Biodiversidad y propiedad intelectual en disputa. Santiago Roca

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Biodiversidad y propiedad intelectual en disputa - Santiago Roca

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sobre las maneras13 en que opera la hegemonía y del cambio en sus protagonistas en el último siglo, lo cierto es que Estados Unidos se ha consolidado como líder mundial en todos los campos importantes, pero en un escenario en el que proliferan relaciones interestatales, interempresariales e interclases profundamente transformadas (Ornelas Bernal, 2001; Ceceña, 1995).

      Este poder, que se reinventa en la afirmación de la sociedad de mercado, se consolida con la privación y el acaparamiento. Se trata de la apropiación privada con tendencia monopólica y el desconocimiento de derechos, en tanto no sean los patrimoniales, para lo cual aquel núcleo de poder concentrado despliega mecanismos que responden a una estrategia global, sustentada en los siguientes principios:

      a) Principio de invulnerabilidad. Construcción de una situación de invulnerabilidad y autosuficiencia —siempre relativas—, que posibilite las condiciones para enfrentar la competencia desde el privilegio y la supremacía (Ceceña & Porras, 1995). Este principio general es acompañado por su opuesto, es decir, la inducción de una situación relativa de vulnerabilidad en determinadas regiones del planeta. Se pueden observar, por ejemplo, las distintas maniobras realizadas para asegurar la autosuficiencia alimentaria de Estados Unidos, frente a la insuficiencia provocada en zonas o países anteriormente autosuficientes.

      b) Principio de monopolización. Considerando el principio de invulnerabilidad y la concepción del mundo como escenario de conflictos, la hegemonía tiene como soporte una estrategia de monopolización o control de todo aquello que se considera esencial para la reproducción social y la reproducción del sistema de poder. Así, lo que se pretende no es disponer solo de lo que es necesario, sino, esencialmente, acaparar lo que es necesario para el contrario. En esta perspectiva, pueden entenderse mejor los conflictos para controlar las regiones petroleras del planeta y las maniobras militares de Estados Unidos para posicionar sus bases de acuerdo con una estructura de control territorial que le da acceso inmediato a los recursos básicos o, por lo menos, le permite restringir el acceso de los competidores (o potenciales hegemones alternativos).

      c) Principio de liderazgo. Proponer las reglas del juego otorga una ventaja inicial, por lo que resulta fundamental construir una normativa que, respaldada por la fuerza y la persuasión, establezca los parámetros de los procesos sociales más importantes. Así, la creación de las condiciones para liderar una situación general en el área tecnológica genera, a su vez, los equivalentes o referentes generales básicos en este campo (tendencias), con lo que se logra controlar la articulación del proceso en su conjunto. En este aspecto, la cuestionada supremacía de las empresas transnacionales de origen estadounidense —fuertemente ligadas a las políticas, contratos y campañas de expansión y control territorial de Estados Unidos— sale airosa en todos los sectores de alta tecnología que, en conjunto, imponen el paradigma general vigente (Ceceña, 1998; Ornelas Bernal, 2001). Lo mismo ocurre con otras normativas o equivalencias generales en campos como la economía, o el establecimiento de de los márgenes y límites en que se configuran la democracia y la justicia.

      Sobre la base de estos tres principios, el núcleo de poder de Estados Unidos ha mantenido, disputado y reconstruido su hegemonía en las últimas tres décadas, caracterizadas por múltiples guerras comerciales, económicas, diplomáticas, ideológicas y —siempre que se requiera, militares— teniendo como eje el desarrollo científico, la absorción y sistematización de conocimientos generados en todo el mundo, así como la invención de una tecnología de doble uso para asegurar un lugar de vanguardia tanto en la industria civil como en la militar. Muestra de ello es la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (Darpa, por sus siglas en inglés)14.

       Los recursos biogenéticos como nuevo paradigma de la tecnociencia

      Durante este periodo de búsquedas y grandes descubrimientos científico-tecnológicos se ha ido construyendo un nuevo paradigma productivo que, al vincular la microelectrónica con la codificación-digitalización, ha dado paso al conocimiento y uso industrial de las estructuras internas de los seres vivos, dirigiendo la investigación, centralmente, hacia los campos de la ingeniería genética y todas las ciencias relacionadas con el origen de la vida, los límites de sus posibilidades y sus variantes.

      La carrera científica por alcanzar nuevos conocimientos y materiales de trabajo en estas áreas va acompañada de la experimentación tecnológica, que se orienta rápidamente hacia su aprovechamiento rentable o productivo. La naturaleza se convierte en biodiversidad (Escobar, 1997, noviembre), y las regiones del planeta propicias para la creación de la vida, y con alta densidad de endemismos, adquieren una importancia solo similar a los territorios que albergan los mayores yacimientos hidrocarburíferos. La investigación biogenética y sus ventajas tecnológicas están indisolublemente ligadas al territorio y, por ello, trascienden, en gran medida, las posibilidades de las empresas, por lo que estas, muchas veces, apelan a una intervención del Estado para no perder su posición de vanguardia, pero también para ampliarla.

      La competencia por trascender las fronteras del conocimiento de la vida involucra tanto las actividades de investigación como el acceso directo a los territorios donde se encuentran los recursos biogenéticos, de la mano con los saberes desarrollados milenariamente por poblaciones indígenas y locales, pues los territorios ricos en biodiversidad lo son, en gran medida, debido a que no son zonas desocupadas (Porto Gonçalves, 2001a).

      El conocimiento de la naturaleza (y sus usos diversos) constituye la materia prima de industrias como la farmacéutica, una de las más promisorias, contexto en el cual adquieren relevancia los saberes tradicionales de los pueblos indígenas que habitan las regiones biodiversas del planeta, quienes han acumulado conocimientos sobre las propiedades o principios activos de las plantas; pero también es la fuente primordial de la ingeniería genética, que requiere de amplios acervos de variedades de plantas o animales para la investigación en sus laboratorios. Así, los sistemas de conocimiento ancestral indígena representan una posibilidad de abreviar el tiempo necesario para la búsqueda y experimentación, y el canal más expedito para conformar bancos genéticos15.

      Se calcula, por ejemplo, que en los procesos de investigación y desarrollo de nuevos fármacos puede ahorrarse hasta el 25% de los costos de producción (entre 300 y 500 millones de dólares) mediante la aplicación de conocimientos etnobotánicos o saberes indígenas asociados a los usos y aplicaciones de plantas medicinales.

      ¿Cómo ingresar a estos territorios?, ¿cómo extraer los recursos, las semillas, las muestras?, ¿cómo persuadir a las poblaciones locales para cooperar con estos proyectos?, ¿cómo impedir que otros competidores obtengan la misma información? Las respuestas son diversas y dependen de las estrategias que implementan los operadores de los proyectos de bioprospección, de su capacidad de ejercer coerción, de sus posibilidades de establecer alianzas estratégicas o de la legitimación de algunas de sus actividades. La creación de las condiciones de acceso está vinculada, también, a la capacidad de quienes impulsan las investigaciones para imponer un marco normativo adecuado que facilite el establecimiento de políticas sectoriales (agrícola, transgénicos, forestales u otras) o políticas generales como las de propiedad intelectual, que pueden incluir cuestiones relativas a patentes sobre formas de vida.

       2.2. Bioprospección y geopolítica del conocimiento: International Cooperative Biodiversity Groups (ICBG)

      El reto de abrir un campo nuevo de investigación tecnológica implica una profunda transformación en la geografía del poder sobre los territorios mundiales, lo que obliga al Estado —en tanto personificación del núcleo hegemónico— a asumir esta tarea dentro del marco de la seguridad nacional y a emprender acciones encaminadas a construir esa hegemonía a través de un andamiaje que acelere la apropiación y el establecimiento de nuevas normas.

      La división de funciones entre las instituciones del Estado y las empresas multinacionales (EMN) permite poner en práctica tanto mecanismos de presión económica como

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