Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza. Alex Gesse

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Baños de bosque. 50 rutas para sentir la naturaleza - Alex Gesse Petit Futé. Country Guide

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Azul, distinción otorgada bajo diferentes criterios: calidad de las aguas de baño, información y educación ambiental, gestión ambiental y seguridad, servicios e instalaciones.

      

      Descripción del itinerario

      Acantilados del monte Buciero.

      © AMAZING TRAVELS-SHUTTERSTOCK

      La ruta comienza junto al fuerte del Mazo. A la derecha podemos observar el Polvorín del Helechal, usado por las tropas napoleónicas en la guerra de la Independencia, durante el siglo XIX.

      Esta ruta, llamada de Cuatro Caminos o Ecosistemas del Bosque, se encuentra marcada con señales de color rojo.

      Transcurridos los cien primeros metros, nos internamos en un sendero de tierra que se inicia a nuestra derecha. A nuestro alrededor aparecen las encinas (Quercus ilex ssp. Ilex), variedad cantábrica vinculada a hábitats costeros. Como se ha mencionado anteriormente, esta encina es una superviviente de épocas antiguas, y ello se debe, entre otras cosas, al suelo sobre el que crece: podemos observar que estamos sobre una formación kárstica. Las lluvias típicas de este clima templado atlántico se filtran a través de la roca caliza, lo que permite que las raíces se desarrollen sin tanta humedad. Si estamos en primavera, podremos descubrir su floración. Puede ser algo que nos pueda pasar desapercibido, pero si las contemplamos desde una cierta distancia, las veremos repletas de dorado, y si nos acercamos, nos asombrará el contraste entre ellas: las masculinas son esplendorosas y están cargadas de polen; mientras que las femeninas, extremadamente sencillas, guardan en su delicadez la fuerza del nuevo fruto. Podemos acercarnos y explorar sus aromas. Las encinas que nos encontramos no tienen un gran porte, pero crecen profusamente acompañadas, en este tramo, por algunos laureles, cuyo aroma no pasará desapercibido. Si contamos con un día de calor, sus aceites aromáticos puede que nos ayuden a relajarnos. Continuamos nuestro camino. El sendero asciende hasta toparnos con una cabaña junto a una zona de prados. El verdor de estos contrasta con los colores de las abundantes especies vegetales que nos acompañan. Destacan los rojos, azules o marrones de los diversos frutos en otoño, o los amarillos, blancos o rosados de las flores en primavera. Podemos aprovechar esta zona más abierta para levantar nuestra mirada hacia el cielo; tal vez nuestros ojos se fijen en el vuelo de las múltiples aves marinas o se centren en las caprichosas formas de las nubes y en la velocidad del viento que las mueve, y en sus diversos colores... Es el momento ideal para respirar profundamente. Una mezcla de aromas marinos y aromáticos completará nuestra sensación de bienestar. Abandonamos poco a poco la zona de prados para internarnos en el bosque de encinas relicto, un verdadero tesoro que descubrir. Nos recuerda a la laurisilva, una selva templada en la que, en este caso, la encina (Quercus ilex ssp. ilex) se mezcla con el laurel (Laurus nobilis), el madroño (Arbutus unedo), el aladierno (Rhamnus alaternus) y plantas trepadoras como la hiedra (Hedera hélix) o la zarzaparrilla (Smilax aspera), y entrelazan el sotobosque de rusco (Ruscus aculeatus) o endrinos (Prunus spinosa). Todo ello configura una espesa masa boscosa que sirve de refugio y alimento a numerosas especies animales. Tal vez nos llame la atención contemplar los troncos rodeados de hiedras. Podemos acercarnos para descubrir sus pequeñas raicillas aéreas con las que van subiendo en busca de luz desde la oscuridad del sotobosque. También podemos fijarnos en que cuenta con dos tipos de hojas muy diferentes entre sí y palpar su contorno. Si cerramos los ojos, la experiencia será más intensa y descubriremos con mayor facilidad las distintas formas, su textura lisa. Si estamos en primavera-verano, tal vez descubramos sus frutos, tóxicos para los humanos, pero comestibles para muchos animales que cuentan con ellos para completar su dieta. Según nos adentramos en el bosque, se vuelven más abundantes algunas especies acompañantes, como el madroño, que en otoño se adorna con unos hermosos frutos comestibles (pero conviene no comer muchos, ya que pueden emborrachar), una de las delicias del bosque. Cogerlos y disfrutar de ellos recién recolectados será toda una experiencia para nuestro gusto, que identifica perfectamente lo que consumimos. Descubriremos otra curiosidad en el sotobosque. Se trata del rusco, una planta cuyas flores y frutos parece que surgen de sus hojas. En realidad, no son hojas verdaderas, pues las reales son tan diminutas que pasan desapercibidas. Resulta de gran belleza contemplar sus flores, similares a estrellas blancas y moradas, o su posterior fruto: una bola rojiza, tóxica para los humanos. A unos 150 metros de la cabaña que vimos anteriormente termina nuestro camino. Ante nosotros se abren varias opciones: continuar por esta senda profundizando en el bosque hasta el punto de encuentro con la ruta que da la vuelta al monte Buciero y, tras visitar el faro del Caballo, volver al punto de inicio bordeando el encinar. De paso, contemplaremos las espectaculares vistas de los acantilados y del mar abierto que se muestran ante nuestra mirada. Una perfecta combinación entre mar y montaña.

      Información práctica

       AYUNTAMIENTO DE SANTOÑA

      Manzanedo, 27

      ✆ +34 942 628 590

       www.santona.es

       OFICINA DE TURISMO DE SANTOÑA

      Santander, 5

      ✆ +34 942 660 066

       www.santona.es

       [email protected]

       ESTACIÓN DE FEVE DE GAMA

      ✆ +34 942 642 211

      A 9 km de Santoña se encuentra la estación de ferrocarril de vía estrecha que une Santander con Bilbao.

       PARQUE NATURAL DE LAS MARISMAS DE SANTOÑA, VICTORIA Y JOYEL

      Travesía Eguilor

      Edificio El Mirador de las Marismas

      Puerto de Santoña

      ✆ +34 942 671 724

       www.redcantabrarural.com

       [email protected]

      Punto de partida: Fuerte del Mazo de Santoña; a él llegaremos desde el fuerte de San Martín, a través de una estrecha carretera de unos dos kilómetros.

      Cómo llegar: Desde Santander, seguimos las carreteras S-10 y A-8 en dirección a Santoña. Tomamos la salida 177 de la A-8 para continuar por las carreteras N-634 y CA-241 hasta Santoña.

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