Nuevas voces de política exterior. Cristóbal Bywaters C.

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Nuevas voces de política exterior - Cristóbal Bywaters C.

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región.

      En lo que respecta a nuestras relaciones vecinales, el statu quo no es la solución.66 En América Latina, la relación con nuestros vecinos tiene que ser nuestra prioridad más inmediata. Esta debe ser estratégica y hábilmente delineada, a fin de superar la inactividad y relativo vacío de contenido que hemos observado en los últimos años. Por ello, es necesario establecer mecanismos audaces para consolidar y fortalecer las relaciones ya existentes con Argentina y Perú, e iniciativas más creativas y no monotemáticas con Bolivia. No debemos olvidar que el centro de toda acción con estos países son las personas que se ven afectadas por cada una de las medidas que adoptan los gobiernos.

      Revitalizar el multilateralismo

      Los organismos multilaterales son una plataforma de especial importancia para los Estados que se encuentran en las secciones inferiores e intermedias de las jerarquías internacionales. A través de la diplomacia multilateral, estos pueden amplificar su capacidad de influencia en la política internacional y atenuar los puntos agudos de las asimetrías de poder.67 La actual crisis del multilateralismo,68 asociada tanto a la crisis del orden internacional liberal como a los efectos políticos de la pandemia, afectan particularmente a los Estados pequeños y medianos.

      Es por esto que la revitalización del multilateralismo global, hemisférico y regional constituye un objetivo central del nuevo ciclo de la política exterior. Frente al surgimiento de discursos neosoberanistas que cuestionan la legitimidad del Sistema de Naciones Unidas y otros organismos internacionales, la diplomacia nacional debe construir sobre su acervo y reivindicar la tradicional defensa y promoción del multilateralismo que la ha caracterizado.69 En lugar de retroceder en las responsabilidades internacionales derivadas de su mejorado estatus, Chile debe reafirmar su compromiso con el multilateralismo y participar activamente en iniciativas colectivas orientadas a su revitalización. Ni el multilateralismo a la carta ni el repliegue externo son una opción para nuestro país.

      Los derechos humanos como sello distintivo de nuestra presencia internacional

      Tras el retorno a la democracia, Chile asumió la promoción de los derechos humanos como uno de los principios de su política exterior. Pese a que nuestra diplomacia alcanzó cierta notoriedad en este ámbito, razones políticas y limitaciones institucionales han impedido que estos adquieran una mayor centralidad y densidad en nuestras relaciones exteriores. En un momento histórico en el que emergen fuerzas políticas que buscan hacer retroceder las conquistas democráticas, la reivindicación de los derechos humanos como mínimo civilizacional adquiere renovada actualidad.

      En el nuevo ciclo de la política exterior, será necesario retomar el impulso inicial y posicionar a los derechos humanos como un sello distintivo de la presencia de Chile en el mundo.70 Se trata, por cierto, de hacernos cargo de nuestra experiencia histórica durante la dictadura civil-militar y, más recientemente, del estallido social de 2019, pero además es necesario consolidar la transversalización de los derechos humanos en el conjunto de las agendas de la política exterior. Ejemplo de ello es una política exterior en migraciones internacionales que ponga en su centro al ser humano.71 Asimismo, es posible cultivar un perfil en nichos diplomáticos como los derechos de los pueblos indígenas, las desiguales relaciones de género y la diversidad sexual. La consistencia con la situación doméstica será importante para gozar de credibilidad, pero el emprendimiento normativo en la sociedad internacional también puede contribuir a la transformación de la realidad local.

      Vinculado a la promoción de los derechos humanos se encuentra, desde una perspectiva progresista, el compromiso chileno con el derecho internacional, en cuanto garantía de paz y estabilidad internacional, e instrumento que permite tanto fortalecer vínculos de cooperación como establecer reglas que atenúen las asimetrías de la sociedad internacional y aporten a la generación de condiciones para el desarrollo. El establecimiento de una hoja de ruta que vincule los derechos humanos y el derecho internacional es una tarea necesaria en el nuevo ciclo político del país.72

      Impulsar una política exterior feminista e inclusiva

      Una política exterior progresista es, por definición, una política exterior feminista e inclusiva.73 En un mundo donde predominan los valores liberales respecto a la relación entre las mujeres y el Estado, aquellos países que sean audaces en la implementación y conducción de una política exterior feminista, en base a una diplomacia también feminista, serán aquellos que influirán consistentemente en la generación de nuevas normas, estándares y políticas a nivel internacional. Para ello, es imperativa la generación de una masa crítica, así como de líderes y lideresas capaces de llevar adelante estos cambios.

      Ninguno de los grandes asuntos de la agenda internacional podrá resolverse de forma exitosa sin una visión inclusiva. El cambio climático, la pobreza y el hambre, las constantes crisis y restricciones económicas, e incluso las futuras pandemias que enfrentaremos, deben tener una aproximación de este tipo. Por ello, el establecimiento de una política exterior feminista e inclusiva, así como el efectivo establecimiento del principio de transversalización de género en todas sus dimensiones, constituye un componente medular del nuevo ciclo de la política exterior.

      Convertir a Chile en una “potencia turquesa”

      Chile debe aspirar a convertirse en una potencia turquesa; es decir, en un líder internacional en la lucha contra el cambio climático, tanto en sus componentes ambientales tradicionales (verde) como en el cuidado del océano (azul).74 Para un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, la protección del medio ambiente constituye un nicho diplomático en el que puede cultivar una reputación y mejorar su estatus internacional. Ello implicará redefinir nuestras prioridades y objetivos de política exterior con un claro foco en el desarrollo sustentable, sostenible e inclusivo, así como en el medio ambiente, las comunidades, las personas y la forma en que interactúan. En acción colaborativa con actores estatales y no estatales del Sur Global, una política exterior turquesa debe poner su foco de atención en la preservación de la zona austral de América del Sur como un bien público regional de proyección global.

      El posicionamiento de Chile como una potencia turquesa requiere de decisión y voluntad política robusta, pero también del involucramiento activo del conjunto de la sociedad. Son necesarios un enfoque integrador de políticas domésticas e iniciativas diplomáticas, y un esfuerzo colectivo en que converjan la sociedad civil, la comunidad científica, el sector público y el privado. Ello permitirá asegurar su continuidad en el tiempo, haciendo que descanse menos en los liderazgos personales circunstanciales y más en políticas y programas de mediano y largo aliento.

      Avanzar hacia una política exterior con identidad plurinacional

      Uno de los supuestos implícitos sobre los cuales descansan las políticas exteriores es el de la unidad cultural del Estado-nación. Este enfoque excluye mañosamente la diversidad cultural al interior de las unidades territoriales prioritarias del sistema. Ese modelo, por cierto, no da oportunidad ni cabida al reclamo histórico de las naciones que conviven y enriquecen el Estado.

      Un nuevo proyecto progresista de política exterior no solo debe potenciar la visibilidad de las diferencias étnico-nacionales, sino también debe adoptar como parte de su identidad el reconocimiento a la autodeterminación de los pueblos indígenas.75 Esta desafiante tarea plantea, asimismo, un igualmente desafiante instrumento: el establecimiento de una diplomacia indígena. Esta propuesta constituye un llamado de justicia y restitución histórica, en un país que durante décadas ha promovido una imagen-país homogenizadora y unitaria. Lejos de ello, Chile debe potenciar su riqueza cultural como parte esencial del nuevo ciclo político progresista.

      Una política exterior más democrática y participativa

      Tradicionalmente, las políticas exteriores han sido un espacio en el que se privilegia la eficiencia en la toma de decisiones por

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