Ideología y maldad. Antoni Talarn

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Ideología y maldad - Antoni Talarn

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y no le ha dado tiempo a amortiguar su poder destructor. Esto es lo que ha hecho descarrilar la agresión natural y la convierte en un problema. En pocos años el hombre ha fabricado armas muy mortíferas y ello ha roto el equilibrio natural, por así decirlo.

      Eibl-Eibesfeldt: Eso de que el humano no posee mecanismos inhibitorios de la agresión no lo tengo tan claro. Pero con el concepto de «agresión descarrilada» sí estoy de acuerdo. En ese salirse de la vía marcada biológicamente, la agresión humana se puede transformar en maldad.

      Lorenz: Gracias. Por eso hace falta lo que denomino «moral responsable». Es lo único que puede compensar, a duras penas, el desequilibrio que mencioné antes. Soy moderadamente optimista, la verdad, con respecto a lo que puede suceder en un futuro. Creo que se puede enseñar a la humanidad a controlar mejor todo esto.

      ↘ ¿Cómo?

      Lorenz: No quiero extenderme, pero con un mayor conocimiento de las raíces biológicas de la conducta, fomentando la amistad, la cooperación y la sublimación, con educación humanista y canalizando el entusiasmo de las masas, las cosas podrían cambiar algo.

      Fromm: Bueno. Con todo respeto, estas me parecen recetas un tanto manidas. Creo que hace usted extrapolaciones excesivas al aplicar sus conclusiones biológicas al ser humano. Ya se lo dijo su amigo Niko Tinbergen, etólogo y premio Nobel: «no se puede trazar una línea recta entre los peces, los gansos, los primates y el ser humano». Sostengo que el hombre es una anomalía del universo, porque trasciende las leyes de la naturaleza. La historia social y cultural del ser humano exige otras consideraciones, más allá de la biología evolutiva.

      Lorenz: Sí, ya sé que usted cuestiona seriamente mis propuestas. Pero se le escapa una cuestión muy importante al criticarme. La de que los animales también poseen rudimentos de moralidad. Déjeme explicarle que ya en 1902 un ruso llamado Piotr Kropotkin, un hombre de vida fascinante, escribió un libro sobre la ayuda mutua en el que señalaba que la cooperación entre seres vivos es un elemento fundamental para la supervivencia. Un elemento diferencial con las ideas de Darwin. Es decir, no solo de lucha se vive. Y, hoy en día sabemos, como le decía, que los animales presentan muchos aspectos morales. Esto podría, además de explicar el enlace naturaleza y cultura, apoyar mis propuestas sobre un fomento de la moralidad y el control de la agresión, puesto que se ha demostrado que la moralidad también posee unas bases evolutivas.

      ↘ ¿Nos puede ampliar esa idea, por favor?

      Lorenz: La investigación moderna confirma que los humanos no somos los únicos seres morales. No podemos entrar en detalles, pero les diré que los animales poseen una variedad de comportamientos morales. Algunos tienen que ver con la cooperación, otros con la empatía. Kropotkin tenía razón, la naturaleza no es solo algo rojo con dientes y garras, cómo decía Darwin. La cooperación es también una estrategia adaptativa que ha evolucionado en muchas sociedades animales, incluida la humana.

      Kant: Señor Lorenz, con todos mis respetos, déjeme decirle que me parece que no entiende bien lo que significa el término moral. Usted, con su anterior aportación, lo que hace es, en realidad, presuponer una determinada moralidad objetiva y entonces, al constatar esos mismos comportamientos en los animales, tildarlos de morales. Sin embargo, todo el sentido de la ética radica en la libertad, condición de la que los animales carecen, por lo que resulta inadecuado atribuirles una moralidad.

      ↘ Creo que muchos oyentes, como yo mismo, estarán esperando sus explicaciones.

      Lorenz: No son investigaciones mías sino de colegas en el ramo de la etología, pero, si me lo permiten, les puedo hacer una breve síntesis.

      ↘ No solo se lo permitimos, se lo rogamos. Pero me imagino que está usted hablando solo de los primates.

      Lorenz: Para hablar de conducta moral hace falta que el animal posea cierta complejidad en la estructura social, con normas de conducta bien establecidas, una cierta capacidad cerebral, con capacidades cognitivas avanzadas y flexibilidad conductual. Hay ejemplos de cooperación entre ratones, hienas, lobos, primates, y de empatía entre ballenas, ratones, monos y elefantes.

      ↘ ¿Nos podría poner un ejemplo?

      Lorenz: Un experimento, muy conocido, demostró que un mono Rhesus hambriento no tiraba de la cadena que le proporcionaba comida si esto implicaba que otro compañero suyo recibía una descarga eléctrica. De hecho, el mono hambriento estuvo a punto de morir de hambre por no causarle dolor al otro. Y, como es sabido, las neuronas espejo se encontraron en monos. Entre ballenas, orcas y delfines se han dado casos de grupos que no abandonan a un herido o moribundo. Los elefantes tratan, claramente, de ayudar a sus congéneres heridos y pueden alimentar a los más débiles.

      Fromm: Perdone, pero ¿no es hacer antropomorfismo decir que los animales pueden tener empatía?

      Lorenz: Las emociones de los mamíferos sociales son muy parecidas a las de los humanos y de algún modo hay que llamarlas. Si hay una continuidad evolutiva entre ellos y nosotros no veo el inconveniente. Si las observaciones animales están bien hechas y son válidas y fiables, no creo que sea anticientífico usar estos términos. Además las bases neurobiológicas de las emociones son las mismas. Por cierto, aprovecho para señalar que todas las pruebas científicas demuestran que la mayoría de animales son seres capaces de experimentar tanto el placer como el dolor, lo que nos lleva a cuestionarnos cómo los tratamos. La ganadería industrial y otras formas de explotación animal son una auténtica inmoralidad.

      ↘ Sin duda este último punto es de gran interés, pero no podemos abordarlo, por el momento.

      Freud: Como buen psicoanalista he estado escuchando durante un buen rato antes de decidirme a hablar. No quiero entrar en detalles muy técnicos, pero creo que en el ser humano hay dos pulsiones básicas: las sexuales y las de autoconservación. Las de autoconservación apuntan a la supervivencia del individuo y las sexuales a su placer.

      Llamada entrante: Buenos días, Schopenhauer al aparato.

      ↘ Buenos días Arthur. Me imagino que llama sobre todo al hilo de lo que acaba de decir el doctor Freud.

      Schopenhauer: En efecto. Me he tomado la libertad de intervenir después de sus palabras, porque creo que algo influí en su obra psicoanalítica.

      Freud: Desde luego, no cabe duda. Una influencia inmensa y en diversos puntos. Pero ¿qué nos dice sobre el mal usted, que es un especialista en este tema?

      Schopenhauer: Usted habla de las pulsiones de autoconservación y sexuales y yo opino que un móvil principal y básico en el hombre es el egoísmo, entendido como el impulso a la existencia y al bienestar. Muchas de sus acciones se originan en este núcleo. El egoísmo es ilimitado, el hombre ansía, por encima de todo, su existencia libre de dolor y de privación. Todo lo que se oponga a este egoísmo excita su ira y odio; por eso se intenta aniquilar al enemigo. La malevolencia surge de las colisiones inevitables que sufre el egoísmo. Aunque también de la envidia por la felicidad de los otros y de las imperfecciones de todo tipo que se dan en nuestro entorno. Por tanto, ningún hombre está libre de malevolencia. «Todo para mí y nada para los demás» es su consigna.

      ↘ No me extraña que dijeran de usted que era un filósofo del pesimismo.

      Schopenhauer: Bueno, ya sabe usted que los legos utilizan muchos estereotipos.

      Freud:

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