Educación, arte y cultura. Juan Sebastián Ariza Martínez

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Educación, arte y cultura - Juan Sebastián Ariza Martínez Ciencias Humanas

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del Rosario (en adelante, AHUR). Caja 10. “Expediente de reclamo de Juan Fernández de Sotomayor y Picón por deuda de mil pesos al Colegio Mayor del Rosario”, 1831. ff. 131 r.-142 r.

      15 AHUR. Caja 91. “Escritura de arrendamiento de la hacienda ‘El Colegio’”. ff. 674 r. -687 v.

      16 AHUR. Caja 91. “Expediente sobre venta de una casa en el barrio la Catedral de Bogotá”, ff. 413 r. - 419 r.

      17 AHUR. Vol. 23. “Carta donde Jorge Vargas informa al rector Juan Fernández de Sotomayor, sobre la apertura de la clase de medicina”, 1831. f. 186 r.

      18 Cardona Zuluaga, “Creer en la independencia…”, 404.; Javier Ocampo López, El cura Juan Fernández de Sotomayor y Picón y los catecismos de la Independencia (Bogotá: Universidad del Rosario, 2010).

      19 Juan Fernández de Sotomayor, “Nos el D. Juan Fernandez de Sotomayor, provisor i vicario jeneral i gobernador del arzobispado por el ilustrisimo Sor. D. Fernando Caicedo dignisimo arzobispo en su santa pastoral visita” (Bogotá: s. e., 1830).

      20 Ocampo López, “El cura…”.

       una aproximación a la vida de José Joaquín Ortiz Rojas (1814-1892)

      El siglo XIX supuso para la América Hispana un periodo de profundos cuestionamientos en torno a la identidad americana. Guerras civiles, debates sobre la mejor forma de gobernanza para las nacientes repúblicas y la pregunta por la educación adecuada para los nuevos ciudadanos, entre otros, constituían el variopinto temario de la realidad de entonces. Además, fue un periodo fértil para la prensa, aliada estratégica durante los procesos independentistas, y que se representaba ahora como la herramienta por antonomasia para el progreso y la obtención de las luces de la razón. Este espíritu decimonónico fue el que invadió la vida del poeta, político y maestro tunjano José Joaquín Ortiz Rojas. Hijo del bugueño y entonces abogado de la Real Audiencia José Joaquín Ortiz Nagle y de doña Isabel Rojas Medina, Ortiz nació en Tunja el 10 de julio de 1814.1 En ese entonces, la Nueva Granada vivía un periodo crítico de su historia política. Tras la expulsión de buena parte de las autoridades españolas en 1810, se dio paso a la lucha entre centralistas y federalistas por la instauración de un modelo político para regir a la naciente república. Esas guerras intestinas precipitaron a la Primera República al fracaso y facilitaron la restauración del dominio peninsular en el territorio, a cargo de Pablo Morillo, en 1815.2

      Cuando el general español llegó a Santafé en 1816, se inició una persecución contra todo colaborador que hubiese participado en los acontecimientos de 1810. La familia Ortiz, que se había trasladado a la capital, no quedó exenta de la represión. En una noche de mayo de 1816, un oficial español irrumpió en la casa de los Ortiz y se llevó al padre para encarcelarlo. Ortiz Nagle había participado en las juntas revolucionarias y asistía en ese entonces a las reuniones propiciadas por el canónigo Andrés Rosillo Meruelo,3 donde se consentía la idea de impulsar los procesos independentistas. Lo particular de la situación es que sería el Colegio Mayor, futura alma máter de José Joaquín, el espacio convertido en prisión. “Después de haber pasado mi padre un mes en la cárcel, supimos una mañana que habían trasladado muchos presos al Colegio del Rosario, y que uno de ellos era el Dr. Ortiz. Tan llena de patriotas estaba la cárcel que se hizo necesario adoptar aquella providencia, sin que por eso tardara mucho en llenarse de presos el edificio del Colegio”.4

      Ante la ausencia de Ortiz Nagle, fue doña Isabel Rojas quien asumió las cargas del hogar. Con siete hijos, doña Isabel tuvo que partir a Paipa para sobrellevar la situación con la ayuda de un negro libre proveniente de Venezuela, llamado Benedicto Nieves, y quien había servido a José Joaquín padre. Nieves facilitó a los hermanos varones sus primeros estudios al ponerlos en la escuela del maestro Antonio Garrido, en 1818.5 “Dedicado á su trabajo y á sus cortas agencias, [Benedicto] llevaba á mi madre cuanto ganaba, lo que nos servía para tomar una pobre sopa, y para cubrirnos con unos más pobres vestidos”.6 Además de convertirse en salvaguardia de la familia, Benedicto Nieves permite entrever la capacidad de agencia que los negros poseían para entonces en el territorio neogranadino. La abolición de la esclavitud se posicionaba como otra de las promesas que traería consigo la libertad y le permitía a la gente negra adquirir una mayor autonomía en el manejo de sus vidas.7 Nieves abrió una panadería para generar ingresos a la familia y tuvo capacidad de decisión sobre la vida de los hermanos Ortiz, hecho que puede representar un guiño a la movilidad social de la población negra durante los procesos independentistas. Su deceso, a finales de 1818, supuso una gran pena para la familia: “LIorámos mucho su pérdida, y la lloramos muy de veras, y no hay día de esta vida en que no bendigamos su memoria”.8

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      “A un joven poeta”, poema de José Joaquín Ortiz, manuscrito por Rafael Pombo en uno de sus cuadernos personales, 26 de marzo de 1855. Manuscrito inédito: Rafael Pombo. Tinta sobre papel. Biblioteca Nacional de Colombia. Bibliotecas de autor. Fondo Rafael Pombo 17-18, p. 267.

      El escenario cambió con el triunfo de las tropas patriotas en 1819. Con la instauración del sistema republicano y la expulsión de las autoridades españolas del territorio, se abría paso a una nueva cultura política liderada por las élites criollas. La naciente república hizo necesario repensar un sistema educativo que fortaleciera la alfabetización y agrandara el electorado para afianzar los proyectos republicanos.9 Este espíritu de renovación favoreció a los hijos de varios próceres de la independencia al facilitarles el acceso a la educación; no obstante, el acceso a instituciones educativas de calidad, como el Colegio del Rosario o la Javeriana, era exclusivo para hombres pertenecientes a familias pudientes.10 Así, José Joaquín, además de haber estudiado humanidades en el Colegio Mayor del Rosario, logró estudiar jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé. Unas memorias de Rafael María Carrasquilla, futuro rector del claustro rosarista, sostuvieron:

      Sea este el lugar de advertir, que acaeció al señor Ortiz lo que […] les ha acontecido á muchos compatriotas distinguidos: hacen estudios de jurisprudencia ó medicina, y luégo dejan aquellas profesiones á que no tienen afición, y se consagran á tareas de diverso género. Las Musas, y no Temis, atraían con irresistible fuerza al flamante abogado, y, apenas salido del colegio, principió á cultivar la poesía, que tan alto puesto le ha dado entre los hombres de nuestra Patria colombiana.11

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      Firma de José Joaquín Ortiz. Papel Periódico Ilustrado. Publicación impresa. N.° 6, año 1, p. 93. 1 de diciembre de 1881.

      La intervención de Carrasquilla invita a reflexionar sobre la “distinción” que ciertas carreras otorgaban, a pesar de la carencia de vocación que el estudiante pudiese tener frente a ellas. De la misma forma, es sugerente enmarcar el estudio de la jurisprudencia dentro de un periodo en el cual se estaba reacomodando la burocracia ante el nuevo escenario político y la consolidación de un Estado soberano heredado de la ruptura con España.12 Para el caso de Ortiz, si bien obtuvo su título como abogado, decidió articular su profesión junto a su habilidad con la pluma. Las letras se convirtieron en una de sus ocupaciones principales, al punto de ser uno de los fundadores, en 1836, del periódico literario La Estrella Nacional. Dicho impreso se publicó en alianza con Francisco Javier Caro y tuvo por objetivo convertirse en el primer periódico consagrado

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