Mentalidades matemáticas. Jo Boaler
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El trauma vinculado a las matemáticas no solo lo sufren personas que decidieron dedicarse al arte o labrarse un futuro en el ámbito del entretenimiento. El lanzamiento de mis libros me llevó a conocer a algunas personas increíbles; una de las más interesantes fue la doctora Vivienne Parry. Vivienne es una científica eminente de Inglaterra; recientemente recibió un OBE, el mayor honor concedido en esta nación, otorgado por la reina. Su lista de logros es larga: fue vicepresidenta del consejo del University College de Londres, fue miembro del Consejo de Investigación Médica británico y presentó programas de ciencia en la BBC Television. Tal vez sea sorprendente que, con la carrera científica que tiene a sus espaldas, Vivienne hable pública y abiertamente sobre el miedo paralizante que experimenta en relación con las matemáticas. De hecho, me contó que las teme tanto que no puede calcular los porcentajes cuando necesita rellenar los documentos fiscales. Meses antes de abandonar el Reino Unido y regresar a la Universidad Stanford, impartí una ponencia en la Royal Institution de Londres. Fue un gran honor poder hablar en una de las instituciones más antiguas y respetadas de Gran Bretaña, que tiene el noble objetivo de dar a conocer el trabajo científico a la gente. Todos los años, en ese país, las Conferencias de Navidad, fundadas por Michael Faraday en 1825, se emiten por televisión, pronunciadas por eminentes científicos, que comparten así su trabajo con el gran público. Le pedí a Vivienne que me presentara en la Royal Institution, y en esa presentación dijo que, cuando era niña, la profesora de matemáticas, la señora Glass, la obligó a permanecer de pie en un rincón por no saber recitar la tabla de multiplicar del siete. A continuación hizo reír al público al añadir que, cuando contó esta historia en la BBC, seis mujeres llamaron al teléfono que acogía las llamadas del público para preguntarle si se estaba refiriendo a la señora Glass de la escuela Hoxbury, a lo cual respondió afirmativamente.
Por fortuna, estas prácticas de enseñanza tan duras ya son casi inexistentes, y sigo inspirada por la dedicación y el compromiso de la mayoría de los profesores de matemáticas con los que trabajo. No obstante, sabemos que siguen dándose mensajes negativos y dañinos a los alumnos todos los días, sin la intención de perjudicarlos, pero que pueden hacer que, a partir de ese momento, desarrollen una mala relación con las matemáticas. Esta relación puede invertirse en cualquier momento y pasar a ser buena, pero esto no ocurre en muchos casos. Lamentablemente, cambiar los mensajes que reciben los estudiantes sobre las matemáticas no es tan simple como cambiar las palabras que usan los docentes y los padres, aunque las palabras son muy importantes. Los alumnos también reciben y absorben muchos mensajes indirectos sobre las matemáticas a través de muchos aspectos de la enseñanza de estas, como los ejercicios y los problemas con los que trabajan en clase, los comentarios que reciben, las formas en que se los pone a trabajar en grupo y otros aspectos de la enseñanza de las matemáticas que se abordan en este libro.
Vivienne está convencida de que tiene un problema cerebral llamado discalculia que le impide tener éxito con las matemáticas. Pero ahora sabemos que una experiencia o mensaje puede suponer un cambio radical para los estudiantes (Cohen y García, 2014), y parece muy probable que las experiencias negativas que tuvo con las matemáticas estén en la raíz de la ansiedad que siente actualmente en relación con ellas. Afortunadamente para los muchos que se han beneficiado de su trabajo, Vivienne pudo tener éxito a pesar de sus experiencias matemáticas, incluso en un campo cuantitativo, pero la mayoría de las personas no tienen tanta suerte, y sus primeras experiencias perjudiciales con las matemáticas les cierran las puertas para siempre.
Todos sabemos que los traumas relacionados con las matemáticas existen y lo que perjudican; se han dedicado numerosos libros al tema de la ansiedad matemática y las formas de ayudar a la gente a superarla (Tobias, 1978). En nuestro planeta hay innumerables individuos que se han visto perjudicados por la forma deficiente en que se les han enseñado las matemáticas, pero las ideas negativas que prevalecen sobre esta materia no provienen solo de las prácticas de enseñanza dañinas. Proceden de una idea que es muy fuerte, que impregna muchas sociedades y que está en la raíz del fracaso y el bajo rendimiento académico en el ámbito de las matemáticas: que solo algunas personas pueden dominarlas. La creencia de que las matemáticas están asociadas con un «don» que algunos han recibido y otros no es responsable de gran parte del fracaso que experimenta tanta gente con ellas en gran parte del mundo.
Hacer cursos de matemáticas es importante. Estudios de investigación han dejado claro que cuantos más cursos de matemáticas hagan los estudiantes, mayores serán sus ingresos diez años más tarde. Los cursos de matemáticas avanzadas están asociados a un salario un 19,5 % mayor diez años después de la educación secundaria (Rose y Betts, 2004). Las investigaciones también han revelado que los estudiantes que asisten a clases de matemáticas avanzadas aprenden unas formas de trabajar y pensar —aprenden, sobre todo, a razonar y aplicar la lógica— que hacen que sean más productivos en el trabajo. Quienes estudian matemáticas avanzadas aprenden cómo abordar situaciones matemáticas de cierto nivel, lo cual hace que, cuando consiguen un empleo, sean ascendidos a puestos más exigentes y mejor pagados, lo cual está fuera del alcance de quienes no estudiaron matemáticas de nivel avanzado (Rose y Betts, 2004). En el estudio que realicé con escuelas de Inglaterra, descubrí que los estudiantes pasaban a destacar en su puesto de trabajo, lo cual hacía que acabasen obteniendo un empleo mejor remunerado, porque en la enseñanza secundaria habían aprendido matemáticas a través de un enfoque basado en los proyectos, el cual analizaré en capítulos posteriores (Boaler, 2005).
Y ¿de dónde proviene esta idea dañina, que, cabe observar, está ausente en países como China y Japón, que encabezan el ranking mundial del éxito en matemáticas? Tengo la suerte de tener dos hijas que, en el momento de escribir estas líneas, están cursando tercero de primaria y sexto [que en Estados Unidos es el primer curso de la enseñanza denominada intermedia] en California. Esto significa que tengo el dudoso placer de echar ojeadas, regularmente, a los programas de televisión infantiles. Esto ha sido muy esclarecedor para mí, y también muy preocupante, ya que no hay un solo día en que las matemáticas no aparezcan, en uno de estos programas, bajo una luz negativa. El mensaje insistente es que las matemáticas son muy difíciles a la par que nada interesantes, inaccesibles y solo para frikis; no son para la gente divertida y atractiva… y no son para las niñas. ¡No es extraño que tantos niños desconecten de las matemáticas y crean que no se les pueden dar bien!
La idea de que solo algunas personas pueden manejarse bien con las matemáticas está profundamente arraigada en la psique estadounidense y británica, por lo menos. Esto las convierte en algo especial y hace que la gente tenga unas ideas sobre ellas que no tiene sobre ninguna otra materia. Muchos dirán que las matemáticas son diferentes porque todo en esta disciplina tiene que ver con las respuestas correctas frente a las incorrectas, pero esto no es así; precisamente, parte del cambio que necesitamos ver en el campo de las matemáticas es el reconocimiento de su naturaleza creativa e interpretativa. Las matemáticas son una materia muy amplia y multidimensional que requiere razonamiento, creatividad, establecer conexiones e interpretar métodos. Es un conjunto de ideas que ayuda a alumbrar el mundo, y está cambiando constantemente. Los problemas matemáticos deberían alentar y reconocer las distintas formas en que las personas ven esta disciplina y los diferentes caminos que toman para resolver los problemas. Cuando esto