Álvaro d'Ors. Gabriel Pérez Gómez

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Álvaro d'Ors - Gabriel Pérez Gómez

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llamaba popularmente “patinar en la nieve”. Posiblemente aprendido con sus padres en los Alpes, lo practicaría después con sus hermanos y con otros amigos en Navacerrada. Álvaro recordaba cómo hubo un día en el que nadie más que su grupo había acudido a tomar el tren para la sierra, por lo que los responsables del ferrocarril habían decidido suspender el viaje. En esas circunstancias intervino su hermano Víctor que, con vehemencia y poder de persuasión, consiguió que funcionara el convoy hasta la estación de esquí, basándose en el cartel anunciador que indicaba el calendario y horario de los viajes durante la temporada.

      Nos referimos a unos momentos en los que para hacer este deporte apenas si existían instalaciones: no tenían pistas construidas ni máquinas pisa-nieves ni tampoco medios mecánicos para subir, ya que no llegarían a España, y de manera muy rudimentaria, hasta después de la Guerra Civil. Tan solo había nieve, la senda que, con suerte, ya pisaron otros y un albergue donde reponerse del esfuerzo de subir y bajar una y otra vez. Y todo ello se hacía portando un pesado equipo, compuesto por unas tablas de madera maciza que se ataban a las botas con unas peligrosas ligaduras de cuero, que eran las causantes de muchísimas fracturas de tobillos. Los guantes de esquiar que utilizaba Álvaro eran unas pesadas manoplas, que todavía sobrevivieron hasta sus primeros años de casado, junto a un gorro usado para la misma actividad. El resto de la indumentaria era la normal de la época para ir por la calle: pantalones y chaqueta (incluso corbata en ocasiones) y un grueso jersey de lana por debajo.

      El resumen que el propio Álvaro hacía de este aspecto de su vida lo solía referir a sus nulas ganas de competir:

      Y entre el estudio y el deporte, practicaba también otra afición que cultivaría el resto de su vida: la participación en tertulias de todo tipo.

      VERANO DE 1931. DESCUBRIENDO LOS CLÁSICOS

      Su horario en la capital inglesa lo recoge en una carta que envía a su madre, aunque se dirige también a sus hermanos:

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