Historia de la Brujería. Francesc Cardona

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Historia de la Brujería - Francesc Cardona Colección Nueva Era

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amiga o enemiga, entró en el castillo del noble, en el palacio del obispo y hasta en el alcázar del rey y así, se encuentran excepciones como la de Alfonso X de Castilla, que creía que valerse de sortilegios o hechicerías con una buena finalidad no tenía por qué ser castigado. Sin embargo, esto no era lo más común, y países de la Europa occidental como Francia, Inglaterra, Alemania o los reinos Hispánicos acudieron a ella y fueron víctimas de ruidosos procesos.

      De 1308 a 1313, sufrió un ruidoso proceso el obispo de Troyes Guichard, prelado que tenía fama de calavera y que vox populi lo consideraba hijo del propio Satanás. Fue acusado de causar la muerte de la propia reina de Francia Juana de Navarra, hija de Blanca de Artois, reina de Navarra, por medio de sortilegios, mientras que de la segunda se deshizo al parecer con veneno.

      Según consta en el proceso conservado, el obispo se había dedicado a las practicas demoniacas en el mayor secreto, actuando con la ayuda de dos monjes y dos monjas en la ermita de Saint Flavit, que convirtió en el laboratorio para sus maldades. Con ayuda del demonio había fabricado una figura de cera que bautizó solemnemente con el nombre de la reina con la asistencia de padrinos en la ceremonia. Acto seguido le atravesó la cabeza y otras partes del cuerpo mediante un punzón. Se dice que todos estos tejemanejes produjeron la muerte de la soberana.

      La condesa de Artois, Mahaut, fue reconocida inocente en el juicio, pero poco después fue acusada de fabricar filtros y venenos para una bruja de Hesdin.

      En 1315 fue condenado el caballero Enguerrand de Marigny por las prácticas brujeriles realizadas por su mujer y su cuñada, acompañados de un hechicero y una bruja, con los que había confeccionado también figuras de cera para matar al soberano.

      Ante la gravedad del problema, el papa Juan XXII en la bula Super Illius Specula (132) condena taxativamente toda practica brujesca y estimulaba a los inquisidores a que aguzaran la vista ante las sospechas. El pontífice advertía:

      Hemos sabido con profunda pena que muchas personas, que son cristianas solo de nombre, han pecado. Se relacionan con la muerte y establecen alianzas con el infierno, ya que ofrecen sacrificios a sus demonios. Los adoran, hacen imágenes de ellos, anillos, espejos, frascos o cualquier otro objeto donde encierran a los demonios por arte de magia; los interrogan, obtienen respuesta, piden ayuda para satisfacer sus deseos perversos, se declaran esclavos fétidos con los fines más repugnantes. ¡Oh dolor! Es un mundo de hechos realmente insólitos que poco a poco va contagiando a los rebaños de Cristo.

      Como se llegaba a bruja

      Vamos a desterrar ahora la idea más propia de la mitificación de que la bruja plenamente hecha y con todos sus atributos tuviera que ser una mujer pobre, vieja, histérica por su condición de viuda, inestable y que se siente profundamente desgraciada, incomprendida, marginada por los demás, obsesionada por el sexo y resentida con la religión que no le ofrece el consuelo suficiente para poder sobrellevar el peso de una existencia monótona. Tanto en España (primero en sus reinos independientes) como en el resto de Europa y América hubo brujitas jóvenes, de buen ver que no por ello se salvaron de la hoguera. Fue el genial Goya, pero en esta ocasión, cargado de mala intención, el que puso la guinda para reflejar el feo y repugnante estereotipo de las brujas.

      “Mucho hay que chupar” por Francisco de Goya

      ¿Además como iba el listillo Satanás a relacionarse con semejantes engendros? ¡Como no las metamorfoseara para el acto! Estas eran las creencias que circulaban en la época recogidas de los interrogatorios y tormentos realizados con fiero ensañamiento:

      Primero, el demonio disfrazado se aproximaba a la pieza deseada y terminaba por seducirla con dulces palabras. Entonces la mujer (que le ha complacido en sumo grado a primera visita) se decide a solicitar de aquel un contacto más permanente y una delegación de atribuciones, a cambio de su servidumbre para esta vida y toda la eternidad. Llama a Satanás, le reclama una nueva visita para pactar con él unos pocos años de vida y de felicidad a cambio de una eternidad en las calderas de Pedro Botero. En algún pasaje se lee que el demonio ofrecerá a la mujer un huevo de gallina negra, donde el demonio se incubará (de aquí la palabra íncubo).

      La mujer debe fecundar el huevo con su intención y su sangre, cosa que hará dejando caer unas gotas de la suya propia extraídas de un dedo al que previamente hubiera pinchado. Para incubarlo lo podía poner bajo la axila del brazo y si ello le resultaba incómodo, lo podía enterrar en el estiércol del establo. Cumplido el plazo, al huevo no le pasaba nada, pero Satán o uno de sus auxiliares se presentaba para firmar el pacto. Se realizaban las abjuraciones, juramentos y renegaciones. Entonces la bruja recibía sus poderes demoníacos y el demonio desaparecía no sin la promesa de aparecer siempre que aquella lo necesitara. Se han conservado pactos firmados realmente con una pluma de ganso y sangre.

      Los teólogos, distinguían dos clases de pactos, el primero sería una profesión tácita o pacto privado. Al prometer obediencia a Satán, una bruja servía de testimonio. El segundo sería un pacto público efectuado durante los sabbats o aquelarres ante todos los presentes. Sería este pacto público el que desencadenaría la guerra contra la brujería como había sucedido contra la secta alemana de los adoradores del demonio.

      Creencias sobre los sabbats de iniciación

      La aspirante a bruja podía ser aleccionada por brujas ya en ejercicio, convencidas y finalmente arrastradas a una asamblea de brujería, un sabbat especial, donde la neófita, tras los ritos iniciáticos, pasaba a formar parte de la comunidad. Se exigía, previamente, la decisión firme de querer pertenecer al gremio demoníaco, suficientemente comprobada. Tal convencimiento era el resultado de la paciente y constante labor de una bruja a favor de que tal acontecimiento se produjera. En estos casos y según las creencias de la época, fomentadas por los interesados, el demonio se aparecía ante la asamblea tomando forma humana ante el entusiasmo general y el supuesto temor de la novicia, exhortándoles a la fidelidad.

      A continuación, la futura bruja se adelantaba del grupo y a las preguntas de Satanás renunciaba voluntariamente a la fe y renegaba de su religión y al culto de la Mujer Inmensa (nombre con el que se mencionaba a la Virgen María).

      Satanás le decía entonces que debía entregarse no solo en alma, sino también en cuerpo. Así delante de todos los presentes a la Asamblea, la poseía sexualmente y después la aleccionaba para que fuera por el mundo pervirtiendo a cuantas almas fuera capaz. También le recomendaba la fabricación de una serie de ungüentos a base de carne y sangre de niños pequeños, mejor bautizados, para mayor triunfo.

      Toda esta ceremonia no dejaba de ser en el fondo un rito primitivo de iniciación mitificado, al que ya describimos en su lugar, porque muy difícilmente el demonio podía aparecerse a nadie, aunque la Iglesia se había apresurado a convertir al dios cornudo en el diablo cristiano. Sin embargo, sí que era un rito de sangre del que alguien aprovechado desfloraba a las vírgenes neófitas, o esto podía ser realizado por las propias compañeras con un cuchillo denominado athame o cuchillo de la bruja, utilizado también para abrir y trazar el círculo mágico y que procedía del símbolo antiguo de apertura del útero.

      La estrecha relación entre brujería y sexo será una constante etiqueta impuesta por sus perseguidores a lo largo de la historia, aunque en el fondo fuera solo el recuerdo de una ceremonia primitiva de iniciación y de apareamiento para proporcionar el nacimiento (o renacimiento, según creencias) de nuevas vidas. La Iglesia y sus autoridades, encontraron el terreno abonado para trastocarlo para sus fines.

      El sabbat llamado también aquelarre

      Hay quien ha buscado en la palabra sabbat conexiones con los cultos paganos primitivos, en especial con el orgiástico ofrecido a Dionisios, Sabazius, pero lo

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