Álvaro d'Ors. Gabriel Pérez Gómez

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Álvaro d'Ors - Gabriel Pérez Gómez

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meses después pudieron mudarse a otro lugar del mismo barrio, en la calle Jorge Juan 37, al tercer piso del edificio en el que también vivían los Garrigues y Díaz Cañabate.

      Con su instalación en Madrid, el género periodístico inventado por Xènius, el Glosari que prácticamente a diario había venido publicando en catalán, pasará a convertirse en el Glosario, en castellano, y La veu de Catalunya será sustituida por el ABC. No obstante, seguirá colaborando en Las Noticias y El Día Gráfico de Barcelona hasta 1926. A partir de este momento se hace patente la ruptura de Eugenio d’Ors con el mundo político y cultural de Cataluña, del que él había sido parte tan activa. Mientras vivió en Barcelona se le podía permitir ser crítico con las ideas nacionalistas de los suyos, defendiendo sus tesis imperialistas, pero una vez instalado en Madrid, las mismas opiniones ya se entendieron con otros ojos, como si fueran un ataque a Cataluña. A pesar de esta experiencia negativa, Xènius haría gala hasta su muerte del gran amor que sentía por su tierra natal.

      Como es de suponer, los d’Ors Pérez-Peix también vivieron intensamente estos acontecimientos: para el joven Álvaro, la salida de Cataluña supuso el darse cuenta —quizá por primera vez en su vida— de que existía algo llamado política. Pero el cambio de domicilio no tuvo especiales complicaciones para él: el agua de Madrid se podía beber directamente del grifo y su acento catalán se fue perdiendo con la misma rapidez con que aprendía que a las panaderías se les llamaba tahonas, que las tiendas de ultramarinos aquí eran coloniales y que el pesebre navideño, en la capital se convertía en belén.

      Un niño observador como era Álvaro solía estar atento a las personas con las que se encontraba en sus viajes, de manera que desarrolló la habilidad de detectar con qué tipo de gente se topaba. De esta destreza haría uso a lo largo de su vida, para percibir su adecuación al ambiente en el que se encontraba. Según comentaría alguna vez, estos juicios podían ser temerarios o producto de una valoración excesiva de cualquier detalle pequeño; pero, al mismo tiempo, le desarrollaban una imaginación viva, que después sería muy apta para la conjetura científica:

      En 1923, el primer verano madrileño de los d’Ors, la familia había decidido ir a pasar una temporada en los Alpes. Era algo especialmente apetecido por todos ellos, ya que necesitaban tener unos días de descanso, fuera de las tensiones acumuladas con su avecinamiento progresivo en Madrid. María Pérez tomó algunas fotografías de estas vacaciones —varias de las cuales se conservan—, en donde puede verse a don Eugenio con sus hijos en la ladera de Schafberg-Alp o paseando por un sendero. En estas circunstancias, cómodamente instalados en un albergue alpino, les sorprendió la noticia del golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera.

      A Álvaro d’Ors se le quedó grabada otra escena de estas vacaciones: su padre estuvo jugando con él, colocándole una manzana sobre la cabeza, como había hecho Guillermo Tell con su hijo, aunque aquí no hubiera ni ballesta ni flechas. Muchos años más tarde, nuestro protagonista recordaría aquel que posiblemente fuera el último viaje familiar, asociado a un método educativo que solía utilizar don Eugenio:

      El pequeño Álvaro dejará constancia de algunos de estos viajes en unos «cuadernos de verano» en los que anota los lugares que visita y algunas circunstancias particulares de algo que hace, lee o que le llama la atención. Se conservan tres de estas libretas, correspondientes a los años 1928, 1929 y 1932. El desarrollo de los viajes sigue un esquema muy parecido en las tres ocasiones: la familia pasa una primera parte del verano entre Barcelona y Argentona y después hace un viaje largo hasta una ciudad que sirve de base para desplazarse a otros lugares. Por ejemplo, en el verano de 1928 se trasladaron hasta Berna. Desde allí viajaron a Gurnigel, Lucerna, Zúrich, Constanza, Koblenza, Basilea, Ginebra… Al año siguiente, desde Heidelberg van a Frankfurt, Weimar, Leipzig, Viena y Praga. En 1932, la «base de operaciones» fue Brusino Arsizio, con idas a Lugano, Zúrich y Ginebra.

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