Hablando claro. Antoni Beltrán

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Hablando claro - Antoni Beltrán страница 13

Автор:
Серия:
Издательство:
Hablando claro - Antoni Beltrán

Скачать книгу

afirmación no hubiera perjudicado en nada la curación del enfermo. Solo con el fin de salvaguardar la verdad de una medicina que, continuamente, debería estar en entredicho. Esa sería la máxima de esta importante aportación humana, mantenerla seguidamente dentro de un análisis de aprobación, esperando que una novedad venga a sustituir a otra. Para abundar más en esta afirmación, se me ocurre añadir esta frase: «Eppur si mouve», que supuestamente pronunció Galileo Galilei, después de abjurar de la «visión heliocéntrica del mundo», ante el «Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición».

      Por si alguien pensara qué motivos tengo para haberme acogido a dicha frase, la respuesta no puede ser más evidente. En mi criterio, basado en conversaciones que he mantenido con algunos médicos, estos, como ya he comentado, me han manifestado sus dudas, si para la curación del enfermo es suficiente la administración de fármacos o, por el contrario, deberían intervenir también otros mecanismos.

      Mecanismos que, por lo general, son precarios en los hospitales y en la asistencia clínica. Puede parecer correcto aceptarlos cuando se plantean en petit comité, pero en el instante de usarlos, la cosa es muy distinta. Puesto que allí, con más facilidad de la que sería deseable, es habitual que se escuchen palabras o comportamientos poco adecuados. Componentes que se podrán resumir dentro de la lectura de este capítulo. Ahora bien, honestamente, debo de reconocer que lo que planteo en él solo es un esbozo, ya que la profundidad del asunto se merece un desarrollo mucho más exhaustivo, y esto es lo que propongo dentro del ensayo. El hecho de conseguirlo es el desafío que me he impuesto.

      Después de esta reflexión, creo preciso hacer hincapié en por qué insistimos en creer que enfermamos. Ahora que parecen superadas aquellas épocas, donde todo tenía que ver con supersticiones, brujerías, hechizos y cosas parecidas, ¿cierto? Sin embargo, por las investigaciones que he hecho al respecto, tengo que indicar que no del todo. Debido a que es esa búsqueda de la seguridad lo que provoca en ciertas circunstancias que el celo de la medicina se extralimite, haciendo eso que se ha venido a llamar «sobrediagnósticos», siempre, supuestamente, de buena fe. Si bien, no podemos sustraernos a la voracidad de ciertos «laboratorios farmacéuticos». Y que el ejercicio de la «clínica privada» lo consideren también un negocio que, como tal, debe ser lucrativo.

      A todo esto, le ayuda el sentimiento de culpa que padecemos, por el gran temor a enfermar. Pero, independientemente, hay otro factor que puede influir en las tribulaciones de la persona: «el propio médico». No se puede negar «que el profesional, como tal, es una entidad patológica en sí mismo». Y este, más a menudo de lo que se suele pensar, «teme quedar atrapado por la propia dolencia que está observando en el enfermo, mediante lo que se podría considerar un efecto de transferencia». Precisamente, es ahí donde entra en juego su propio modelo mental. Quien, además de intentar entender qué le ocurre al organismo del doliente, no le será suficiente, a riesgo de no llegar a comprender su propio «estado psíquico». Es en esos momentos donde, sin saberlo, juegan un papel fundamental la influencia de los campos mórficos.

      Sospecho que esta afirmación podrá sorprender a más de un profesional de la salud. Pero, si se reflexiona, igual que el clínico puede sufrir sus miedos interiores, también y en la misma medida, los padece la persona que está visitando. Aunque, en según qué circunstancias, con el agravante que quien está intentándolo curar puede ser el causante involuntario de la situación que está padeciendo el enfermo. Esta cuestión se evidencia notablemente por la gran cantidad de profesionales «que padecen adicciones».

      Adicciones que, oficialmente, se justifican en gran medida al estrés que supone visitar en un tiempo, que resulta insuficiente, y a la responsabilidad de acertar en los diagnósticos. Pero, según las encuestas, la cosa se agrava aún más, trasluciéndose en la cantidad de suicidios que superan en más del doble a la población en general. Cuestiones que no acostumbran a ser aireadas. Los motivos son dos, el gran corporativismo, pero también hay otro y es el miedo de los órganos superiores a que se conozca por la colectividad.

      Todo lo explicado en estos últimos párrafos, de una manera un tanto abstracta, es lo que se podría definir: «como el origen del mal». «Cuando la enfermedad se manifiesta dentro de los conflictos biológicos, los cuales son consecuencia de la propia dolencia». Si bien, también cabría aceptar cualquier irregularidad en el funcionamiento de algún órgano.

      Lo manifestado choca frontalmente con la medicina mecanicista que se practica en la actualidad. Herencia de los modos de «sanaciones ancestrales» de Occidente. Hasta ahora, se ha creído y se cree que todo el organismo funciona igual que si fuera un artilugio. Lo que quiere decir que, una vez se hayan comprendido todos los funcionamientos, se habrá aprendido a curarlo todo. Y eso es lo que garantiza una cierta capacidad de pronóstico en la evolución de la enfermedad. Consecuentemente, y, por lo tanto, es posible que se puedan llegar a revertir las enfermedades. Por este motivo, es un hecho generalizado que el médico solo atienda «al órgano dañado» y, en consecuencia, se desentienda del resto, ignorando que forma parte de un todo global, creando con ello una distorsión que difícilmente podrá encontrar una sanación prolongada en el tiempo y de un modo definitivo.

      Mientras cualquier otro proceso que pudiera entenderse como aleatorio, y por ello reversible, será considerado como ilusorio. Aun así, hoy, poco a poco, se ha ido reconociendo que hay factores desconocidos e inexplicables que aparecen como una solución determinada. Esto no quiere decir que siempre se manifiesten de forma concreta, debido a que, por los motivos antes indicados, las propias defensas del organismo pueden provocar la compensación de este. No obstante, donde realmente la cuestión se hace más evidente, es cuando se reconoce una cierta compaginación «con el mensaje que haya podido recibir el cerebro». Ahora bien, desafortunadamente, se desconoce cómo se ha realizado.

      Todo ello pone circunstancialmente en entredicho el ejercicio de la medicina. En contra de lo que se supone: «no es una ciencia, sino un producto cultural, que se nutre de la ciencia». Esa es en mi opinión, la fragilidad que padece la medicina que se autodenomina científica. Por contra, las corrientes holísticas —se considera el algo como un todo— se niegan a aceptar que la naturaleza de la vida se pueda explicar de un modo tan simplista. Y, como resultado, lo que proponen son «modelos sistémicos». Prueba de todo lo relatado es el conocimiento de la física cuántica, que ha puesto en duda la vigencia de las leyes fundamentales hasta ahora vigentes.

      Desde la ilustración, ha persistido la idea de que lo científico solo puede ser aquello que se llega a «demostrar reiteradamente». Pero ¿de verdad esta descripción se cumple siempre? Es evidente que no es así. Es más, el simple hecho que se pueda crear alguna incertidumbre al respecto hace que se ponga en duda esta afirmación. Lo que provoca que se activen todos los resortes y el planteamiento pueda ser acusado de «seudociencia».

      Palabra muy utilizada últimamente por aquellos que se creen «los guardianes de la verdad científica». Utilización que, desde mi punto de vista —lego en medicina— me parece una verdadera barbaridad. Pues a poco que se haga un pequeño repaso de los errores cometidos, a lo largo de todos los tiempos por la medicina, se habrá de reconocer que han sido sonados y cuantiosos. Pese a esta larga colección de experiencias negativas, voy a abstenerme de detallarlas, ya que, para este estudio, considero que no aporta. Aun con todo, se me ocurre una pregunta al respecto: «¿de qué bola mágica es la

Скачать книгу