Liderazgo y coaching global. Philippe Rosinski

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Liderazgo y coaching global - Philippe Rosinski Profesional

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educativas. Esta es una fuente de orgullo y significado para los empleados, muchos de los cuales son voluntarios fuera de su trabajo, transmitiendo a los niños mensajes acerca de la prevención de esta enfermedad y difundiendo la Resolución sobre Diabetes de Naciones Unidas (que, en particular, enfatiza la importancia de la dieta y de la actividad física).

      El sector bancario: la crisis de 2008

      Los EEUU vivieron una burbuja inmobiliaria desde 2001 hasta 2005. Para aumentar sus comisiones, los corredores de bolsa recurrieron a dar créditos a más y más personas que no estaban en capacidad de pagarlos. Al mismo tiempo, los bancos de inversión armaron paquetes de bonos con estos créditos. La posibilidad de lograr altos beneficios entusiasmó a muchos inversores, quienes olvidaron que los castillos de arena tienden a derrumbarse. Lehman Brothers desapareció y muchas instituciones bancarias tuvieron que ser rescatados con fondos estatales. La crisis financiera y la recesión económica que se produjeron pusieron en dolorosa evidencia que vivimos en un mundo interconectado.

      Los ciudadanos quedaron impresionados por la tremenda codicia, la idea de que tenían derecho a actuar según su propia voluntad sin límite alguno, su irresponsabilidad y su soberbia. The Economist preguntó: “¿Qué tiene que suceder para que los banqueros sientan al menos algún remordimiento?” y observó, “Está diciendo que el 79% de los trabajadores de Wall Street que respondieron a una encuesta realizada por eFinancialCareers.com dijeron que en 2008 habían recibido un bono a pesar de la carnicería. Casi la mitad de ellos dijeron que estaban insatisfechos con la cantidad que recibieron.” (“Wall Street excess–Looting stars,” 2009).

      Sin embargo, los banqueros no fueron los únicos culpables. A los funcionarios responsables de las regulaciones también les cupo responsabilidad. Por ejemplo, “la Securities and Exchange Commission (SEC), los principales reguladores de Wall Street, pasaron por alto las operaciones de inversión y asesoramiento de [Bernard] Madoff, aun cuando tenía recursos gerenciados que alcanzaban los 17,1 miles de millones de dólares a principios de 2008. El director de la SEC admitió que no prestaron la debida atención al caso Madoff, y no actuaron como debían a pesar de las advertencias recibidas hacía casi una década” (“The Madoff Affair—Dumb Money and Dull Diligence,” 2008).

      La crisis fue un fenómeno complejo con muchos elementos disparadores interconectados, incluyendo decisiones políticas inadecuadas. “La Reserva Federal ignoró la burbuja inmobiliaria y mantuvo las tasas de interés de corto plazo demasiado bajas por demasiado tiempo. La determinación del mundo emergente de acumular reservas, especialmente la decisión de China de mantener baja su tasa de intercambio, produjeron una oleada de capital en EEUU. Se produjo una especie de tormenta perfecta en la cual se combinaron errores de política con excesos de Wall Street” (“Capitalism at Bay”, 2008).

      La regulación insuficiente en el sector financiero fue un factor clave. Aun The Economist, un incansable defensor de la libertad económica, insistió:

      Las finanzas requieren regulación. Siempre dieron lugar a pánico, quiebras y burbujas. Como el resto de la economía no puede funcionar sin ellas, los gobiernos siempre tuvieron una gran participación. Sin duda, las finanzas modernas presentan serios condicionamientos. Algunos bancos parecen suponer que los mercados deberían estar siempre en estado de liquidez. Las conductas de riesgo son recompensadas; las precavidas fueron castigadas. Incluso los mejores banqueros tomaron riesgos increíbles. Por ejemplo, para fines de 2007, Goldman Sachs, sin duda la más atrevida, tenía un billón de activos en un peligroso equilibrio de más de 43 miles de millones en acciones. La falta de regulación alentaba esta peligrosa forma de juego financiero. La innovación financiera sobrevolaba los organismos reguladores. De algún modo, el mundo terminó con 62 billones de swaps en default (CDSS en inglés) sin sustento en negociaciones. Ni siquiera los defensores del libre comercio más radicales podían encontrarle sentido a estos movimientos. (“Capitalism at Bay”, 2008)

      De algún modo, muchos banqueros e inversores se convirtieron en especuladores y jugadores, perdiendo de vista un propósito más básico y significativo. Los bancos deberían estar en el lugar de encuentro entre aquellos individuos y empresas que invierten sus ahorros y merecen un beneficio razonable, y quienes piden dinero prestado para financiar proyectos. Idealmente, estos proyectos deberían proporcionar un real valor a la sociedad: económico, ambiental y social.

      Tuve la oportunidad de coachear a un experto en inversiones financieras. Aplicamos el marco de referencia de perspectivas múltiples así como el “Proceso de coaching global” que describí en mi libro anterior. El coaching de John se produjo en relación con varios episodios y lo dedicamos a varios desafíos evolutivos. Durante el proceso, John elaboró un visión personal antes de la crisis financiera. Su autenticidad, que desplegó en su valiente travesía evolutiva, contrasta con la superficialidad de muchos de sus colegas que la crisis puso en evidencia.

      John explica:

      Nuestro equipo (de inversores) siempre tuvo una verdadera pasión por invertir en espacios que tuvieran un impacto positivo en la sociedad, en particular en las ciencias biológicas y las energías renovables, y en menor medida en las tecnologías de la información e Internet.

      Las inversiones en estos campo tienen, por su naturaleza, una dimensión tecnológica significativa. En consecuencia son de más alto riesgo y tienen que ser dimensionadas y manejadas de manera apropiada.

      Invertimos en empresas emergentes y contratamos gente para concretar estos proyectos. Desde un punto de vista financiero, esto es distinto de lo que se ha venido haciendo recientemente en los fondos de adquisiciones y de riesgo, basados en endeudamiento y negociación respectivamente.

      Las emergentes son empresas privadas financiadas solo con capital. Invertir en ellas implica un compromiso a largo plazo con proyectos y gerentes. El desempeño es esencial, pero lleva un tiempo largo materializar resultados, ya que estas empresas pueden no generar beneficios ni siquiera ingresos por años.

      Aun cuando el desempeño es clave, la confianza en los gerentes viene antes. Esta se construye, a lo largo del tiempo, a través de la consistencia y la transparencia. También tuvimos que desarrollar muchas herramientas y procesos para seleccionar a los gerentes y los proyectos. En el nuevo ambiente, las cualidades humanas de integridad y dedicación al éxito a largo plazo adquiere una importancia esencial y el talento es más escaso de lo que pensamos.

      Esta noble visión, sumada al compromiso de John para seleccionar a los gerentes adecuados (empresas emergentes o la gestión de fondos de inversión en estas sociedades), ser un excelente líder de equipo y asegurar que todos recibieran la compensación justa, le permitieron atraer y retener profesionales talentosos. La búsqueda de objetivos significativos pusieron en evidencia los mejores esfuerzos del equipo y resaltaron el orgullo por sus logros.

      Resultados de investigación: Hacer el bien para actuar bien

      Podemos agregar más información acerca de otros sectores: petróleo, químicos, alimentos, para nombrar solo algunos, sin olvidar la industria del tabaco, cuyas tramas engañosas son bien conocidas.

      Si bien las grandes empresas pueden aportar múltiples beneficios también pueden causar mucho daño. Desde pesticidas tóxicos a hamburguesas con demasiada grasa, ambos insalubres para los humanos y para el ambiente, parece muy difícil abandonar hábitos no sustentables. La confianza pública en el mundo empresarial es muy baja desde hace mucho. El Barómetro de Confianza de Edelman de 2008 muestra que el 62% del público en 20 países “dice que ahora confían en las grandes empresas menos que hace un año.” En Estados Unidos la cifra es 77%, la más alta en los diez años que lleva Edelman registrando la confianza (Boston College Center for Corporate Citizenship, 2009, 2).

      Este

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