Nuevas voces de política exterior. Cristóbal Bywaters C.

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Nuevas voces de política exterior - Cristóbal Bywaters C.

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y una crítica a la resistencia institucional de la Cancillería, propone medidas y estrategias para avanzar y consolidar una agenda de género transversal en nuestras relaciones exteriores. Seguidamente, Claudia Fuentes-Julio realiza un balance crítico de la política exterior en derechos humanos, así como una serie de recomendaciones para fortalecer e institucionalizar la posición del país en este ámbito. Para un país que aspira a ser desarrollado, argumenta, los derechos humanos deben ser un sello distintivo de su presencia en el mundo. Una reflexión sobre los desafíos internos y externos que enfrenta actualmente la tradición multilateral de la diplomacia chilena es desarrollada, a continuación, por José Juan Hernández. En su visión, pese a la emergencia de discursos neosoberanistas, el país debe seguir construyendo sobre la base de su acervo multilateral. Seguidamente, Paula Cortés González reflexiona sobre la importancia del derecho internacional para Chile y formula una crítica al reciente extravío en esta materia. A modo de propuesta, culmina su capítulo con una propuesta de hoja de ruta interna y externa en derecho internacional y derechos humanos.

      Ya en lo tocante a la institucionalidad de la política exterior, Cristóbal Bywaters analiza la noción de política de Estado y sus perspectivas futuras. En el nuevo ciclo de la política exterior, es necesario un nuevo equilibrio que garantice mayor eficiencia y mayor control democrático de la política exterior. Tras analizar su trayectoria a la luz del derecho y la práctica, Paulina Astroza Suárez formula una serie de propuestas para una diplomacia subestatal más efectiva. Señala que es preciso contar con una institucionalidad más robusta y personal competente, así como con visión, estrategias e instrumentos adecuados. Carola Muñoz Oliva aborda, desde una perspectiva crítica, la situación del Servicio Exterior chileno en términos de movilidad profesional, género y diversidad. A fin de superar el actual estancamiento que lo aqueja, propone lineamientos para avanzar hacia un nuevo modelo organizacional para una diplomacia moderna, innovadora y diversa.

      Los últimos dos capítulos de la sección abordan algunos de los instrumentos de la política exterior. Por un lado, Pía Lombardo analiza la trayectoria y desafíos que enfrenta la cooperación internacional chilena tras la reciente graduación del país en el Comité de Ayuda al Desarrollo de la ocde. Entre otras cuestiones, la autora sugiere que, en lo que respecta a la cooperación, el país debe ser más creativo y comprometido con la región. Matthias Erlandsen, por su parte, formula un conjunto de propuestas orientadas a fortalecer la diplomacia pública digital del país hacia el 2030. La transprofesionalización de la tarea diplomática y el rediseño de la estrategia comunicacional del país son, desde su perspectiva, elementos clave a impulsar.

      La sección iii, que aborda los nuevos nichos y agendas tradicionales de la política exterior, es inaugurada por Camila Carrasco Hidalgo y Pedro Glatz Brahm, quienes esbozan acciones de corto, mediano y largo plazo para que Chile se convierta en una potencia turquesa. Entre otras iniciativas, proponen que el país asuma el liderazgo en la elaboración de un Green New Deal latinoamericano. Manuel Parra Yagnam trata los desafíos que enfrenta el Estado chileno en un contexto en el que emergen y se consolidan actores globales digitales de manera anárquica. Al respecto, formula recomendaciones para que Chile se convierta en un líder regional en la regulación de dichas entidades. Miguel Yaksic Beckdorf, por su parte, aboga por el diseño de una política migratoria coherente con una política exterior fundada en el principio de la dignidad humana. Junto con el impulso de mecanismos de regularización migratoria, hace hincapié en el fortalecimiento del multilateralismo regional en la materia.

      Salvador Millaleo Hernández aborda los desafíos que implica para Chile construir una política exterior plurinacional. En su visión, si el país abandona el supuesto de la unidad cultural, podría dar un nuevo impulso a la política exterior, renovar su tradición de respeto y apoyo al derecho internacional, e incluso adquirir protagonismo en la materia. Seguidamente, Paulina Nazal Aranda reflexiona sobre el futuro del comercio internacional y su impacto en las relaciones económicas internacionales del país. Situaciones extraordinarias como el estallido social y la pandemia global exigen que la política comercial moderna, efectiva, inclusiva y responsable sea parte de las soluciones. Pablo Rivas Pardo, en tanto, se enfoca en la política internacional de defensa nacional, un “clásico brazo” de la política exterior. Considera necesario retornar al impulso de una zona de paz regional para fortalecer los mecanismos de cooperación internacional y su permanencia en el tiempo, así como alerta sobre los peligros de insistir en retóricas que tensionan la política de seguridad interior con la política internacional de defensa. Desde la teoría política internacional, Mario Pino Flores desarrolla una reflexión sobre las democracias globales en el marco de la participación de Chile en organismos internacionales. Su propuesta es transitar desde una política exterior basada en una ontología particularista a una universalista. La sección culmina de la mano de Javiera Parada Ortiz, quien aborda la diplomacia cultural como herramienta al servicio de la cooperación e integración. En su perspectiva, posicionar a la cultura al centro del desarrollo debería constituir una estrategia normativa para una política exterior progresista.

      Posteriormente, la sección iv del libro aborda las principales tensiones geopolíticas y agendas geográficas de la política exterior. El apartado es inaugurado por María del Carmen Domínguez, quien entrega un análisis sobre cómo repensar la prioridad latinoamericana de la política exterior en el nuevo ciclo. Desde una perspectiva progresista, la mejor respuesta para abordar los desafíos que enfrentan Chile y América Latina es la integración regional. Posteriormente, Andrés Villar Gertner reflexiona sobre las definiciones progresistas en cuanto a nuestras relaciones vecinales. El desafío en el nuevo ciclo es proyectar la relación estratégica con Argentina e impulsar, con Perú y Bolivia, una alianza de integración tripartita con miras a la Cuenca del Pacífico. Lorena Oyarzún Serrano, seguidamente, analiza el lugar del Asia Pacífico en la narrativa de la política exterior chilena. Para que pueda convertirse efectivamente en un puente birregional, sostiene que es necesario impulsar una gran estrategia país. Dorotea López y Andrés Villar Gertner abordan los desafíos que enfrenta Chile en medio de la tensión entre Estados Unidos y China. Fortalecer y resaltar aquellos vínculos y áreas de convergencia con cada potencia debe ser parte de nuestra estrategia de inserción global de largo plazo. Concluye la sección Beatriz Hernández, quien analiza la trayectoria del vínculo estratégico entre Chile y la Unión Europea. La asertividad de la diplomacia chilena en diversos ámbitos debe seguir sirviendo al estrechamiento de las relaciones bilaterales y birregionales en el futuro.

      Finalmente, la sección v presenta, a modo de reflexión final, una agenda de política exterior progresista que sintetiza los principales contenidos del libro. Asimismo, presenta los principales desafíos políticos que enfrentará nuestra diplomacia en el nuevo ciclo de la política exterior chilena.

      SECCIÓN I

      VISIÓN PANORÁMICA DE LA POLÍTICA EXTERIOR CHILENA

      Tom Long

      Ya se ha vuelto casi banal comentar acerca de la existencia de una crisis del orden liberal internacional. En los últimos cinco años, la preocupación de las élites políticas, diplomáticas y académicas ha provocado una multitud de artículos y conferencias en Bruselas, Londres y Washington DC. Según la narrativa más extendida, esta crisis tiene causas externas, sobre todo el auge de potencias iliberales como China y Rusia, y causas internas, como la fuerza del funesto populismo nacionalista en Estados Unidos y Europa.100 ¿Pero esta crisis tiene algo que ver con América Latina o con Chile? ¿Podría incluso ser positiva para la región?

      Brevemente dicho, sí, las crisis del orden internacional —junto con la debilidad del regionalismo en el hemisferio occidental— tiene enorme relevancia para América Latina. Para Chile, a pesar de su aparente lejanía del centro de la crisis, las consecuencias podrían ser aún mayores en algunos aspectos. Esa convergencia de crisis desafiará al modelo de inserción económica chilena. Trae consigo una oportunidad de repensar la relación chilena con el sistema y la economía mundial, pero

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