Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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Althusser y MacPherson.

      Su objeto de estudio en el texto, la organización liberal de la cultura, corresponde, desde la interpretación de Brunner, tanto en su origen como evolución, a la formación y desarrollo de la hegemonía burguesa. La primera parte del trabajo la destina a dar cuenta teóricamente de esta relación entre hegemonía y organización de la cultura. Sigue la noción gramsciana de hegemonía en cuanto “dirección intelectual y moral” de la sociedad, que dispone para ello los medios de producción intelectual necesarios (Brunner, 1979a: 3, 4). Por su parte, “la organización de la cultura es el contenido de orden o consenso de orden de una época. Es la síntesis de un conjunto complejo de relaciones sociales de dirección, dominación, acatamiento, represión, persuasión, subordinación, obediencia y explotación que cotidianamente se manifiesta en el terreno de la producción, los modos de trabajar, de consumir, de saber y en todas las interacciones, aún las más rutinarias y, por eso mismo, densas de materia social” (Brunner, 1979a: 4, 5).

      Destaca Brunner el carácter dinámico y conflictivo de tal organización de la cultura: “toda organización de la cultura […] expresará determinadas relaciones de fuerzas y el carácter específico de la lucha de hegemonías en una sociedad determinada, así como el peso relativo, en esa sociedad particular, de las organizaciones culturales transnacionales”. Por otra parte, “la organización de la cultura […] no se reduce a un complejo formidable de aparatos hegemónicos; los incluye, pero además los desborda”. De cualquier modo, el aspecto central destacado es que “la lucha de clases transcurre al interior de la organización de la cultura” (Brunner, 1979a: 7). En esta perspectiva, la distinción entre infraestructura y superestructura se diluye.

      “Consiguientemente, hay que dejar atrás una visión puramente económica de la lucha de clases, o puramente enfocada desde el punto de vista de la posesión o no de un poder-objeto. La lucha de clases es, en la trayectoria larga, una lucha dentro de […] ‘la fuerza y del consenso, de la autoridad y de la hegemonía, de la violencia y la civilización’ [cita de Gramsci] […]. Hay que entender estos como momentos complejamente entrelazados de la lucha […]. La lucha de hegemonías es lucha de clases por el dominio y la dirección en todas las esferas de la vida social, y esa lucha, esa conflictividad tiene infinitas maneras de expresarse […]” (Brunner, 1979a: 11).

      En la segunda parte del texto, Brunner se dedica a analizar los elementos fundamentales de la organización liberal de la cultura. Describe algunas características del contenido típico de ella: concepción articulada en torno a individuos como decisores racionales, igualdad formal de los individuos, etc., que ocultan las relaciones capitalistas de producción y los procesos y mecanismos a través de los cuales se configura esta organización cultural: racionalización capitalista del mundo de la vida, formación de un espacio público y una opinión pública, constitución y operación de circuitos y aparatos hegemónicos.

      Respecto a esa distinción entre “circuitos” y “aparatos”, Brunner precisa que “un circuito hegemónico es a la vez algo más diversificado, movible, poco cristalizado en estructuras y diversificado que un aparato en cuanto a sus elementos constitutivos. El aparato tiene un carácter institucional más marcado, y puede delimitársele, por lo mismo, con mayor precisión. El circuito se asemeja más a una red abierta […]; mientras que el aparato tiende a identificarse con una organización formal” (Brunner, 1979a: 89). “Todo aparato hegemónico tiene una triple articulación: económica, en un modo de producción determinado […]; política, con una clase dominante […]; cultural, con las concepciones generales de la vida […], momento determinante de la unidad intelectual y moral de una clase” (Brunner, 1979a: 93).

      “De todos los aparatos hegemónicos tal vez el más característico de la organización liberal de la cultura es el sistema educacional y su núcleo, la escuela” (94). Otro aparato hegemónico decisivo es el partido político. “Es un órgano principal de las luchas de hegemonías; un centro de formación y cohesión de la clase; un elemento de educación y de desarrollo de la conciencia colectiva, de un lenguaje político emancipado y capaz de responder a las experiencias sociales y de lucha cotidiana de la clase, etc.” (99). Otro aparato es la prensa, con sus potencialidades para administrar la opinión pública. La prensa opera como “órgano de orientación y conexión, de interpretación y cohesión, en fin, de elaboración de un lenguaje cotidiano para nombrar socialmente los sucesos en la lucha de clases” (Brunner, 1979a: 103).

      En el texto, Brunner destina bastante espacio a su exposición sobre la esfera pública, “base esencial para el desarrollo de las luchas de hegemonía y para el empleo de procedimientos democrático-representativos en la conducción de la sociedad” (Brunner, 1979a: 42). El espacio público aparece como un mecanismo típicamente moderno y burgués, como lugar de mediaciones entre lo particular y lo público, que contribuye a la organización del orden político y cultural, y base para la formación de la opinión pública. Experimenta diversas transformaciones con la emergencia de la industria cultural y cultura de masas, y bajo modalidades autoritarias o democráticas. Es espacio, además, de luchas democráticas.

      Lo anterior son solo algunas de las ideas que el texto desarrolla, pero en él hay mucho más. Hay una diversidad de puntos y en cada punto abundan los argumentos y comentarios, que se expanden haciendo difícil sintetizarlos. Junto con la riqueza de contenidos se presenta también el eventual inconveniente de la abundancia. El texto puede abrumar y no siempre es fácil de seguir. De cualquier modo, probablemente es al propio Brunner a quien más sirvió la escritura de este texto, “como paso esencial y necesario para continuar ahora con un análisis de la organización de la cultura en Chile” (Brunner, 1978a: 105)103.

      En el resto del año 1979, Brunner continúa haciendo elaboraciones teóricas, pero ya directamente vinculadas al análisis de la situación en Chile. Sus trabajos en este año tienen dos focos principales: los cambios generados en la organización de la cultura o del modelo cultural y las transformaciones en el ámbito de la educación.

      Tres textos están dedicados a la cultura, todos explorando la transformación cultural bajo el régimen autoritario y en los cuales va enriqueciendo su argumentación teórica y va elaborando análisis empíricos guiados o iluminados por su construcción teórica. Al mismo tiempo, va haciendo tipificaciones o afirmaciones generales sobre las transformaciones autoritarias. En ellos es marcada y explícita la impronta teórica de Gramsci con su noción de hegemonía, pero Brunner incorpora conjuntamente elementos de Habermas, Foucault, Touraine y otros, en una articulación propia. En estos textos Brunner comienza a citar una mayor cantidad de investigadores nacionales y se vale para sus análisis, de manera más sistemática y abundante, de fuentes directas: artículos de prensa, declaraciones, decretos legislativos, reglamentos, así como resultados de investigaciones nacionales diversas.

      Comienza su artículo “La cultura en una sociedad autoritaria” (1979c) con una afirmación que remite a Marx, de que la sociedad se produce a sí misma. La base para tal autoproducción surge, históricamente, con la producción de un excedente, de algo más que lo necesario para la reproducción de la vida. El manejo del excedente va asociado a la división en clases sociales, básicamente entre quienes realizan el trabajo necesario para la subsistencia y quienes controlan y organizan el trabajo. Excedente y dominación van a la par.

      Junto con la producción material y posibilitando su complejización, se desarrolla la comunicación, la interacción entre los miembros de la sociedad mediante el lenguaje y otras formas de simbolización. Esta es la dimensión de la creatividad social; es el espacio de la organización cultural, que permite a la sociedad mirarse a sí misma, conocerse y proponerse metas y orientaciones de acción. Así, la producción de la sociedad se apoya en esta dimensión comunicativa y en la dimensión de la producción de la vida material, ambas estrechamente interconectadas. Cómo haga la sociedad tal autoproducción es algo expresado en su peculiar forma de “organización cultural”, en su “modelo cultural”.

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