El pueblo en movimiento. Gloria De La Fuente

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El pueblo en movimiento - Gloria De La Fuente

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encapsulables en el concepto de lo neoliberal. Y en este sentido, entonces, insistiría en que lo que las demandas y las movilizaciones han planteado es una especie de piso ético que tiene que ver con la superación de las desigualdades de un orden económico y social en que el abuso es predominante en todas las distintas dimensiones —y en eso es muy importante la dimensión de género—, es decir, el rechazo a esa sociedad y el percibir que hay indicadores, políticas y voluntades de superar esa sociedad a través de medidas que no son solo resolución de demandas inmediatas, sino que son medidas estructurales de creación de un nuevo orden. Un proceso por el cual se reencuentre la política, que no tiene hoy día espacio de legitimidad, con el mundo social y con los diversos actores. Esas, a mi juicio, son las dos condiciones por las cuales uno podría decir: “sí, estamos en un proceso, el estallido sirvió no solo para expresar el malestar y el rechazo sino también para generar un proceso de transformación que lleve a otro modelo societal y a otra vinculación con la política”.

       GDF: ¿Cómo entonces se relaciona lo vivido con la denominada tercera ola feminista en términos más específicos?

      MAG: Es posible que en el inicio del estallido el componente feminista no aparezca, digamos, tan directamente, porque aparecen las demandas que tienen que ver con el impacto en la vida cotidiana, fundamentalmente el tema del pasaje del metro y otras. Pero es difícil que se produjera una movilización tan masiva, tan diferenciada, tan radical respecto de las demandas y de las condiciones para terminar con las movilizaciones, para deponerlas, sin el 8 de Marzo de 2019, las movilizaciones de la conmemoración del día internacional de la mujer que fueron de las más grandes en todo el mundo según se ha dicho. Entonces, de alguna manera, y estas cosas no son fáciles de explicar o de mostrar, pero es claro que, en la decisión de lanzarse en movilizaciones radicales, que también van a abrir espacios a la violencia, está cierta seguridad de que van a ser apoyadas por otros movimientos y por otras demandas. Y la movilización feminista, a mi juicio, añade fundamentalmente la demanda de igualdad, la demanda del término de los abusos, y de dignidad. Estas aparecen como unas de las más fundamentales en la sociedad, de las más presentes por la realidad que viven en todos los campos de la vida social las mujeres, pero a su vez la demanda y el movimiento feminista le da al movimiento del estallido uno de sus componentes utópicos y transformadores principales.

      Y este es uno de los elementos claves de lo que hemos analizado del drama de los movimientos sociales: su dificultad de aceptar una instancia diferente a ellos mismos y a la realización por ellos mismos de las transformaciones y del cumplimiento de las demandas, y por lo tanto, la dificultad de aceptar la esfera que hemos señalado tiene una identidad propia que es la política; y eso hace que haya una permanente tensión con el mundo de la política y que en el caso del feminismo tiene una fundamentación muy clara que es precisamente que a lo largo de la historia de la humanidad y del país las demandas de las mujeres han sido de alguna manera invisibilizadas y el mundo de las instituciones, todas ellas, ha sido un mundo propio de la sociedad patriarcal. Entonces, el movimiento feminista tiene la particularidad que aporta uno de los elementos centrales, a mi juicio, de esta dimensión civilizatoria de superación ya no solo de la sociedad pospinochetista, sino superación de un orden civilizatorio que era la sociedad patriarcal y eso le da un componente utópico, un piso ético, a todos los movimientos sociales en los cuales participa el movimiento feminista, en este caso, esto que hemos llamado el estallido, que a mi juicio es más que un estallido porque es también un proyecto y un movimiento.

       DMP: Considerando que tras las movilizaciones del 2011 y 2012 nace un nuevo actor político, el Frente Amplio, cómo relaciona el estallido con la emergencia de nuevos actores políticos y el sistema político en general.

      MAG: El Frente Amplio es claramente una expresión política, un resultado político de las movilizaciones del 2011-2012 y que de alguna manera, independientemente de la retórica, deja el movimiento social y pasa a ocupar un campo importante en la esfera política con problemas que no vamos a analizar en este momento, pero cambia definitivamente el panorama del espectro político chileno donde el espacio de la izquierda deja de ser monopolizado básicamente por los Partidos Comunista, Socialista y algún otro que se considerara de izquierda, y en cambio ahora lo que tenemos es el surgimiento de una nueva izquierda. Si ese nuevo actor político representa o no los sectores movilizados en el 2011-2012 es claro que está en cuestión, no es seguro que sea un actor que represente; es un actor político importante, pero que es el representante político de esa dimensión del movimiento social del 2011-2012 no está aún definido. Y en ese sentido, es explicable que de las movilizaciones surgiera un actor político que expresara el descontento —en ese momento con la Concertación y después con la Nueva Mayoría— e intentara canalizar las demandas de un movimiento social que no habían sido satisfechas. Y entonces, eso es el Frente Amplio.

      Ahora estamos, yo creo, frente a una situación diversa. El estallido y el proceso de salida, por ejemplo, por la vía del proceso constituyente, van a significar a mi juicio una profunda recomposición del campo político. De hecho, ya están surgiendo una cantidad de movimientos políticos, de actores políticos, de partidos políticos para enfrentar el plebiscito de 2020 y eso va a continuar y se va a profundizar en el proceso constituyente mismo y a la salida de él no vamos a tener el mismo panorama político. La dictadura y la salida de la dictadura significaron un cambio en el espectro político con una relativa continuidad de los actores políticos, con renovación, pero básicamente con la conformación de dos sistemas: el sistema partidario de varios partidos y el sistema bipartidario creado por el clivaje autoritarismo-democracia. Este estallido, yo tengo la impresión, va a cambiar no solo el espectro político, sino que va a cambiar los actores y los partidos políticos mismos, no creo que pueda haber uno que dé cuenta, como el Frente Amplio intentó hacerlo con las movilizaciones del 2011-2012. No creo que vaya a haber un solo actor político que pueda ser el que lo represente, van a haber diversos actores políticos. Y la otra cosa que va a cambiar es, como decíamos, el panorama. Ya en la coyuntura crítica del plebiscito del 88 vimos lo que ocurrió, que aparecieron diecisiete partidos en la Concertación de Partidos, muchos de los cuales venían de escisiones de otros partidos (la particularidad del Frente Amplio en 2017 es que no surgió de escisiones). Aquí vamos a tener también muchas escisiones de los partidos existentes, creación de partidos nuevos, reacomodos y recomposiciones, a su vez con una nueva forma de relación con el mundo social. De hecho, el Frente Amplio, si bien puede tener elementos novedosos, no tiene una forma de relación tan diferente que la que tienen los otros partidos con las bases sociales. Mi impresión es que, del conjunto del proceso post estallido, no solo del constituyente sino de los procesos políticos y de los clivajes que se empiecen a abrir por las nuevas transformaciones que se vayan produciendo de tipo estructural, puede surgir un nuevo conjunto de actores y de partidos políticos y una nueva forma de relación en que la tradicional imbricación que ha existido entre movimientos sociales y partidos en Chile va a haber desaparecido y a mi juicio será superada.

       DMP: Por otro lado, cómo se vincula el estallido entonces con las movilizaciones territoriales del 2011 y 2012, y la demanda por cohesión territorial en Chile.

      MAG: Una de las particularidades de las movilizaciones del 2011-2012 fue la existencia, un poco antes de la movilización propiamente estudiantil y también después, de movilizaciones de territorios específicos que planteaban demandas propias, pero que apuntaban a problemas generales como, por ejemplo, el tema de la energía, el tema del medio ambiente, y otros. Yo diría que la particularidad de las movilizaciones territoriales del estallido son que han estado centradas en demandas generales de transformación de la sociedad a la cual hemos aludido, pero donde lo importante ha sido más que las demandas específicas de tal o cual territorio, aquellas más generales que tienen que ver con la búsqueda de una organización y administración territorial descentralizada, participativa, con énfasis en gobiernos locales y regionales con poder y autonomía, en condiciones de igualdad entre ellos. Y ellas se han expresado en formas de organización, de movilizaciones, cabildos, que han sido un rasgo fundamental de este estallido.

      Lo más importante hoy en las movilizaciones

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