Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar. Horacio Gaggero
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Por último, el artículo 6º de la mencionada ley establecía que las funciones de coordinación se llevarían a cabo por parte de los organismos que determinara el Poder Ejecutivo.[102] La reforma sirvió para desplazar al Ministro de Salud, Ramón Carrillo,[103] y reemplazarlo por el más opaco Raúl Bevacqua.[104]
Los funcionarios peronistas
La ampliación del estado produjo un crecimiento numérico del cuadro administrativo, que dio lugar a numerosas interpretaciones del uso prebendario que habría hecho Perón de los puestos públicos, para consolidar su liderazgo.
En este sentido, se ha señalado que entre 1943 y 1952 el número de agentes oficiales se incrementó en un 144%, pasando de 349.000 a unos 600.000, esto es el 9% de la PEA de ese último año.[105]
En un trabajo sobre la composición de los elencos dirigentes argentinos, analizando un universo compuesto por los presidentes, ministros y secretarios de estado, presidentes de la Cámara de Diputados, gobernadores de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, Imaz[106] sintetiza así la conformación del plantel de funcionarios peronistas
En sus inicios, el elenco gobernante no conformaba un solo grupo. Al contrario, los futuros dirigentes peronistas provenían de varios y diversos orígenes. En 1946 se perfilaban cuatro, uno de ellos, el sindical, era inédito en la constitución de elites de gobierno. Todos constituían un grupo abierto, extenso, basado en un amplio reclutamiento, en el éxito personal alcanzado en uno de esos cuatro ámbitos: los negocios, las Fuerzas Armadas, la actividad gremial y la política del comité
La riqueza como canal de ascenso era solo relativamente nueva, individuos de esa extracción habían actuado en regímenes anteriores, lo novedoso es que esa riqueza era ahora producida en la industria, no en el sector importador ni en el exportador. El grupo estaba compuesto por argentinos de primera generación, y todos ellos habían tenido actuación previa en las centrales empresarias.
Ascender al poder político desde la esfera sindical era inédito en el país, sin embargo, salvo el Ministro del Interior, el de Relaciones Exteriores, el Secretario de Trabajo y Previsión y el gobernador de Santa Fe, los gremialistas solo cubrieron cargos medios, y una parte de las bancas de diputados de la Capital y la Provincia de Buenos Aires
En los elencos anteriores, los políticos de comité habían obtenido reconocimiento como expertos en el manejo político, este canal también sirvió para elevar a ciertas figuras partidarias. Muchas provenientes del radicalismo, en el que sin embargo no habían tenido una actuación de primera línea –a excepción de algunos casos provinciales–. Su mayor triunfo político había consistido en advertir la oportunidad de incorporarse a un movimiento político nuevo que les dio cabida y al que aportaron técnicas y métodos “tradicionales” para el proselitismo político
El cuarto sector lo constituían oficiales recientemente retirados de las Fuerzas Armadas. En este caso lo novedoso resultaba su número y el hecho de que sus dos representantes máximos (Perón y Mercante)[107] no habían culminado profesionalmente su carrera militar.[108]
Esta nueva clase política difería de la anterior ya que todavía en 1946 no constituía un grupo, lo integraban individuos que habían accedido a través de canales distintos, carecía de valores comunes, y un sistema de lealtades sólido.
La base de su reclutamiento era demasiado amplia como para poder sustentar un régimen político, el sistema de lealtades demasiado difuso. Poco a poco, a medida que se consolidó el rol del líder disminuyeron las responsabilidades individuales, en efecto, cuanto más se acentuó el carácter carismático de la conducción, más se burocratizó la clase política.
Las cuatro vías de reclutamiento terminaron por desaparecer fundiéndose en una sola. Entre 1950 y 1951 el grupo gobernante estaba claramente delimitado. Había elaborado sus propias pautas, normas y valores de grupo. Los antiguos méritos personales habían cedido paso a las carreras burocráticas
La hipótesis de Raanan Rein[109] sostiene que Perón necesitó de una “segunda línea” de líderes representativos en la construcción de la fuerza política que lo llevó al poder, pero que, con el tiempo, “víctima de su propia retórica” se deshizo de ellos para reemplazarlos por otros que carecían de una base de apoyo independiente, distinguiendo dos tipos de burocracia intermediadora: la de tipo representativo que gozaba de prestigio y representación por derecho propio, anclada en diversos sectores sociales, y la puramente tecnócrata y funcional, que carecía de base propia y solo sirve como instrumento del líder.
La selección del personal dirigente comenzó a hacerse sobre la base de normas que elaboró el propio régimen. Rigió la “cooptación”, hecha en forma burocrática y dentro de instancias burocratizadas.[110]
El elenco básico de Ministros estaba formado por hijos de inmigrantes. El resto por descendientes de “familias tradicionales”, pero salvo dos que eran de Buenos Aires y por lo tanto resultaban “marginales”, el resto pertenecía a familias criollas del interior.
En cuanto a la extracción, lo que contaba era el régimen de lealtades institucionalizado. No había más valores que los endógenos del régimen, y el grupo que detentaba el poder cooptaba, pero siempre sobre la base de la fidelidad manifiesta y probada. Su cohesión no provenía de una lealtad a principios abstractos o a normas elaboradas por el mismo grupo, sino la lealtad absoluta a un punto común de referencia, Perón y Eva Perón.[111]
Hasta 1946 todos los Ministros de Hacienda habían sido abogados, ese año se designó al primer contador público, y a partir de entonces, los profesionales egresados de Ciencias Económicas estarían al frente de las carteras específicas. También el nombramiento del general Pistarini, que era ingeniero, al frente del Ministerio de Obras Públicas introdujo la costumbre de nombrar ingenieros en ese ramo. La especialización profesional de los ministros comenzó con el peronismo[112]
El liderazgo de Eva Perón fue informal, porque no detentó ningún cargo en el aparato del Estado, su función consistió en determinar quienes ocuparían los cargos medios del poder que acompañarían la gestión de su marido. No se trataba de una función explícita ni racionalmente determinada. Se convirtió en tamiz de muchos posibles contactos del Jefe del Estado, y en un canal modificador y adaptador de algunas de las grandes decisiones tomadas por los organismos formales.
Este liderazgo informal tendió a separar las funciones de gobierno técnico administrativas, de las intrínsecamente políticas. Dejando de lado aquellas, llegó a monopolizar las segundas. Institucionalizando criterios de estímulo y sanciones, premios y castigos, “compuso” los cuadros administrativos superiores. Eliminó a muchos líderes originarios y los reemplazó por figuras más oscuras, ascendidas de la burocracia partidaria. Pero siempre realizó la operación a través de grupos preexistentes, y dentro de las opciones que se podrían dar en estos grupos.