El estallido. Hassan Akram

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‘neoliberal’ es más que semántico. Ottone, por ejemplo, argumenta que durante los 20 años de gobierno se hicieron cambios sustantivos al modelo económico de los Chicago Boys, así que hoy en día Chile no sería neoliberal, sino más bien “una economía social de mercado”.60 Este rechazo a la etiqueta ‘neoliberal’ se basa en una visión muy limitada del espectro de reformas al libre mercado que es posible hacer. Así, Peña (en una versión más sofisticada de los argumentos de Ottone) argumenta que hay una tricotomía entre la modernización capitalista rápida (la de los Chicago Boys), la modernización capitalista gradual (la de la Concertación) y la sustitución del capitalismo.61 Solo la primera opción sería ‘neoliberal’. Pero dicha tricotomía es demasiado simplista y no captura el abanico de políticas públicas implementadas en los distintos países capitalistas.

      La escuela de las ‘Variedades del Capitalismo’, anteriormente mencionada, hace una tipología sistemática de los distintos modelos del capitalismo que existen, dejando claro que hay un espectro continuo (analógico) entre las variedades más (neo)liberales y las más intervencionistas. Usando este marco analítico se entiende que, bajo la Concertación, Chile hizo reformas que redujeron el espacio del mercado (moviendo al país unos pasos más allá del extremo neoliberal del espectro de políticas públicas), tal como dicen Ottone y Peña. Pero esto no implica desconocer que incluso después de estos pasos el país sigue ubicado en el espacio neoliberal del amplio espectro dentro de las opciones capitalistas viables implementadas mundialmente, donde hay modelos con un grado mucho mayor de intervencionismo. Así, la desmercantilización de los derechos sociales financiada a través de la planificación de la diversificación de la matriz productiva sigue siendo un proyecto pendiente en el Chile actual.

      Habiendo entregado una definición precisa del neoliberalismo (el tríptico de liberalización, desregulación y privatización) y analizado su aplicabilidad a Chile (donde el libre mercado domina los derechos sociales y la matriz productiva), hay que revisar los resultados que ha generado. ¿Cuáles han sido los efectos económicos de este neoliberalismo chileno?, y ¿cuál ha sido su rol en la generación de la desigualdad?

      Los efectos económicos de las tres políticas públicas que son los pilares del neoliberalismo (liberalización, desregulación y privatización) han sido bastante negativos. La defensa académica de las tres ha sido utópica y simplista y más bien cada una de ellas ha demostrado ser perjudicial para el crecimiento económico y el bienestar general. Para entender esto será necesaria una revisión crítica de los argumentos proneoliberales.

      El argumento general que subyace en la defensa neoliberal de sus tres políticas públicas fundamentales es la acción antipobreza del libre mercado. Según los neoliberales, el mercado crea mayor producción de bienes y servicios a través de la competencia que supuestamente le es inherente, y así, mayor bienestar social.62 Para ponerlo en simple: los neoliberales no creen que los empresarios sean ni buenas personas ni blancas palomas, solo que la competencia los obliga a producir más cosas de forma más barata (so pena de perder sus clientes). Con más productos más baratos (comida más barata, medicamentos más baratos, hasta computadores y celulares más rápidos y baratos) la gente más pobre puede tener cosas que antes eran exclusivamente para los ricos.

      Además, los neoliberales argumentan que esta dinámica antipobreza del libre mercado empieza a funcionar en plenitud solo cuando se implementan estos tres tipos de política pública neoliberal (las anteriormente mencionadas liberalización, desregulación y privatización). Primero, dicen que la liberalización comercial (los famosos TLC63 que Chile ha firmado) desata las fuerzas competitivas globales haciendo que las empresas locales se concentren en sus ‘ventajas comparativas’ y así maximicen el bienestar.

      Cuando hablan de ‘desatar fuerzas competitivas’, lo que quieren decir los neoliberales es que los TLC disminuyen los impuestos pagados por importaciones (aranceles) y así los productos internacionales bajan de precio. Frente a la mayor competencia internacional, las empresas nacionales también ajustan su producción, tendiendo a expandir el empleo en sectores donde son relativamente más eficientes (esto es el resultado de seguir ‘las ventajas comparativas’). El gran ganador de este proceso es el consumidor de bajos recursos que ahora puede comprar más cosas, y también los trabajadores en estos sectores pujantes que tienen más empleo mejor pagado. En el caso chileno se ha visto, sobre todo, un gran aumento en el acceso a productos importados que antes no estaban disponibles.

      Segundo, dicen que la desregulación financiera (específicamente la eliminación de las regulaciones que limitan las transacciones transfronterizas) también genera competencia, esta vez entre bancos y otras instituciones financieras que entonces tienen que bajar las tasas de interés domésticas. La apertura financiera, que implica eliminar regulaciones como los controles de capital (impuestos que gravan la transferencia de dinero que cruza fronteras nacionales) es clave acá. Es este tipo de desregulación la que supuestamente hace más fácil y factible la llegada de recursos frescos (dineros del extranjero) para los cuales los bancos pueden competir canalizándolos hacia la inversión productiva.

      Así, con más dinero disponible, baja el costo de un préstamo (más oferta de dinero, menor costo) y de este modo las empresas pueden expandir la producción y el empleo, beneficiando a los consumidores y también a los trabajadores. Una vez más las políticas públicas neoliberales fortalecerían las bondades antipobreza del libre mercado.

      Tercero, sostienen que la privatización crea nuevas empresas competitivas, intrínsecamente más eficientes que las empresas estatales, liberando todos estos nuevos actores privados (previamente atrapados como funcionarios públicos) de la interferencia del gobierno. Se profundiza así la acción maximizadora del mercado (se asume que el Estado es ineficiente porque, teniendo acceso a subsidios casi ilimitados por los recursos tributarios64 no enfrenta las presiones competitivas para mejorar, so pena de perder clientes).

      Ahora, estos tres argumentos proneoliberales tienen grandes falencias que explican por qué la implementación de estas políticas públicas ha traído consecuencias nocivas. En términos de la primera política (la liberalización comercial), se ha analizado cómo esta solo fortalece las ventajas comparativas estáticas, muchas veces generando una matriz productiva peligrosamente monoexportadora sin capacidad de generar alto crecimiento a largo plazo.65

      Lo que quieren decir los economistas antineoliberales con ‘ventajas comparativas estáticas’ se entiende mejor con un ejemplo. El argumento a favor de seguir especializándose según las ventajas comparativas es el mismo argumento que tendría un cirujano para contratar a una secretaria. El cirujano puede tener mejor ortografía que su secretaria, y puede teclear más rápidamente (él tiene una ‘ventaja absoluta’ en escribir cartas, frente a ella). Sin embargo, si el cirujano decide escribir sus propias cartas, en vez de dedicarse cien por ciento a la cirugía, pierde este tiempo valioso (eso es su ‘costo de oportunidad’).

      En contraste, la secretaria, que no sabe hacer cirugía, no pierde la oportunidad de realizar otra actividad alternativa tan valiosa cuando se dedica a escribir las cartas del doctor (tiene un menor ‘costo de oportunidad’). Entonces, aunque la secretaria es una peor redactora de cartas que el doctor (no tiene ventaja absoluta), sí tiene ventaja comparativa porque no pierde tanto cuando hace la actividad. Según los neoliberales, es más eficiente seguir las ventajas comparativas (haciendo la actividad con menor costo de oportunidad) con el doctor haciendo cirugía y la secretaria escribiendo sus cartas y manejando la agenda de su jefe.

      Este argumento es ‘estático’ porque asume que las habilidades no cambian –no considera la posibilidad de que la secretaria pudiera trabajar tiempo parcial y pagar un vespertino para luego aprender a hacer cirugía u otra actividad más productiva. Si las personas en el mundo laboral siguieran los consejos de los neoliberales, estaríamos siempre

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