El pueblo en movimiento. Gloria De La Fuente

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El pueblo en movimiento - Gloria De La Fuente

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decir que aquí haya intervención extranjera ni el foro de Sao Paulo operando. Hay otra lógica detrás.

      MAG: Hay que evitar las teorías conspirativas. No habría ocurrido igual porque si bien ya se había producido el distanciamiento señalado con la política, con el segundo gobierno de Piñera se habían perdido las expectativas de poder mejorar la situación, y en el primer año de su mandato se había esmerado en intentar revertir las reformas del gobierno de Bachelet, con lo cual el espacio de la política perdía toda legitimidad. Por lo tanto, la resignificación de la política quedaba a cargo de las expresiones de protesta, las movilizaciones en la calle, la acción directa, las manifestaciones generacionales, y no de los actores políticos clásicos que habían perdido legitimidad.

       DMP: Y ahí sale el informe del PNUD de la repolitización o nuevas formas de hacer política.

      MAG: Sí, pero yo creo que se trata de una repolitización incompleta, porque tiende a predominar el aspecto de acción personal y grupal o la proyección de mi vida cotidiana. Hay una dimensión societal, ciudadana, de la polis, del destino común, del modelo económico, de las relaciones de poder, que tienen su propia densidad y que estas nuevas formas de politización tienden a subvalorar.

       DMP: O reducirlas al yo ciudadano.

      MAG: Por supuesto. El yo ciudadano es una dimensión indispensable, pero hay que reconocer algo que está más allá de él…

       GDF: ¿Eso es la política como esfera distinta? ¿Qué relación hay entre la política y los movimientos sociales?

      MAG: Quizás sea mejor hablar de dimensiones, como la económica, la social, la política, la cultural, porque “esferas” tiende a encerrar las dimensiones en sí mismas, cuando ellas están siempre presentes de algún modo, aunque deban ser distinguidas, porque tienen sus propias lógicas y también instituciones. En este sentido es bueno distinguir lo político que tiende a abarcar la totalidad de la vida social porque se refiere a las relaciones de poder que determinan la dirección general de esta, de política como actividad específica. Los movimientos sociales por supuesto que se refieren a lo político, pero su ámbito de acción es distinto a la actividad política. La gran crítica que puede hacerse hoy es que la actividad política tiende a escindirse de la preocupación por lo político y queda encerrada en su propia dinámica y los intereses de quienes la ejercen. Es bien interesante volver al tema del movimiento de Las Tesis4 , expresión del movimiento feminista, durante el estallido social que nos ocupa. Se trataba de un movimiento que se refería a lo político, pero no a la actividad política y, sin embargo, tuvo un efecto fundamental para la actividad política como fue la cuestión de la paridad de género en el proceso constituyente.

       GDF: ¿Pero no es política la discusión sobre un orden patriarcal? Es profundamente política, porque tiene que ver con la distribución del poder.

      MAG: Por supuesto, por eso digo que tiene un significado político esencial, aunque no pertenezca a la dimensión, de la actividad política propiamente tal.

       DMP: Pero yo creo que ellas trajeron un discurso altamente político, oxigenaron el estallido y el movimiento en un momento álgido…

      MAG: Sin duda. E insisto en que he dicho que tuvieron una consecuencia política fundamental. Un movimiento básicamente social, no político, porque no quería entrar ni ser atrapado en la dinámica política, sin embargo, tuvo consecuencia política. ¿Qué significa eso? Básicamente lo que estoy tratando de señalar, es que hay una diferencia entre las dos cosas, porque si el movimiento fuera el actor político, son ellos los que tienen que imponer la paridad. Y los que están imponiendo la paridad, por delegación de ellos, son actores políticos, el Parlamento, los partidos.

       GDF: La paridad se hace posible ahí.

      MAG: No habría sido posible sin la movilización feminista y sin Las Tesis, que no hablaban directamente de la paridad en el proceso constituyente en ese momento, porque su lógica era otra, muy empapada de lo político, pero lejana de la actividad política.

       DMP: No hay una conducción…

      MAG: Se trata como todo movimiento social que no acepta una conducción que no venga de sí mismo. Como hemos dicho la lógica de un movimiento social es identificar su acción como la instancia política. Lo que quiero decir es que la ilusión del movimiento es que la política es el movimiento. Si no tuviera esa ilusión no habría movimiento. Pero es una ilusión porque hay una entidad de la política no reductible al movimiento, y que en algún momento se tiene que distanciar.

       GDF: Por supuesto, lo que hablábamos al principio. Por eso, lo que se confunde hoy en día, yo creo, en la discusión, es que el movimiento tiene que ser la respuesta a la política, y la política tiene que transformarse en movimiento. Son dimensiones y esferas distintas de la sociedad.

      MAG: Absolutamente, ese es todo el punto.

       GDF: Pero frente a la deslegitimidad de la política…

      MAG: El gran problema es la desaparición del espacio de legitimidad de la política, y su reemplazo por la legitimidad de la acción directa, en la que están presentes diferentes subjetividades. Una de ellas, en ningún caso la única es el nihilismo societal, y todas tienen en común el rechazo a la política institucional. Y su reemplazo por la acción directa. Con ello no queda espacio para la legitimidad de la política, la que queda reducida a las interacciones de la elite y a la visión represiva de un gobierno que cree que el orden público puede establecerse sin recurso a la política, es decir a través de las violaciones a los derechos humanos. También se abren espacios para la violencia delictual y el vandalismo.

       DMP: Y donde los dos contextos que conversamos se aúnan en esa deslegitimidad de la política.

      MAG: Los dos contextos, exactamente, el de la sociedad contemporánea con su crisis de la democracia y el de herencia de la sociedad pospinochetista. Se trata de contextos entrelazados y que se influyen mutuamente. Y esta interacción en una coyuntura precisa, más allá de su permanencia latente, se llama estallido social.

       DMP: O sea, hacemos bien al hablar de estallido.

      MAG: Claro. Pero lo importante de esto es que es estallido y movimiento. Y que el estallido se puede comer al movimiento. Y si el estallido se come al movimiento, la violencia en cualquiera de sus dimensiones ya sea desde el Estado o el vandalismo y la violencia delictual se va a imponer sobre la política, y va a ocupar el espacio de legitimidad de la política. Lo paradojal es que fue esta última violencia la que movió a los actores políticos a establecer acuerdos políticos que significaron un gran avance como los acuerdos para el proceso constituyente.

       GDF: O sea reestablecer el orden supone el recurso a la política.

      MAG: Por supuesto el problema de fondo es reconstruir la sociedad polis, el espacio representativo, participativo, expresivo y deliberativo en que se debate y se toman decisiones sobre el destino común.

       DMP: Pero ¿cómo se construye la nueva forma de relación entre lo político y lo social históricamente?

      MAG: Se trata de un proceso largo y complejo que tiene generalmente algunos hitos fundacionales, como pueden ser en democracia elecciones en que se redefinen o surgen liderazgos y actores políticos nuevos. En Chile tenemos la experiencia del plebiscito de 1988 que plasmó

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