Un mundo dividido. Eric D. Weitz

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esclava), y no un ciudadano con derechos.

      Brasil, como Estados Unidos, era una sociedad esclavista. La esclavitud estaba, en efecto, presente en todos los ámbitos de la vida: en la economía, la política, la sociedad y la cultura (lo veremos con detalle en el capítulo IV). Había esclavos en todas partes: en los mercados, los muelles, los hogares, los talleres, las granjas y las plantaciones. Iban a buscar agua, lavaban la ropa, cosían encaje, cocinaban, compraban frutas y verduras para sus amas, cargaban y descargaban barcos y trabajaban en las plantaciones de azúcar y café. Las mujeres servían de concubinas a sus amos.

      Las infracciones, incluso las más leves, se castigaban obligando al esclavo a llevar una máscara de hojalata o un grillete en el cuello o atándolo a un tronco con cadenas.35 Se le azotaba continuamente. El trabajo mismo podía costarle la vida. Las estadísticas bastan para demostrarlo: la población esclava de Brasil no se reproducía al ritmo necesario para satisfacer la demanda de esclavos, de ahí que, a pesar de la prohibición oficial, se los siguiera importando de África. Las tareas que desempeñaban eran, si no mortíferas, sí extraordinariamente onerosas. “Los esclavos son bestias de carga –escribió un viajero en 1856–. Los pesos que arrastran […] bastarían para matar una mula o un caballo”.36 Pensemos, por ejemplo, en una cuadrilla de seis esclavos obligados a empujar un carro que pesa una tonelada; hombres que van y vienen al almacén o al muelle llevando en la cabeza o a hombros sacos de café de setenta kilos. Los esclavos a veces iban atados al carro que empujaban. El viajero también menciona a una muchacha de menos de dieciséis años con un grillete en el cuello, y a una anciana que lleva en la cabeza una cuba gigantesca con comida para los cerdos, y que está sujeta con una cadena y un candado al grillete que tiene en el cuello.37 Según el viajero, los portadores de café soportaban la tarea durante una media de diez años: “El trabajo les hernia y acaba matando al cabo de ese tiempo”. Un gran número de esclavos tenían “las piernas horriblemente deformes. Andaban penosamente delante de mí; daba mucha pena verlos. Había un hombre con los muslos y las piernas tan torcidos que el tronco lo tenía a menos de medio metro del suelo. […] A otro se le cruzaban las rodillas al caminar”.38

      La esclavitud, ya fuera relativamente benigna o, como en la mayoría de los casos, absolutamente brutal, entrañaba la total falta de derechos; era, pues, lo contrario de la ciudadanía. Los esclavos eran no libres por definición; se les había privado de reconocimiento y condenado así a una muerte social, por utilizar la frase de Orlando Patterson.39

      ENCUENTROS

      A partir de 1500 más de 140 millones de personas emigraron a tierras remotas desde sus lugares de origen.40 La mayor oleada migratoria se produjo a partir de 1815. Los grandes desplazamientos de población se debieron a causas económicas y políticas. Campesinos irlandeses y sicilianos, arrendatarios agrícolas chinos, campesinos africanos, judíos de Europa del Este, jornaleros hindúes… algunos emigraron voluntariamente porque buscaban una vida mejor; otros lo hicieron a la fuerza, víctimas de las élites y su firme propósito de evitar el trabajo físico, imponiendo a otros la tarea de bajar a las lóbregas minas o arar los campos bajo un sol abrasador. Sin embargo, en el caso de los emigrantes libres, no puede decirse que su decisión de desarraigarse a sí mismos y a sus familias fuera totalmente voluntaria: la pobreza y la persecución política llevaron a muchos a buscar una vida mejor en otra parte.41

      Las cifras son asombrosas. En 1820, la población mundial apenas superaba los 1.000 millones de personas; en 1920 era de 1,8 millones.42 En el periodo 1815-1914, unos 82 millones de personas emigraron voluntariamente a zonas remotas desde sus lugares de origen.43 Entre 1820 y 1914 cruzaron el Atlántico voluntariamente un total aproximado de 55 millones, el 60% con destino a Estados Unidos.44 Entre 1501 y 1867, el comercio trasatlántico de esclavos provocó el desplazamiento forzoso de unos 12,5 millones de africanos: casi 1,9 millones en el periodo de 1801 a 1825. Así se enlazó la historia de América con la de África. Entre 1501 y 1867, casi 5 millones de personas procedentes del sur del Sahara, del Cuerno de África y de la costa swahili fueron capturadas y trasladadas como esclavos al mundo islámico: África del Norte, Arabia, Persia y la India.45

      A estas cifras hay que añadir los 4 millones aproximados de musulmanes que se fueron expulsando de Crimea, del Cáucaso y de los Balcanes a partir de la década de 1780, a medida que el Imperio ruso se iba extendiendo hacia el sur y se iban estableciendo Estados nación de mayoría cristiana en el sudeste de Europa. La mayor parte de los desterrados se establecieron en Anatolia; otros, entre ellos un buen número de circasianos, se asentaron aún más lejos, en Oriente Medio. De los 2 millones aproximados de musulmanes, en su mayoría circasianos, que el Imperio ruso expulsó del Cáucaso entre 1859 y 1879, seguramente la cuarta parte fueron víctimas de las guerras y las enfermedades y perecieron en el camino. A partir de 1877, 1,5 millones de personas abandonaron los Balcanes para establecerse en tierras otomanas.49

      Comunidades típicamente dedicadas al comercio, como los indios, libaneses, judíos, griegos y armenios, emigraron a diversos lugares del mundo, lo mismo que los chinos en la década de 1840, cuando la dinastía Qing relajó las restricciones migratorias a raíz de la primera guerra del Opio: más de medio millón partieron del puerto de Hong Kong en el periodo de 1854 a 1880, la mitad con destino a Estados Unidos.50

      Estas cifras no incluyen las migraciones internas, es decir, los desplazamientos del campo a la ciudad, ni tampoco los casos en que un Estado o la población colonizaba nuevas regiones. Pensemos en el desplazamiento al oeste de los euroamericanos o en el caso de los chinos a los que la dinastía Qing animó a emigrar a las zonas montañosas, a Mongolia y los confines orientales del país en busca de tierras más fértiles.51 Los imperios ruso y chino enviaron a prisioneros a Siberia y Asia Central y los utilizaron como mano de obra para desarrollar la economía de esas regiones tan inhóspitas. Las cifras mencionadas tampoco incluyen los grandes desplazamientos de población ocasionados por las guerras y las rebeliones; en no pocas provincias chinas, por ejemplo, un cuarto de la población tuvo que abandonar su tierra a raíz de la Rebelión Taiping, que desgarró el país en la década de 1850 y parte de la siguiente. También cabe citar aquí el caso de los indios americanos desplazados por las continuas guerras que se libraron en la frontera.52

      Esta realidad histórica encierra una gran paradoja. Justamente en el momento en que las poblaciones de casi todas las regiones del mundo se iban haciendo más diversas, surgieron los movimientos nacionalistas, es decir, partidarios del establecimiento de Estados nación, cada uno de los cuales había de representar a un pueblo homogéneo. ¿Quiénes pertenecen a la nación? Los extraordinarios desplazamientos de población que hemos descrito hacían aún más urgente responder a esta pregunta. ¿Se consideraría

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