El fin del armario. Bruno Bimbi

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El fin del armario - Bruno Bimbi страница 13

El fin del armario - Bruno Bimbi Historia Urgente

Скачать книгу

Moyano y Hugo Yasky, de la CGT y la CTA, hicieron declaraciones a favor, así como decenas de periodistas, escritores, líderes sociales y políticos.

      Pero fue imposible conseguir un futbolista.

      Durante el mundial de 2010 hablamos con un familiar directo de uno de los jugadores de la selección argentina. Queríamos que el equipo se fotografiara en Sudáfrica con una bandera de apoyo a la ley. En Portugal, Cristiano Ronaldo hizo público su apoyo a la reforma del Código Civil. ¿Por qué no podían hacerlo los jugadores argentinos? No era necesario que nadie saliera del armario, era apenas un gesto político.

      Pero fue imposible.

      Mientras escribo, recuerdo el relato de un amigo, que me contó la noche en que uno de los mayores ídolos del deporte nacional quiso llevárselo a la cama. Nadie se lo imaginaría, justo él. Fue después de una fiesta de cumpleaños a la que lo invitó el mánager del astro deportivo, conocido en todo el mundo. Cuando salió la primera edición de este libro, en 2017, el único coming out del fútbol argentino había sido uno de pura ficción, en la serie televisiva Botineras, en Telefé.

      “La homosexualidad en el fútbol argentino (te diría que en el deporte argentino) es un tabú. Nadie habla”, asegura el periodista deportivo Alejandro Wall, autor de los libros ¡Academia, carajo! y Ahora que somos felices. Wall recuerda cuando Daniel Passarella era técnico de la selección argentina y dijo que no tendría un jugador gay en su equipo: “Esa declaración de homofobia destapó una discusión en su momento, pero todo quedó ahí. Estamos hablando de plena década del 90, cuando ni siquiera se podía pensar en el matrimonio igualitario. Si la sociedad argentina avanzó en ese sentido, el fútbol se quedó estancado, con dirigentes que ocupan sus sillones desde hace más de tres décadas. Alguna vez le leí a Fernández Moores que los gobiernos en Latinoamérica han cambiado, pero la dirigencia del fútbol sigue siendo la misma”, dice.

      –¿Por qué el fútbol está tan atrás en este tema? –le pregunté.

      –El fútbol no es un reflejo de la sociedad, sino que tiene sus propios tiempos. Es un mundo conservador, donde juega la masculinidad: es machista, homofóbico y misógino. En la tribuna, en la cancha y en los escritorios. Lo saben, por ejemplo, las mujeres que trabajan como periodistas deportivas. O las que son dirigentes, todas siempre resistidas.

      –¿Conocés a algún futbolista argentino gay que no se anime a salir del armario?

      –No conozco a ninguno, no me consta de nadie, pero sé de psicólogos que han trabajado con futbolistas y equipos de fútbol y han dicho que han conocido a algunos, sin dar nombres. También sé de jugadores que dicen que jamás compartirían vestuario con un gay. Creo que solo una minoría mostraría una cabeza abierta en ese sentido.

      En otros países, poco a poco, algunos se animan. También en 2013, en Estados Unidos, el futbolista Robbie Rogers, ex integrante de la selección norteamericana, reveló que es gay, pero al mismo tiempo se retiró del fútbol profesional. Rogers, entonces de 25 años, tenía contrato con el Leeds, de la segunda división inglesa (que lo había cedido el año anterior al Stevenage F.C.), pero había abandonado el club en enero. Antes, había jugado en el Columbus Crew de Ohio, en el Heerenveen de Holanda y en distintos clubes ingleses. Y de repente, sorpresivamente, decidió poner fin a su carrera y, a la vez, salir del armario. O al revés. No deja de ser relevante que una decisión haya venido acompañada por la otra.

      En su blog, a la una de la madrugada, en Londres, el jugador explicó que el fútbol era su válvula de escape y que le había servido para esconder su sexualidad, pero ya no daba más. “Es hora de descubrirme lejos del fútbol –explicó–. La vida está llena de cosas increíbles y yo percibí que solo podría aprovecharla de verdad siendo honesto”. A lo largo del post, en el que se desnuda de una manera inédita para un futbolista, Rogers se refiere en varios momentos a su orientación sexual como “mi secreto”.

      “Toda mi vida me sentí diferente; diferente de mis compañeros, incluso de mi familia –escribió–. Durante los últimos 25 años tuve miedo de mostrar quién era realmente. Miedo a que el juicio y el rechazo me apartaran de mis sueños y mis aspiraciones, o a que mis seres queridos se alejaran de mí si supieran mi secreto. Miedo de que mi secreto se interpusiera en la realización de mis sueños. Los secretos pueden causar muchos daños internos. Tratá de explicar a tus seres queridos, después de 25 años, que sos gay… Ahora mi secreto se acabó; soy un hombre libre”.

      1 Cazuza – O tempo não para, de Sandra Werneck y Walter Carvalho.

      2 Bruno Bimbi: Matrimonio igualitario, Buenos Aires, Planeta, 2010.

      Robbie Rogers jugó dieciocho partidos como integrante de la selección de Estados Unidos –antes había sido parte de la selección sub-23– y formó parte del equipo que representó a su país en los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008. También fue preseleccionado para el Mundial de Sudáfrica, pero no llegó a participar. Ahora forma parte de una pequeñísima lista que podría contarse con los dedos de la mano: la de los jugadores profesionales de fútbol que, siendo gays, se animaron a no esconder más su sexualidad. La mayoría, como ya dijimos, retirados o en clubes menores.

      –¿Te parece que eso puede cambiar en los próximos años? –le pregunté a Alejandro Wall después del coming out de Rogers.

      –Para no ser escéptico, creo que el fútbol tendrá que abrirse. Y las reacciones de apoyo a Rogers son esperanzadoras. Incluso la de Blatter, que forma parte de una camada de carcamanes que conducen el fútbol desde hace décadas [se refiere a la declaración de apoyo a Rogers publicada en Twitter por el presidente de la FIFA, Joseph Blatter]. Los apoyos de sus compañeros y de dirigentes del fútbol estadounidense fueron muy firmes y algunos emocionantes, igual que el apoyo de dirigentes alemanes a un futbolista que habló de su sexualidad bajo anonimato. Ojalá pronto en el fútbol argentino algún jugador se anime a decir que es gay y ojalá encontremos las mismas reacciones. Sería un paso enorme –concluyó Alejandro. La entrevista fue años antes del coming out de Fernández.

      “¿Es suficiente ser el mejor del mundo para ser aceptado?”.

      Con esa frase, el campeón mundial de esquí acrobático por quinto año consecutivo, Gus Kenworthy, salió del armario en 2015 en una entrevista para la revista ESPN. La frase apareció junto con su foto en la portada, que el atleta tuiteó con apenas tres palabras en inglés: “I am gay”. Kenworthy estaba en el mejor momento de su carrera y había obtenido el año anterior la medalla de plata en esquí estilo libre en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, en Rusia, donde la homosexualidad es perseguida por el régimen autoritario del ex agente del KGB Vladimir Putin, líder de la Rusia poscomunista que juntó lo peor del capitalismo con lo peor del estalinismo, como una especie de Frankenstein político contemporáneo.

      Nacido en Gran Bretaña, hijo de inglesa y norteamericano, Kenworthy vive en Denver, Colorado, uno de los estados donde el matrimonio gay ya era reconocido y contaba con la aprobación del 60 por ciento en las encuestas cuando la Corte Suprema de Estados Unidos lo legalizó en todo el país. En la entrevista, el atleta contó a ESPN que, cuando compitió en Sochi y ganó la medalla de plata, pensó en besar a su novio frente a todos después de la carrera. “Habría sido un silencioso fuck you a las leyes homofóbicas rusas”, se imaginaba, pero cuando llegó el momento no se animó, y eso hizo que no terminara de sentirse orgulloso por la medalla: no podía dejar de pensar en lo que no había podido hacer. Cuando los medios lo entrevistaron, llegó a mentir cuando le preguntaron de qué persona famosa se enamoraría, mencionando a una mujer: la actriz y cantante Miley Cyrus. No, no se enamoraría de ella, pero la pregunta lo perseguía desde siempre.

Скачать книгу