” (7, 8).

      “Mientras la cultura escolarizada está organizada por referencia a un sistema de obras que la objetivan, la cultura ‘popular’ es eminentemente des-objetivada, y se funda en unas experiencias sociales que […] carecen de verdadera organización y se presentan, por lo mismo, como una vivencia subjetiva, desmembrada, fragmentaria” (Brunner, 1979f: 8).

      El aporte de Bernstein lo ve en continuidad con Bourdieu.

      “El argumento central de Bernstein es que el niño adquiere a través del desarrollo del lenguaje, del aprendizaje de su uso, un conjunto de reglas (código) que traduce los requerimientos de la estructura social y de su grupo de referencia […]. En otros términos, el niño adquiere un conocimiento práctico de la estructura social por medio del desarrollo de su capacidad para comunicarse en las diversas situaciones que forman su vida cotidiana. De esta manera, es a través de la relación familiar que, originariamente, el niño adquiere un específico código y las correspondientes competencias comunicativas, elementos ambos que moldean su potencial cognitivo, su percepción, su orientación social y, por ende, su propia capacidad de aprendizaje posterior […].

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