Autorretrato de un idioma. Группа авторов

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autorizadas por el rey y por tanto adecuadas para la enseñanza del pueblo. Los dos primeros tratados legales, el Fuero Real (1254) y el Espéculo (1255), fueron respuestas inmediatas a la fragmentación jurídica existente. Sobre la base del Espéculo, Alfonso ordenó la redacción de Las siete partidas (1272-1275), un magnum opus —digno de un emperador— que combinó un código legal con toda una visión del estado, la sociedad y la cultura. Con el fin de justificar y legitimar sus ambiciones y su visión del mundo, Alfonso patrocinó la preparación de dos grandes obras de historia: la Estoria de España (1270-1274) y la General estoria (1270-1280). La primera es de especial importancia política, ya que en ella se relata el «comienço de los espannoles» (Texto B) y la historia de España como una unidad duradera, sobre la que Castilla ejercerá la hegemonía. El interés de Alfonso por incrementar los conocimientos y beneficiarse de ellos le llevó a patrocinar la traducción y redacción de múltiples obras científicas, como el Libro de la ochava esfera (1256/1276) y los demás textos de los Libros del saber de astrología (1276-1277).

      La normalización del castellano llevó lógicamente a su incipiente normativización. La extensión del castellano a la ciencia y la historia requirió una elaboración del vernáculo, poco o nunca empleado antes para escribir de semejantes temas. La elaboración se hace patente en la invención de numerosos neologismos, los cuales suelen ir acompañados de sinónimos o definiciones explícitas.10 Al mismo tiempo, la selección y el nombramiento del «lenguage castellano» obligaba a una delimitación de sus formas y usos adecuados. Aunque el «castellano» se asociaba con variedades habladas en regiones céntricas entre Burgos y Toledo, no se distinguía nítidamente de otras variedades vecinas y se caracterizaba por una variación interna que iba creciendo durante la repoblación del sur.11 Al mismo tiempo, el deseo de evitar interpretaciones no autorizadas de los textos reales sustentaba una preocupación por el uso preciso de las formas lingüísticas. Estos intereses son los que llevaron, quizás, a la articulación del concepto de «castellano derecho» (Texto E). Se ha debatido mucho el significado de esta frase; algunos investigadores, como observa Fernández-Ordoñez, argumentan que se refiere a la claridad de expresión o la precisión en el uso del léxico elaborado, pero es posible que constituya también el primer reconocimiento de la necesidad política e institucional de imponer orden por medio de la codificación de normas ortográficas, gramaticales y léxicas del castellano. Tal codificación es difícil de realizar en una cultura basada en la escritura manual y habría sido aún más difícil en el scriptorium, compuesto de un grupo cambiante y variado de estudiosos y escribas. Sin embargo, en la cancillería, con un personal reducido y más estable,12 se habría hecho más factible. De hecho, en documentos cancillerescos (que seguían tendencias de la cancillería de Fernando III), encontramos, en concordancia con Sánchez, altos niveles de regularidad e incluso clara evidencia de supresión de variación opcional, como la eliminación de la forma cuemo después de 1269 y la casi total supresión de formas innovadoras como mi padre (en vez de mio padre), muy corrientes en textos locales de Sevilla durante el reinado de Alfonso X.13

      Gran parte del proyecto político imperial y centralizador de Alfonso fracasó durante su propia vida, quedando en suspenso hasta que reyes posteriores pudieron llevar a cabo aspectos claves de ese proyecto. Con todo, en el plano glotopolítico Alfonso tuvo más éxito, ya que continuó sin interrupción su normalización del castellano como lengua de administración real, entendida como lengua del rey-cabeza que debía dominar y unir al pueblo-cuerpo.

      1Fuentes:

      MACDONALD, Robert. (1990): Espéculo: Texto jurídico atribuido al rey de Castilla Don Alfonso X, el Sabio. Madison, Wis.: Hispanic Seminary of Medieval Studies.

      KASTEN, Lloyd, John J. Nitti, and Wilhemina Jonxis-Henkemans (1997): The electronic texts and concordances of the prose works of Alfonso X, El Sabio. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies.

      FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, Inés (2004): «Alfonso X el Sabio en la historia del español». En: Rafael Cano Aguilar (ed.), Historia de la lengua española. Barcelona: Ariel. 381-422.

      2El texto citado es de la edición de MacDonald (1990:14), la cual se preparó sobre un manuscrito del siglo XIV.

      3El texto citado es una adaptación de la transcripción semipaleográfica de la primera parte de la Estoria de España (EE1) incluida en Kasten et al. (1997). Aquí aparecen en cursiva las letras suprimidas de las abreviaturas empleadas en el manuscrito original del siglo XIII.

      4El texto citado es una adaptación de las transcripciones de la primera parte de la General estoria (GE1: folio 216r) incluidas en Kasten et al. (1997).

      5El texto citado es una adaptación de las transcripciones de la primera parte de la General estoria (GE1: folio 216r) incluidas en Kasten et al. (1997).

      6Este es el prólogo de un texto que forma parte de la recopilación alfonsí Libros del saber de astrología (1276-1277). Como se ha perdido el folio en el que aparece este pasaje, se presenta aquí una reconstrucción basada en copias posteriores, con adaptación parcial a las normas de la ortografía española moderna (cfr. Fernández-Ordóñez 2004:400).

      7González Jiménez 2004; 2017.

      8Márquez Villanueva 2004: 29.

      9Fernández-Ordóñez 2004.

      10Fernández-Ordóñez 2004.

      11Tuten 2003.

      12Kleine 2015.

      13Tuten 2003.

      2. «Prólogo» de la Gramática de la lengua castellana, de Antonio de Nebrija (1492)1

      Comentario: Vicente Lledó-Guillem

      Cuando bien conmigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas que para nuestra recordación & memoria quedaron escriptas, una cosa hallo e saco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; & de tal manera lo siguió, que junta mente començaron, crecieron & florecieron, & después junta fue la caída de entrambos […] Cosa es que mui ligera mente se puede averiguar que la lengua ebraica tuvo su niñez, en la cual a penas pudo hablar. I llamo io agora su primera niñez todo aquel tiempo que los judíos estuvieron en tierra de Egipto […] Assí que començó a florecer la lengua ebraica en el tiempo de Moisén, el cual, después de enseñado en la filosofía & letras de los sabios de Egipto, & mereció hablar con Dios, & comunicar las cosas de su pueblo, fue el primero que osó escribir las antigüedades de los judíos & dar comienço a la lengua ebraica. La cual, de allí en adelante, sin ninguna contención, nunca estuvo tan empinada cuanto en la edad de Salomón, el cual se interpreta pacífico, por que en su tiempo, con la monarchía floreció la paz, criadora de todas las buenas artes & onestas. Mas después que se començó a desmembrar el reino de los judíos, junta mente se començó a perder la lengua, hasta que vino al estado en el que agora la vemos, tan perdida que, de cuantos judíos oi biven, ninguno sabe dar más razón de la lengua de su lei, que de cómo perdieron su reino, & del Ungido que en vano esperan.

      Tuvo esso mesmo la lengua griega su niñez, & començó a mostrar sus fuerças poco antes de la guerra de Troia, al tiempo que florecieron en la música & poesía Orfeo, Lino, Museo, Amphión, & poco después de Troia destruida, Omero & Esiodo. I assí creció aquella lengua hasta la monarchía del gran Alesandre, en cuio tiempo fue aquella muchedumbre de poetas, oradores & filósofos, que pusieron el colmo, no sola mente a la lengua, mas aun a todas las artes & ciencias. Mas después que se començaron a desatar los reinos & repúblicas de de Grecia, &

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