Autorretrato de un idioma. Группа авторов

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de Castilla y Fernando de Aragón necesitaba establecerse de forma definitiva y alcanzar una aceptación general interna mediante prácticas discursivas, con lo que la exaltación de la lengua castellana llevaba consigo la exaltación correspondiente de la monarquía de los Reyes Católicos, quienes fueron muy conscientes de la importancia de la propaganda discursiva para representar y legitimar su poder. El enaltecimiento de las figuras de los monarcas explica una de las razones con las que Nebrija justifica la redacción de la gramática del castellano: inmortalizar las hazañas de estos monarcas. Sin una lengua uniforme y descrita mediante reglas «en vano vuestros cronistas & estoriadores escriben & encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros loables hechos», ya que la lengua castellana «a recibido en pocos siglos muchas mudanças; por que si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años, hallaremos tanta diferencia & diversidad cuanta puede ser maior entre dos lenguas». Por lo tanto, la gramática sirve para exaltar lo que Nebrija llama «nación», un término que hace referencia a la centralización y legitimización del poder monárquico de los Reyes Católicos en sus dominios peninsulares. La lengua castellana jugará un papel importantísimo en este sentido. Sin embargo, cuando el autor andaluz afirma que «mi pensamiento & gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación», también se preocupa por la imagen que esta «nación» proyecta en el ámbito internacional y cómo es descrita en el exterior. Propone entonces no dejar que los extranjeros escriban la historia de esta nación o monarquía y, en ese sentido, los miembros de esta unidad política deben escribirla ellos mismos empezando con la lengua propia. No obstante, la imagen exterior de la monarquía de Isabel y Fernando se podía defender mediante el uso de la lengua internacional: el latín, con lo cual podemos observar una posible contradicción, aunque aparente, ya que el principal objetivo es asegurar la aceptación interna del poder monárquico, del imperio como gobierno interior, y, en ese sentido, el uso del castellano como una lengua que es compañera del imperio tendría como primer objetivo apoyar el poder de la monarquía, que es la base de la nación. Esta aceptación naturalizada de la construcción de esta nación se reforzaría mediante obras también escritas en latín. Podemos ver cómo el poder monárquico estaría apoyado tanto por el castellano como por el latín como prueba el hecho de que Isabel y Fernando acogieron a cronistas italianos para que narraran sus hazañas en latín. La reputación internacional complementaba y necesitaba una aceptación interna que la lengua castellana debía proporcionar como buena compañera del imperio.

      Pero al tratar de justificar la redacción de esta obra, Nebrija repite el argumento del obispo de Ávila:

      después que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos bárbaros & naciones de peregrinas lenguas, & con el vencimiento aquéllos ternían necesidad de recebir las leies quel vencedor pone al vencido, & con ellas nuestra lengua, entonces, por esta mi Arte, podrían venir en el conocimiento della, como agora nos otros deprendemos el arte de la gramática latina para deprender el latín.

      Este fragmento constituye una invitación a reevaluar el concepto de la lengua como compañera del imperio, ya que la aceptación del poder de la monarquía en territorio peninsular no parecía tan diferente a la expansión a otros territorios más allá de la península ibérica. En los dos casos se produce, en teoría, una imposición de la lengua castellana. Nebrija habla de «vizcaínos, navarros, franceses, italianos, & todos los otros que tienen algún trato & conversación en España». Observamos cómo el concepto de España se asocia a una uniformidad lingüística y aparece después de hacer referencia a «naciones de peregrinas lenguas» que los monarcas puede que dominen en el futuro. En este caso se produce un ocultamiento muy claro, ya que, por ejemplo, la lengua catalana fue la lengua administrativa del principado de Cataluña, el reino de Valencia y las Islas Baleares hasta principios del siglo XVIII. Nebrija deja a un lado el multilingüismo de la monarquía de los Reyes Católicos y coloca a la lengua castellana como la representante de una España uniforme. En realidad, el uso de la palabra «España» como unidad monolingüe de cara al exterior constituía la naturalización de la tesis neogótica, cuyo origen se remonta al siglo XIII y que experimentó un reforzamiento en la segunda mitad del siglo xv. La tesis neogótica colocaba al reino de Castilla como el heredero legítimo de la supuesta unidad política y lingüística de la península ibérica conseguida en la época visigoda y perdida tras la invasión musulmana en el año 711. Esta naturalización de la esencia monolingüe castellana de España es el precedente de una posible expansión más allá de la antigua Hispania visigoda. La diferencia entre la expansión de la lengua castellana en la península y la expansión en el exterior es que la unidad monolingüe de España debe mostrarse como un resultado natural en el que no hay ningún tipo de desequilibrio o violencia. El castellano es la lengua instrumental de los habitantes de la corona de Castilla y la corona de Aragón que puede representar a diferentes identidades.5 Una vez conseguido este ocultamiento de las circunstancias que han llevado a la lengua castellana a ser considerada la lengua común de una España ideal, el prólogo puede ser más explícito en el modo en el que la lengua castellana puede imponerse en otros territorios.

      Tras la conquista de Granada, esta España de signo castellano desde un punto de vista lingüístico y político ha recuperado su esencia tras más de siete siglos y está lista para constituirse en el imperio heredero de la translatio imperii, una concepción medieval según la cual los imperios nacen, crecen, desaparecen y dan lugar a un nuevo imperio siempre en progresión cronológica y territorial hacia el oeste. En agosto de 1492 pensar en una expansión americana era obviamente imposible, pero territorios como el norte de África e Italia se presentaban como muy buenos candidatos.6 Ahora bien, este proyecto de expansión imperial acompañado de una imposición lingüística no se podía naturalizar en el contexto de 1492. La prueba la tenemos en la poca influencia directa que el prólogo de Nebrija tuvo antes del siglo XVIII, aunque esta ideología se mantuvo latente, como se puede observar en la obra de Bernardo de Aldrete, Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España (1606). La ideología lingüística y política de Nebrija en el prólogo se mantuvo en sus obras en latín y, en ese sentido, su ideología se aproxima a la del humanista italiano Lorenzo Valla, quien en su De linguae latinae elegantia (1471) afirma que, aunque el Imperio romano haya caído, el latín continúa siendo la lengua de cultura por excelencia. Nebrija saca provecho de esta idea y, al igual que los Reyes Católicos, utiliza el latín para ensalzar al imperio español principalmente en el exterior. Es así que Nebrija corrige a Valla y muestra que el latín todavía tiene un papel importante, siempre y cuando sea una lengua que acompañe al imperio de una España que se está haciendo ideológicamente. Tanto el castellano como el latín son compañeras del imperio, cuyo objetivo es imponer sus leyes y su lengua.

      1NEBRIJA, Antonio de (1980 [1492]): Gramática de la lengua castellana. En: Antonio Quilis (ed.), Clásicos para una biblioteca contemporánea, Literatura 3. Madrid: Editora Nacional, 97-102.

      2Cfr. Martínez 2015: 51-69.

      3Cfr. Rojinsky 2010: 93-136.

      4Cfr. Navarrete 1994: 15-31.

      5Cfr. Woolard 2007: 131-136.

      6Cfr. Lledó-Guillem 2008: 37-49.

      3. Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, de Cristòfol Despuig (1557)1

      Comentario: Vicente Lledó-Guillem

      Don Pedro: Sí, que los valencianos de aquí de Cataluña han salido y los linajes que de aquí no tienen el principio no los tenemos por tan buenos, y la lengua, de Cataluña la tenemos, aunque por la vecindad de Castilla se ha trastornado mucho.

      Fabio: Y, amigo, ¿no decís que fue conquistada por el rey don Jaime de Aragón? ¿No intervinieron los aragoneses en la conquista?

      Don Pedro: Sí, pero las fuerzas y potencia principal, toda o casi, era de Cataluña y por eso

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